De profesión terrorista

Vengo llegando de un almuerzo donde Tom McDonnell hace su tradicional comida de domingo de resurrección, pese a ser un hereje de primera, Tom respeta al pie de la letra las tradiciones católicas irlandesas y para todas las pascuas de resurrección prepara su irish bacon, una bomba de grasa y colesterol hecha de la costilla del chancho que deja macerar como una semana en una mezcla secreta, la cosa es que queda tan tierna que se corta con el tenedor, esto acompañado de dos porciones de puré de papas,una de puré de camote y una croqueta, es decir un don almuerzo.

McDonnell arrienda un pequeño departamento en la casa de mi querida amiga doña Alicia, así es que almorzamos junto con ella, Jaime su marido y con José Luis, un pintor que también vive en la casa y es vecino de Tom. Amenizamos el almuerzo con unas botellas de buen vino y algunos martinis preparados por McDonell con Bombay Saphire y un vermut Dolin que trajo de su último viaje a USA, para que les digo que todavía estoy bajo los efectos del alcohol. Bueno, con el trago nos pusimos a conversar de la historia de Arica y del arte, pelamos a medio mundo y el pobre Tom que no entendía nada se tuvo que aburrir durante horas mirándonos hablar y gesticular en español, no dejamos a nadie sin pelar.

Arica es la ciudad de las mil historias, donde todos nos conocemos y hablando empezamos a encontrar amigos y enemigos comunes, estafas, contrabandos, tráfico de drogas, pequeños y grandes escándalos, las historias secretas de las familias respetables y muchas cosas que la mayoría de la gente ni se imagina, pero que los ariqueños netos guardamos en nuestro disco duro. Que bonito es vivir en un pueblo chico donde todavía casi todos nos conocemos o al menos nos ubicamos, es mi idea del paraíso. Pero en fin, dejemos de divagar y vamos a lo nuestro, prometo er breve.

De profesión terrorista
Hace muchos años, cuando leí la novela de Manuel Rojas "Hijo de ladrón" me impresionó donde decía que ser ladrón es un oficio como cualquier otro, que tiene sus especialidades y jerarquías y que -aparte de que se los llevan presos- los ladrones no se diferencian mucho de la gente que tiene cualquier otro trabajo común y corriente.

Cuando hacía como que trabajaba en los tribunales, pude comprobar por mi mismo que era así, conocí a un montón de delincuentes habituales cuando iban a declarar o las veces que acompañé a algún juez a la "visita de cárcel" y lo más sorprendente era que los presos eran personas tan normales y corrientes como cualquiera de nosotros. Antes pensaba que deberían tener un aire siniestro, una marca infamante o algo así, pero nada, eran todos tan normales como un chofer de taxi solo que se dedicaban a robar, asaltar y hasta habían unos cuantos homicidas, parricidas, etc.que nadie podría imaginar lo que habían hecho.

Extrapolando, por algunas personas que he conocido directamente, de oídas o he leído sobre su historia he llegado a pensar que los terroristas también son tipos como cualquiera de nosotros, incluso igual de desencantados de la política, solo que trabajaron en terrorismo tal como pudieron trabajar en una panadería o en la construcción. Seguramente deben haber existido unos pocos idealistas convencidos de la causa, pero dudo que sean muchos.

Siendo terrorista se vive bien y seguramente se recibe buena plata, y así es como se acostumbran a la buena vida y la plata dulce. Bueno, mi muestra es muy chica para generalizar, pero intuyo que la mayoría de los terroristas, al menos en Chile, no tienen nada que ver con los fanáticos del Islam que se hacen explotar en el nombre de Dios. Más bien me parece que son tipos que les gusta la aventura, tienen cierta naturaleza violenta producto de conflictos familiares -es muy común que tengan problemas con la figura del padre- y que empiezan en las protestas callejeras y desde allí van haciendo carrera.

Cuando un terrorista se queda cesante empieza a estar realmente en problemas y hay muchos ejemplos de gente que pasa del terrorismo a la delincuencia comú. Es conocida la historia de Mauricio Hernández Norambuena o Ricardo Palma Salamanca, dos ejemplos notorios de terroristas que pasaron a la delincuencia común. Otros entran a la política como Guillermo Tellier, Andrés Pascal Allende o se casan bien como Galvarino Apablaza. Eso refuerza mi idea que los que se dedican al terrorismo cuando el negocio les empieza a andar mal, se dedican a buscar lo que más les conviene a si mismos, tal como cualquiera de nosotros.

Tal vez sea deformación profesional, pero creo que una forma muy eficiente de desarticular a los terroristas y sobre todo a sus ayudistas es siguiendo el rastro de la plata, la gente de Fiscalía o cualquier otro servicio público sospechados de ayudar el terrorismo se le deberían revisar con microscopio electónico su patrimonio, los bienes a su nombre y de sus cercanos y obligarlos a que expliquen y demuestren de donde sacaron la plata para cada bien raíz, vehículo, o cosa similar que tengan a su nombre. Así fue como pillaron y desarticularon el "pacogate", "milicogate" etc.

Cortar el flujo de fondos a los grupos terroristas con las leyes existentes de lavado de activos también sería -pienso yo- una política muy eficiente y de menos riesgo. La sabiduría popular dice que "por la plata baila el momo", les cortamos el flujo de plata y el mono deja de bailar. No debe ser tan difícil.