Lo que pasa es que la oposición está borracha

 Llevo como un año hablando pestes de la presidenta Bachelet y de los pobres diablos que la secundan. Eso no es justo, porque aunque todo lo malo que he hablado es cierto, es solo una parte de la historia. La otra parte es la rendición de los políticos de derecha hacia sus propias ideas, buscando parecerse a la Concertación para obtener el éxito electoral. El climax de esta manera de pensar llegó durante el gobierno de Sebastian Piñera, que nunca fue querido por nadie a pesar de sus esfuerzos desesperados de comprar adhesión.

Piñera fue extraordinariamente generoso con la plata fiscal que le estaba llegando a chorros. Seguramente esperaba que al dar "una jubilación a las dueñas de casa" iba a ganar millones de votos de dueñas de casa agradecidas. Resulta que no ganó ni un solo voto, perdió municipios, perdió el control del parlamento y fue incapaz de pasar el poder a alguien de su sector. Cuando lo reelijan -algo que yo veo como lo más probable- también es posible que vuelva a hacer la misma mala lectura y vuelva a irse para la casa, esta vez de una manera mucho más vergonzosa que la primera, porque no tendrá fondos para regalar en su segundo mandato. Puede ser un desatre total.

Esto no es nuevo, en algún momento a partir del gobierno de Ricardo Lagos, más o menos, empezó a abrirse paso en la derecha la idea que si querían ganar eleciones tenían que ser más parecidos a la Concertación. desde ese momento se produjo la negociación donde Longeira salvó el pellejo a Lagos, mientras la UDI y RN se sumaron al coro del malgasto fiscal, y apoyar las alzas de impuestos con la esperanza que así no perderían popularidad. Con el tiempo se convirtieron en críticos del lucro y empezaron a repetir toda la basura argumentativa que hoy por hoy ni la propia izquierda la cree.

El mejor ejemplo de esta borrachera intelectual es la actitud de la derecha en el tema de la gratuidad universitaria. No hay duda que se trata de una idea estúpida e inviable, que si se implementa terminará financiando los estudios a los más ricos -que son los más interesados y motivados para tener estudios superiores y terminarlos, en desmedro de los pobres que tratan de mejorar su nivel de vida por medio del esfuerzo.

Para que se entienda bien, la idea es que todos los que pertenecen a los dos quintiles más pobres puedan estudiar en la universidad sin pagar nada, de manera independiente a su rendimiento académico. La única limitación sería que no se atrasen en su carrera reprobando cursos. Esa es una idea que introduce toda clase de incentivos perversos. De implementarse -eso es solo teoría porque no existe ni un 10% de los recursos para hacerlo- destruiría todo el sistema de educación y los títulos de universidades estatales pasarían a valer cero. Lo mismo que vale hoy una "licencia de educación media" de un liceo municipalizado. O lo que valen algunos títulos profesionales de la Universidad Arcis.

El problema es que son politicuchos, pobres diablos sin ideas y que andan con el ojo puesto en las elecciones que vienen y se quiebran la cabeza como encandilar a los giles para que voten por ellos. Pero lo más extraño e todo es esta falta de sintonía con lo que realmente cree casi toda la gente. Es de sentido común, comprar lealtad con regalos no funciona. Muchos de los que recibieron "viviendas sociales sin deuda" hoy despotrican de la manera más grosera contra Bachelet, la compra de votos tiene un efecto de muy corto plazo, además la plata del fisco finalmente se termina. Miren como le fue a Maduro nomás.

Existe una manera de pensar propia de los imbéciles que dice que todo lo que le haga daño a la imagen de Bachelet es bueno para la oposición. Entonces en lugar de apostar por la meritocracia y que solo existan becas para los más capaces y esforzados -como ocurre en todo el mundo civilizado- optaron por exigir enfurecidos por que los alumnos de TODAS las universidades reciban educación universitaria gratuíta. Están borrachos, o se titularon de brutos, porque cuando lleguen al gobierno la masa que vota les va a cobrar la palabra, guaripoleados por la oposición de izquierda, están colocando ellos mismos el cuello en la guillotina.

Chile es tremendamente meritocrático, la gente común y corriente valora el esfuerzo, el sacrificio y admira a los más capaces, no puede ser que el pequeño puñado de perdedores eternos (que tampoco han pasado jamás del 5% de los votos) coloque en duda ideas que están profundamente metidas en nuestros valores y forma de ser. Todos los discursos de los señoritos educados en colegio de curas, tipo Eyzaguirre son extraños y chocantes para el chileno normal, que sueña con tener oportunidades, no regalos.

El sistema político en Chile está hundido en el desprestigio no porque sean ladrones -que lo son-  ni mentirosos y demagogos -también- sino porque están desconectados completamente de los valores comunes de la gente, en Chile hasta los delincuentes tratan de ser los mejores, debemos ser el país con más culto a la meritocracia de la región y sin embargo nuestros políticos, ciegos y cobardes se niegan a reconocer y defender esas ideas.