Temas varios del domingo

¡ALELUYA!
Que buen sábado, gracias a quien yo se, y por intermedio de la Benemérita Fundación Mi Billetera, acabo de encargar un disco SSD para mi computador Acer que ahora si que va a andar como avión, ¡Tres veces salud! por el generoso aporte. Ahora vamos a lo nuestro: 

Mandar y liderar
Leo un buen artículo de Luis Celis, Jefe Centro de Liderazgo del Ejército llamado El nuevo paradigma del Liderazgo Militar en el Ejército de Chile. Es interesante y no muy conocida la transformación que ocurrió en el Ejército más o menos a mediados de los años noventa, en los últimos años de la comandancia del general Pinochet. Tocó la casualidad que yo estuve pituteando esos años en un par de regimientos, cuando vendía e instalaba mis programas, hice muchos amigos y a veces conversábamos con bastante confianza sobre los cambios que estaban ocurriendo.

Leo que el Plan Alcazar -como se llamó este cambio- tuvo cuatro pilares: (i) los nuevos escenarios en defensa (ii) el entorno político, social y económico del Estado y del Ejército (iii) el análisis situacional del Ejército y (iv) los avances tecnológicos. A partir de esto vino la modernización institucional que iba por la profesionalizaciónm la eficiencia y el aumento de las competencias técnicas. El Ejército se redujo pero mejoró su calidad, la formación es más integral y hoy se puede homologar con las demás profesiones universitarias.

Un amigo por esos años reclamaba por la modernización, decía que con magister y tantos estudios civiles dejarían de ser milicos, que servirían para muchas cosas menos para pelear en una guerra. Sobre todo añoraba la vieja disciplina, basada en cachetadas de payaso, tiburones y vueltas corriendo alrededor de la cancha. Esa disciplina -que normalmente era discrecional y abusiva- cambió por el énfasis en el liderazgo, el nuevo paradigma se basaba en generar lealtades y respeto entre el que manda y los que obedecen.

Yo creo que fueron cambios muy valiosos, aunque a algunos se les pasó la mano para mal, como el deplorable general Cheyre, En fin, buen artículo del comandante Celis, creo que refleja un aspecto de la gran transformación que tuvo el Ejército a partir del Plan Alcázar.

Diagnósticos equivocados
Que el gobierno de Bachelet fue un desastre, hoy muy pocos lo dudan, pero casi nadie se ha puesto a pensar por qué fue un gobierno tan malo si del anterior había salido con una popularidad del 80%, bueno, la respuesta es obvia y también hay un consenso extendido en que la causa del gran fracaso fue que Bachelet y los suyos partieron de un diagnóstico equivocado en todos los frentes.

Se equivocaron -por ejemplo- al pensar que tenían un mandato popular fuerte por haber logrado la primera mayoría, muy por encima del porcentaje que obtuvo Matthei, el error fue no considerar que había sido electa con una abstención del 59% en segunda vuelta, es decir su votación fue aproximadamente el 25% del universo electoral.

Se equivocaron desde luego en suponer que ese 59% que no votó era gente de izquierda, furiosos porque los gobiernos de la Concertación no habían sido suficientemente revolucionarios y que se volcarían a su favor en cuanto comenzaran a gobernar con el Partido Comunista y los ex dirigentes estudiantiles. Un diagnóstico falso los llevó a ejecutar desde el primer día políticas y discursos que los alejaron cada vez más de la gente, por eso fue su debacle electoral. Recuerdo que El Mostrador colocó su frase bara el bronce "(Bachelet) consolidó la derrota más aplastante que ha sufrido la derecha desde la vuelta de la democracia".

Bueno, ahora entra Piñera al gobierno y todo parece indicar que está haciendo una lectura similarmente equivocada acerca de por qué llegó a la presidencia y cual es el verdadero peso de su mandato popular.

De manera parecida a Bachelet, el piñerismo está exultante con el 55% de los votos, pero resulta que tampoco leyeron la letra chica: en primera vuelta Piñera alcanzó un 36% ese es su verdadero peso electoral, tal vez menos, porque muchos que votaron por él el primera vuelta tal vez votaron apostando a ganador, cuando las encuestas lo daban como presidente sin necesidad de segunda vuelta. No olvidemos que  si todos los que votaron contra Piñera se unían habría perdido la elección.

La diferencia 55%-36% es de un 19% de votos prestados, 8% de los que votamos por Kast y 11% de los que votaron por miedo a un segundo gobierno de la Nueva Mayoría y la consolidación de Chilezuela. El mandato de Piñera esta vez es un poco mayor que el que tuvo Bachelet, pero si se adjudican ciegamente votos que no son de ellos para "hacer las cosas a su manera" tal como lo hizo Bachelet les espera similar destino: a mismas causas, mismos efectos.

Piñera representa hoy la política tradicional basada en los partidos. Ellos piensan en esos términos: DC, PPD, UDI, RN y mueven los porcentajes como si los partidos tuviesen algún peso político real. Hablan de "atraer al centro" haciendo cálculos ilusorios, pelean y se reparten cargos públicos, sin pensar un momento que bastante más del 50% de los votantes chilenos aborrece al sistema de partidos políticos, incluso los que hoy se atribuyen la victoria y se reparten alegremente los cargos.

Ojala le vaya muy bien a Piñera en su gobierno, porque si termina igual que su primer gobierno sería la más horrible catástrofe para el país, de esa si que no libramos. Para eso es indispensable que no se equivoque en la lectura de lo que pasó y en el diagnóstico, que haga oídos sordos a la claque de chupamedias y que se cuide del síndrome de Hubris. Este gobierno juega cosas mucho más importantes que un asunto de personas o cargos, aquí o nos salvamos o nos freimos por un largo tiempo.