Dos buenas películas

No había escuchado sobre "El nuevo cine argentino" hasta que me topé con la película Novias, madrinas, 15 años, del año 2011, que me enganchó enseguida porque toca algo que yo mismo hacía en los años noventa: el pequeño negocio familiar, la tienda.

El argumento es muy sencillo, solo se van presentando cada uno de los trabajadores y el dueño, que cuentan un poco de su historia personal, describen su trabajo y hablan -como no- del mágico proceso de la venta en mostrador.

La tienda es lo que en Argentina llaman una sedería, es decir venden telas  y su público son principalmente mujeres que compran las telas y encajes para hacer sus vestidos de fiesta.

Es un negocio que existe realmente en Buenos Aires, todo en la película es familiar, partiendo porque los realizadores son los hijos del dueño. El tema así contado no podría parecer más aburrido, pero está muy bien desarrollado. Vale la pena verla.

Cuando yo ganaba plata sin hacer nada
Como muchos saben yo tuve un negocio de "grandes tiendas" -de grande solo tenía el nombre- donde vendía ropa usada entre fines de los 80 y comienzos de los 90, como pueden ver no duré mucho como comerciante. En el blog Mi aventura en Bolivia cuento un poco como fueron esos años.

El comercio al por menor -casi siempre una pequeña empresa familiar- es un mundo poco conocido y lleno de recovecos aunque parezca sencillo. Lo vemos por todas partes y allí está la base de nuestra pirámide económica. 

Desde el punto de vista del dueño la cosa se ve simple: basta con comprar barato y vender más caro. Cuando al principio yo dudaba en embarcarme en esa aventura, mi primo y mecenas me animaba diciendo "¡vas a ganar plata sin hacer nada! Solo abres el negocio y te sientas esperando que te vengan a comprar, en la tarde cuentas la plata".

Esa idea de recibir plata sin hacer nada fue lo que terminó por convencerme. Ojalá hubiese sido así de sencillo.

Claro que antes de tener negocio yo había pasado varios años vendiendo programas de inventarios, cuentas corrientes y cosas así para negocios pequeños y medianos, así es que no puedo alegar ignorancia. Conocí a muchos comerciantes y de un día para otro ya era uno de ellos.

Pero ni me imaginaba en lo que me estaba metiendo cuando abrí una tienda primero y después otra. Empezaron a pasar los millones por las manos y apenas los contaba y depositaba se escurrían -como el agua entre los dedos- en pagar sueldos, leyes sociales, impuestos y sobre todo las grandes deudas por mercadería.

Yo que había vivido vendiendo programas y dando consejos a otros comerciantes, cuando me llegó el turno, jamás pude controlar mi propio boliche. El asunto me superó completamente. 

Y cuando finalmente llegó la quiebra, este flamante empresario tenía un desorden y descontrol espantoso, nunca llegué a aplicar mis propios consejos. Por eso siempre hay que desconfiar de los asesores.

Dicen que el dueño del negocio y sus empleados nunca deben ser amigos, eso es cierto y me consta, porque el costo emocional de tener que despedir a los amigos es algo espantoso. 

Si me llego a morir de cáncer será por  los malos ratos de esos años, los días previos al que me vi obligado a cerrar las tiendas. Ese mal momento no se lo deseo ni a mi peor enemigo.

Igual que en la película, yo llegué a tener seis y hasta ocho vendedoras contratadas, dependiendo del período. Y lo quiera uno o no, el hecho de pasar tantas horas viéndose la cara todo el santo día establece un fuerte vínculo, casi familiar dentro del negocio.

Eso es independiente de que las relaciones laborales ean buenas o malas, es como una familia bien o mal avenida, siempre es una especie de familia y a veces los lazos de amistad que se forman pueden ser muy fuertes.

Por eso me enganchó tanto la película, creo que vi reflejada una parte importante de mi propia vida, cuando me dedicaba a comprar barato, vender caro y comtar la plata en la tarde antes de cerrar. Los que creen que es muy sencillo deberían intentarlo, entonces verían que otra cosa es con guitarra.

Fellini inteligible
Pero como les dije eran dos las buenas películas. La otra se llama Prova d orchestra (Ensayo de orquesta) de Federico Fellini, estrenada en 1978, solo encontré fragmentos en Youtube como el del link donde podemos escuchar la alucinante música de Nino Rota, o este otro fragmento donde los "professore" discutin sobre la simpatía y antipatía entre distintos instrumentos.

Nunca me han gustado las películas de Fellini, pero esta que es considerada una obra menor, junto con Amarcord, creo que son las dos buenas películas que hizo, ambas son entendibles y que no caen en el gran vicio de sus películas que es la fantasía desbocada donde al final no se entiende absolutamente nada.

Igual que la película argentina Ensayo de orquesta prácticamente no tiene argumento, es simplemente un grupo de músicos de orquesta que hablan de cualquier cosa para un "documental" que está haciendo la televisión a la orquesta, pero hacia el final la cosa se desboca en un estallido de violencia de los músicos, contra el directos primero y luego contra el metrónomo.

Los músicos destrozan todo, hay una muerte, la iglesia del Siglo XI se destruye, en fin, locura total. Para nosotros que vivimos la violencia callejera en octubre del 2019, esta película toma mucho sentido, porque se trata justamente de eso.

Las dos películas tienen la forma de un documental, pero no son documentales, para nada. Lo que hacen es describir una especie de pequeño mundo que resulta ser un modelo de la sociedad en que vivimos, van de lo particular a lo universal. Ambas las recomiendo mucho.