26 mayo 2018

Refrito del sábado: a todos les gusta mandar

Esta entrada la publiqué el 8 de febrero de 2008, o sea tiene un poco más de 10 años, es corta pero creo que vale la pena repetirla porque mandar es el sueño de la mayoría de las personas. Si se fijan, en el título no coloque "A todos nos gusta...", sino "A todos les gusta..." porque a mi realmente no me interesa mandar a nadie, ni dirigir, guiar, ni nada por el estilo, nunca me ha gustado el liderazgo y cuando me he visto obligado, lo hago con la nariz apretada.

Mucha gente que se dedica a la política, los negocios, a la enseñanza o policía, lo hacen porque disfrutan imponiendo su autoridad sobre otras personas, la investidura de autoridad que dan cierta clase de trabajos atrae a cierto tipo de gente ¿por qué creen que los bomberos en Chile trabajan gratis? No hay nada que alumbre más sobre esta tendencia humana que ver a un bombero o cualquier otro tipo comín tratando de imponer la minúscula cuota de autoridad que poseen. En fin, demasiado largo el preámbulo, sin más trámite, les ordeno que lean este refrito:

A todos les gusta mandar
A la mayoría de la gente le gusta mandar y casi todos detestan que los manden, la mayoría de las personas hacen enormes sacrificios personales tratando de llegar a posiciones donde puedan mandar a los demás o arrancando de situaciones donde deben obedecer.

Como les conté el otro día, durante unos años yo pitutiaba, vendiendo unos programas de computación para el ejército y en esa época, conversando con unos amigos me dijeron que por qué no buscaba algún contrato más formal, que se pasaba bien y todo eso. Yo les dije que ni muerto porque no soportaba que me mandaran, la respuesta del comandante me dejó soprendido, "a ti es muy fácil mandarte, basta pedirte algo por favor ¡si vives haciendo favores!". Bueno, como tan tonto no soy, aprendí varias cosas del ambiente militar, una de esas fue que el asunto de mandar, bien entendido, no es un privilegio sino una mochila que puede llegar a ser muy pesada.

El arte de mandar se puede entender de dos maneras: la más popular es que el mando es un privilegio que a veces te regalan o te cae por suerte, y permite imponer tu voluntad por sobre los demás. Por ejemplo cuando nombran a una autoridad política o cuando alguien con plata contrata a otras personas y -como les paga el sueldo- considera que puede tratarlos como se le antoje, repartiendo favores o insultos según sea su humor a la manera de un emperador romano que sube o baja el pulgar. Esa es una actitud muy común de los que llegan a un puesto de mando por la política y es parte de lo que yo llamo la enfermedad de las autoridades. En las empresas, los peores de estos mini-emperadores son no los dueños, sino los empleados con ambición que han logrado colocarse en una situación de mandar a los demás sin sufrir directamente las consecuencias de sus desatinos.

Con policías, milicos y en general gente con un poder mayor a las personas normales (como el porte de las armas y el permiso para usarlas) la cosa cambia, esos toman muchas decisiones que pueden tener consecuencias graves. A un político, ejecutivo o empresario no les pasará gran cosa si se equivocan, pero una mala decisión de estos otros puede significar la muerte de mucha gente; acuérdense de Antuco, donde por un error de juicio del oficial murieron cientos de soldados. En esos casos mandar puede ser más una molestia que beneficio. En el antiguo regimiento Dolores conocí un cabo de unos cincuenta y tantos años, desde que salió de la escuela de suboficiales jamás tomó un curso para ascender y como hacía bien su trabajo termino jubilado con el mismo grado con que salió de la escuela: cabo, nunca tuvo responsabilidades ni se hizo gran problema de nada ¡30 años de cabo!

Por eso en las policías y fuerzas armadas se trata de enseñar -con más o menos éxito- el arte de mandar como una técnica para organizar a la gente de manera eficiente, en ese sentido son entrenados para mandar. Uno de los clichés clásicos es que lo primero es aprender a obedecer y eso es bien cierto, alguien incapaz de obedecer tampoco sirve para mandar, por eso existe ese chiste llamado la respuesta militar, que es "a la orden": se obedece y al mismo tiempo se transfiere la responsabilidad al que dio la orden, cuando se entiende bien ese concepto, aplicándolo muchas veces, recién se está empezando a aprender como mandar.

Hay muchas teorías, ideas y estilos de mandar pero a mi modo de ver las peores son las que tienen una motivación ególatra: los que mandan solo para ejercer poder sobre las demás personas no valen nada, simplemente tienen el small penis complex y lo tratan de superar con su despotismo. Una forma buena de mandar es el liderazgo, o sea tomar a un grupo mal organizado y darles una dirección para que ellos mismos se beneficien. Déspotas versus líderes, dos formas diferentes de hacer la misma cosa.

