Cuando jueces, fiscales y abogados son delincuentes

Me iba a poner pisiutico colocando a esta entrada Quis custodiet ipsos custodes? (¿quien vigila a los vigilantes? para los que no sabemos latín), esa línea se le ocurrió a Juvenal en un poema satírico del Siglo II D.C. que se refería a la fidelidad de las mujeres y sus cuidadores

Audio quid ueteres olim moneatis amici, (Escucho siempre el reproche de mis amigos:) 
"pone Seram, cohibe". Sed quis custodiet ipsos ("¡Enciérralas, contrólalas!" Pero ¿quién vigila) 
custodes? Cauta est et ab illis incipit uxor. (a los vigilantes? ¡Los planes de las esposas comienzan con ellos!) 

Como a nuestros amigos del tinterillato les gustan las locuciones latinas, pensé que sería buena idea empezar la entrada con algo así. Leo en Wikipedia 

El problema esencial fue planteado por Platón en la República, su obra sobre el gobierno y la moral. La sociedad perfecta, tal como la describe Sócrates, el personaje principal de la obra (véase diálogo socrático), se basa en obreros, esclavos y comerciantes. La clase guardiana está para proteger a la ciudad. La cuestión que se le presenta a Sócrates es «¿quién guardará a los guardianes?», o «¿quién nos protegerá de los protectores?». La respuesta de Platón a esta pregunta es que ellos se cuidarán a sí mismos. Afirma que se debe decir a los guardianes una «mentira piadosa». Esta consistirá en hacerles creer que son mejores que aquellos a quienes prestan su servicio y que, por tanto, es su responsabilidad vigilar y proteger a los inferiores. Afirma que hay que inculcar en ellos una aversión por el poder o los privilegios, y ellos gobernarán porque creen que es justo que así sea, y no por ambición 

En efecto, ¿que pasa cuando un policía, un fiscal o un juez empiezan a actuar como delincuentes comunes? La pregunta no es retórica, en Chile tenemos el multimillonario fraude de carabineros, ahora que se aquietaron las aguas seguramente los culpables volverán para su casita bien forrados, pero todavóa peor, hemos tenido fiscales y jueces que actúan como verdaderos delincuentes. El problema es que mientras más encumbrados y peor es el delito, resulta más difícil castigarlos, muchas veces estos delincuentes de cuello y corbata se mueren cubiertos de elogio, en lugar del escarnio que merecen.

Pienso en Eduardo Novoa Monreal, un delincuente nato, que no fue juez pero si un "destacado jurista, académico y abogado chileno, considerado «uno de los personajes más apasionantes de la historia reciente de Chile" según dice Wikipedia. Un personaje egolatra y malo del alma, corroido por el resentimiento y capaz de causar enormes daños. Novoa inventó la pueril justificación para el robo a las grandes compañías mineras en Chile durante la "nacionalización" de cobre, su tesis jamás ganó en ninguna corte internacional y por el contrario, nos costó a todos los chilenos embargos y miseria, al final las compañías terminaron ganando con la burda tinterillada porque igual hubo que compensarlos, con creces.

Novoa fue el prototipo del abogado sinverguenza con poder, como amigo de Salvador Allende, este le dio la tarea de buscar los famosos resquicios legales, decretos leyes olvidados que le permitieran un pretexto para robarse las empresas y así fue como durante la Unidad Popular más de 40.000 empresas fueron arrebatadas a sus dueños, según se jactaba el propio gobierno. El año 1975 Novoa escribió ·"El derecho como obstaculo al cambio social" lo que lo retrata como el delincuente que era, según él se podía robar y usurpar impunemente para ayudar a la revolución. Cuando volvió a Chile fue un paria, nadie lo quería por petulante, dicen que al fin de sus días se arrepintió de todo lo que hizo, pero nunca tuvo la hombróa de reconocerlo públicamente.

Novoa hizo escuela en Chile, desde entonces han aparecido muchos en la misma línea de conducta profesional (si puede llamarse así a sus actuaciones), siempre afines al poder de turno. Si hay algo que tienen en común Novoa, Juan Guzman, varios jueces y fiscales y la mayoría de los ministros de la Corte Suprema de hoy, es que han hecho sus carreras y han sido nombrados por el poder político, todos oportunistas seducidos por las dulces mieles del poder.

Con el Ministerio Público la situación es mucho peor y ya la hemos conversado antes. ¿Quien vigila a los vigilantes? ¿Que hacemos si un juez, un fiscal o un abogado poderoso es en realidad u delincuente movido por la ambición? Es la situación más peligrosa y tóxica que existe, quedamos todos bajo el capricho de estos pequeños Caligulas.

Yo no le veo salida fácil, porque cuando acumulan poder también van creando cortes de aduladores. Hoy nadie recuerda a José Cánovas Robles o a don Rafael Retamal López, que deben haber sido los dos únicos jueces que se pararon ante los abusos de derechos humanos durante los militares, porque ellos fueron honestos y modestos. Pero estos otros fantoches de cartón, que aparecieron haciendo el papel de "justicieros" cuya sed de justicia apareció justo cuando solo podían recibir beneficios y nombramientos, hoy están tapados de honores. Para donde uno vaya se encuentra con premios y artículos laudatorios para el delincuente Novoa Monreal, para Juan Guzman y todo el resto de la claque. Los peores siempre se las arreglan para caer parados y quedar bien. Pero el resultado es este: