24 noviembre 2022

Los clichés de cada generación

Partamos por los años sesenta. Aunque no me acuerdo mucho, el cliché de moda en esos años era "liberarse". Fueron los años en que apareció la píldora anticonceptiva y las mujeres ya podían hacer el delicioso sin miedo a quedar embarazadas. Entonces empezó la liberación femenina con las mujeres quemando los sostenes y mostrando las tetas como si fuesen condecoraciones, entre otras cosas. También exigían salir a trabajar y en general hacer todo lo que hacían los hombres. Fue un cliché muy agradable mientras duró, especialmente por lo de las tetas ya que a diferencia de hoy, eran normalmente las más ricardas las que exigían liberarse..

De eso empezaron a salir otras liberaciones, la sexual desde luego y la liberación de las drogas, cuando no tenía nada de malo fumar marihuana o consumir LSD, también la liberación de los hippies que vivían en comunidades promiscuas. Todo eso fue muy bueno mientras duró, pero como dice el dicho "demasiado de una cosa buena y deja de ser buena", así es que hubo demasiado de todo y la famosa liberación empezó a decaer en popularidad hasta pasar de moda.

En los años setenta el cliché era ser comprometido, los neutrales o indiferentes a los asuntos políticos eran vilipendiados, eran años donde se exigía a todos -del color político que fueran- compromiso y consecuencia. Esto queda reflejado muy bien en la canción de Victor Jara "nii chicha ni limoná" que fue muy popular en esos años

Arrímese mas pa' ca
Aquí donde el sol calienta
Si uste' ya está acostumbrado
A andar dando volteretas
Y ningún daño le hará
Estar donde las papas queman
Y ningún daño le hará
Estar donde las papas queman
Usté no es na
No es chicha ni limoná
Se lo pasa manoseando
Caramba zamba su dignidad...

Todos tenían que ser comprometidos como el Ché Guevara si eran de izquierda o bien nacidos si eran de derecha, nada de términos medios. Algunos se quedaron pegados en esos años pero no muchos, nuestro merluzo y los suyos son un gran ejemplo de como la capacidad para darse volteretas y andar donde el sol más calienta, el compromiso ya está de capa caída.

Recuerdo como en los años ochenta el cliché en Chile era progresar económicamente y no meterse en política. Casi todos estábamos podridos de la politización de la década pasada. El país había crecido mucho y muy rápido así es que la consigna era prosperar y vivir tranquilo. En esos años empezaron a aparecer.los cuescos Cabrera, como los caracterízó el humorista Coco Legrand, es decir jóvenes de familia humilde (por eso no eran cuesco Larraín ni nada de eso), ingenieros comerciales o contadores que las empresas se los peleaban para que fueran gerentes.

Tuve muchos amigos de esos en los ochenta, incluso los que no éramos gerentes de nada pensábamos muy parecido: que la política es lo más sucio y dañino, que teníamos que trabajar como burros para prosperar, que lo más importante era vivir tranquilo y cosas así. Muchas de esas ideas yo todavía las tengo, excepto las ganas de trabajar que se me pasaron hace rato, afortunadamente. Se podría decir que soy un ochentero.

En los años noventa se puso de moda el cliché de la solidaridad. Habían vuelto los políticos a reconquistar al país y muchos -ingenuos- creímos que finalmente vendría la alegría sin los malditos milicos en el poder: todo sería más justo y solidario gracias a la política. 

Que ingenuos fuimos, es increíble como les compramos el cuento que "la alegría ya viene", al final la alegría les llegó solo a ellos a costa de jodernos a todos los de a pié, es decir todo volvió a ser tal cual como fue en Chile entre 1920 y 1973: 53 años de sometimiento a una pandilla de barones ladrones que nos siguen exprimiendo como un limón con el pretexto de ser solidarios.

En los años dos mil tuvimos a Ricardo Lagos, el primer presidente socialista desde Salvador Allende que nos vendió el cuento de "crecer con igualdad". Es increíble como estos miserables han conseguido convertir sus intereses en clichés, vistiéndolos de ideales nobles y buenos. Lo que decía Lagos y sus secuaces era algo así como "el crecimiento y todo eso está bien, pero hay demasiada desigualdad, tenemos que seguir creciendo pero de manera mucho más igualitaria".

Lo que no decía este miserable era algo que todo el mundo sabe: no se puede crecer y repartir al mismo tiempo: o crecemos y creamos riqueza o repartimos pobreza, crecimiento e igualdad son objetivos opuestos. Pero, igual que con el cuento de la solidaridad muchos tontos picaron y eso que la desigualdad era mala se convirtió en cliché: todos tenían que ser iguales. En el mismo sentido que en la granja de Orwell, claro, donde los cerdos eran más iguales que el resto de los animales.

En los dos mil diez con la llegada de la dupla maldita Bachelet.Piñera -esa serpiente de dos cabezas-  impusieron el cliché de la sociedad de derechos.Atria y otros ignorantes que leyeron a John Rawls sin entender una palabra, elaboraron el mito que la sociedad ideal a la que debíamos aspirar es a que las personas, por el solo hecho de nacer en el país eran acreedores de una lista de derechos sociales, que con el paso del tiempo se fue alargando al infinito. Y esa lista absurda se plasmó en el mamarracho de constitución que nos pretendieron imponer.

Todas estas ideas, ignorantes y superficiales, nutrieron a la generación de indignados, empoderados, moralistas furiosos contra un "sistema" que no les otorgaba los derechos naturales de los que se creían legítimos propietarios. Como ha pasado poco tiempo muchos todavía no se despabilan y no se dan cuenta de cómo los engañaron. Ya abrirán los ojos y se darán cuenta que los mugrosos "derechos" que los políticos les aseguraron eran un simple y viejísimo timo.

Llegamos a los años dos mil veinte y yo pensaba cual será el cliché de esta década. Me acabo de dar cuenta al recordar que el Tomás Jr, criticándome porque -en su modo de ver- no me preocupo lo suficiente por cuidar al perro, me dijo que me "hazte cargo". ¡Ahi lo tenía! hacerse cargo es el cliché de nuestra época. Todos critican a los demás para que se "hagan cargo", claro que ninguno quiere hacerse cargo él mismo.

Es algo muy característico eso de ver la paja en el ojo ajeno, Asignamos responsabilidades a los demás al mismo tiempo que rechazamos a asumir ninguna responsabilidad nosotros mismos. Me acordé cuando hace años iba con un amigo por la calle en Iquique y un tipo tiró una cáscara de platano por la ventanilla del auto. Mi amigo se enfureció alegando que vivimos en un país de indios asquerosos, que eso no pasa en países desarrollados como Japón o Alemania.

Se equivocaba y yo -que he estado en Japón y Alemania- le dije que eso también pasa allá pero cuando alguien bota basura al suelo, el que va atrás la recoge y la tira donde corresponde. En Chile en cambio, el reclamón alega indignado y hasta manda una carta al diario, pero la basura queda donde mismo. Esa es, más o menos, la idea detrás del cliché de "hacerse cargo" que en realidad significa que otros se hagan cargo y criticar a los demás sin mover un dedo para solucionar los problemas por si mismos.

Todos estos clichés o ideas que se ponen de moda según la época tienen algo en común: decir una cosa pero hacer otra, que es algo que parece estar en el ADN nacional. 

Las mujeres liberadas siguen esperando que el hombre les pague la cuenta- Los comprometidos hablaban mucho pero en la práctica no se comprometían con nada, es cosa de ver como actuó la izquierda el año 1973. Los cuescos Cabrera, apóstoles de la meritocracia, cayeron redonditos cuando llegaron los políticos a ofrecerles el oro y el moro. Los que querían crecimiento con igualdad, igual que los solidarios de los noventas estaban muy de acuerdo con eso, siempre que fuera con plata de otros, jamás con la suya. Los indignados con los derechos se olvidaron -o se hicieron los lesos- que cada derecho tare obligaciones, ninguno se sentía obligado con nadie, obviamente.Y como ya dije, los que dícen ¡hazte cargo! se refieren a los demás, nunca a ellos mismos. 

 Así es la cosa pues, hasta mañana.

14 comentarios:

  1. No se hacen cargo ellos mismos, ni se hacen cargo de ellos mismos. Ni hablar de hacerse cargo de las consecuencias de sus displicentes actos.

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    1. Claro Máximo, algo que se me olvidó poner es que en el lenguaje de los millenials que están en la política y el gobierno, la expresión que más usan es "hacerse cargo", dicen por ejemplo "nos hacemos cargo del problema migratorio, de la delincuencia, de la inflación", etc. etc. xomo si con solo decirlo las cosas se van a solucionar mágicamente, porque -como es obvio- no mueven un dedo para solucionar nada. Como piensan que el lenguaje crea realidad, creen que basta con decir algo ya hicieron todo lo necesario para que el problema se solucione.

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  2. Pareciera que hay dos "hacerse cargo"
    El antiguo, en el cual nos hacíamos cargo de un problema y pasaba a ser nuestra carga. Yo me encargo. De llevar al viejo al médico, de comprar los bonos, etc.
    Y el de ahora. El de los millennials, en quienes "hacerse cargo" significa algo así como un "tomo nota" sin ninguna intención posterior de encargarse del asunto.

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    1. Claro Marcelo, uno decía "yo me hago cargo de..." cuando había algo que nadie quería hacer. Ahora es una especie de indignación moral porque ñps demás no hacen lo que ellos tampoco quieren hacer.
      Eso de la cáscara de plátano (es historia real) muestra bien en que consiste, cuando le dije a mi amigo por qué no recogía él la basura y la tiraba en un tacho que estaba ahí mismo (andábamos por Playa Brava) me dijo -¿tai más weon, por qué la voy a recoger yo? ¡que la recoja el chancho asqueroso que la tiró! Bueno, yo fui a recogerla y -ante sus ojos- yo quedé como un tonto, que hacía el trabajo que le correspondía "a otro"

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    2. Ja! buen concepto. Hay un "hacerse cargo" que es como golpearse el pecho, ver la pelìcula y llorar un poco. Tomar conciencia, pero lo que se dice hacer, no hacer nada. Se aplica en varios rubros. Mi mujer, por ejemplo. ama los animales y no quiere sacrificar a ninguno - pero come carne como un gaucho en medio de la Pampa. "Es que esos ya están muertos" me dice. Uls

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    3. JAJAJA! pero no puedes negar que la lógica es impecable: si ya están muertos ¿cual es el problema con manducrase a los pobres animalitos? Muy buen argumento

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  3. Me recordo al Cochino de Felipe Berrios ...que Chile deberia hacerse cargo de los pobres extranjeros....el muy hijo ·$""&/


    Marcelo

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    1. Hay una especie de síndrome raro en los jesuitas que se terminan acostando con la gente que "protegen". No conozco el casó específico de Berríos y desconfío mucho de esas acusaciones ex post, pero he conocido muchos casos de esos, con hombres y mujeres. Parece que su concepto de "amor al prójimo" es un poco exagerado jaja

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  4. Los bichitos nuevos tiene una rara mezcla de ser profundamente individualistas y al mismo tiempo esperar que la sociedad, el estado, la gente, se haga cargo, pero por supuesto no con "sus" recursos. Narcisos se sienten siempre en la linea correcta y superior, solo que los otros ( todo tipo de otros), impiden que todo ande bien. Con solo esos bichitos votando el populismo prende como pasto seco; felizmente aun chilito tiene una reserva moral, que voto el 04.09...pero no sera eterna.

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    1. Si Wilson, el narcisismo es parte de la cuestión, lo mismo ue ese concepto de "los otros" que están obligados moralmente a hacer la pega que ellos no quieren hacer.
      Pero no hay que perder de vista que es solo una moda y va a pasar, tal como pasaron muchas modas antes. Lo único permanente es el cambio así es que no vale la pena quejarse o hacerse mala sangre con algo que es solo una moda pasajera.

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  5. La liberación femenina de la década de los setenta fue una idea de los Rockeffeler para destruir a la familia, según contó un cineasta que lo entrevistó.
    A los millenials les han lavado el cerebro en la educación. Hay que cambiar la enseñanza.

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    1. No Javier, te puedo asegurar que no fue así. En esos años no existían redes sociales y lo que opinaba y quería Rockefeller llegaba a poquísima gente. En realidad siempre se ha exagerado mucho con eso.
      Tampoco es adoctrinamiento, basta mirar las generaciones de cubanos que se han criado en escuelas adoctrinadoras, o los chinos comunistas que crecieron durante MAo y un largo etc. no se demoraron una semana en cambiar totalmente de convicciones y de opinión. Es muy poco lo que pueden hacer las escuelas y su adoctrinamiento, que casi siempre es contraproducente. Los ateos más fanáticos vienen de los colegios de curas

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  6. Más que el hazte cargo, esta es la generación de la """"""empatía"""""" con todas esas comillas. Todo el mundo debe tener empatía menos los que la exigen. Es más, cuando a alguien se le reprocha su mediocridad o no hacerse cargo de algo, al tiro tira que le deben tener empatía como excusa.

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  7. El cliché que he vivido gran parte de mi vida es el "ud. debe ser profesional universitario", con esta ola de calor, aflora todas las tandas publicitarias de cuánta casa de estudios, la única que generaba mi agrado era del CFT "Simón Bolívar". Hay al menos 2 generaciónes completas imbuidas, algunos amigos me instan a que siga más y más postgrados, siendo que muchos acartonados son descartados por estar "sobrecalificados" traducción: no te pagaré 8 millones de pesos mensuales.
    Hay clichés más recientes, pero se deben esperar 30 años al menos para vislumbrar sus efectos.

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