Hay muchas cosas interesantes y útiles que aprendí mirando a los milicos, por ejemplo como manejarse con un jefe chiflado o abusador -que también hay como en todas partes- como ganarse el respeto y la amistad de los que están abajo y arriba porque todos sirven, también aprendí dos dichos muy buenos: "no hay enemigo pequeño... ni tampoco amigo pequeño" y el otro "un chincol se comió una viña: uva por uva" esos los aplico y siempre me han servido. En fin, cuando empecé a venderles mis programas, a mediados de los 90, tenía harta antipatía por los milicos y después de unos años me había hecho un montón de amigos y aprendí varias cosas útiles. Nunca se sabe por donde salta la liebre.

P.D. acabo de recibir una gran noticia sobre los cursos online, si me funciona bien les cuento. Por mientras estoy mejorando los equipos para filmar, miren la Gopro con esteroides (Gopro 5 Black + carcaza de aluminio con portafiltros y soportes + trineo +batería 12v-5 12 amperes + 2 salidas USB

5 comentarios:

  1. "Para saber mandar, hay que saber obedecer" Creo que es una regla de oro para quien tenga que liderar un grupo. Eso no sé si lo lei del General Pinochet o quien... pero me quedó dando vueltas en la cabeza despues de leer la columna.

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  2. De hecho a mucha gente no le interesa realmente que la dejen tranquila para vivir su propia vida, sino ser ellos los que se meten en la vida de los demás, lo cual es penoso.

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  3. Es curioso, a mi me tocó "mandar" cuando menos debí hacerlo. Entré en una compania agroindustrial de primer empleo y fui jefe de turno a los pocos meses y por unos 7 años. Teminé de jefe de fábrica, supervisor de 3 turnos y un turno rotativo de descanso unos 120 tipos de dotación.
    Menos mal que tenía un auxiliar o asistente de origen obrero, un trabajador que hacía carrera décadas hasta que llegaba a ese puesto y lo ponían al lado del "ingeniero". Me solucionó muchas cosas. No era difícil porque era una fábrica de proceso: no tienes que empujar a la gente, más bien la "cinta transportadora" les trae el trabajo y el ritmo de ejecución. Como en la película de Chaplin. Llamaban al jefe cuando algo salía mal, su rostro estaba aterrado a veces, y el 80 % del tiempo ellos mismos te daban la solución pero querían escuchar el "si, hágalo de esa forma" para poder transferir la responsabilidad y hacerlo porque se lo dijeron.
    Era un sustrato humano muy especial, quizás no muy común. Ahora, décadas después, sólo tengo una secretaria y hace mas o menos lo que ella quiere.

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  4. Marcos Cisternas Sandy27 mayo, 2018 00:52

    ¡Cumplida su orden, mi General del Templo del Ocio! Leí su refrito y ahora usted es el responsable de las conclusiones que yo haya podido sacar de esas aseveraciones, incluyendo los comentarios de sus cómplices pasivos.

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  5. Hace años, me contaron una anécdota que ocurrió -creo- en CODELCO. Para el caso, da lo mismo: el hecho es que se puso de moda eso de la "pendejocracia" (contratar gente muy joven e inexperta para cargos de responsabilidad) y, como era de esperarse, comenzaron a tener problemas con los subordinados, que eran todo lo contrario. Eso causó una alta rotación de esos gerentes, pero los subordinados debían soportarlos durante un tiempo considerable, hasta que los jefes del jefe se daban cuenta y hacían el cambio.

    Así, hasta que en una sección de la empresa dieron con la solución: hacían exactamente lo que el gerente les decía, pero exactamente, ni un pelo más, ni uno menos.

    Resultado: al poco tiempo, el gerente colapsaba producto de SUS propias decisiones, y renunciaba o lo sacaban.

    Creo que es un muy buen ejemplo de eso de "¡a su orden!": te obedezco todo, pero el resultado será responsabilidad tuya.

    Igual, eso puede resultar en instituciones muy formales, donde efectivamente el subordinado puede apelar a que cumplió con lo que se le pidió y no pueda ser sancionado por eso. En empresas privadas es mucho más difícil, porque siempre podrían sancionar al subordinado por no tener iniciativa o algo por el estilo. Pero ahí hay otros trucos...

    Saludos,
    El triministro.

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"Send me a postcard, drop me a line
Stating point of view
Indicate precisely what you mean to say
Yours sincerely, wasting away
Give me your answer, fill in a form
Mine for evermore
Will you still need me, will you still feed me
When I'm sixty-four"