Si puedes, no vayas al médico

Es el nombre de un libro y aquí pueden ver el video de una entrevista al autor, que es el doctor Antonio Sitges. Como podrán imaginar a mi me llamó la atención el título, porque coincide con algunas ideas que yo tego en relación a las enfermedades y la medicina.

Los que siguen un poco este Templo del Ocio me han leído reclamar contra la epidemia de hipocondria que -a mi modo de ver- está cruzando nuestra sociedad, al menos en Chile.

Se podría pensar que yo soy de los que despotrican contra los medicos y el sistema de salud en general. No es así, tengo una buena opinión de muchos médicos y mejor de nuestro servicio de atención primaria.

También me parece que el Hospital Regional de Arica al menos, que es lo que conozco es estupendo, esa parte creo que anda bien, pero hay otras que andan bastante mal.

Con el cáncer de McDonnell pude seguir de cerca el proceso y me permitió ver las maravillas y las miserias de la forma en que se enfrentan normalmente las enfermedades graves.

Tom McDonnell tenía la típica mentalidad americana para afrontar las enfermedades, todos los años se hacía un chequeo que comprendía la visita al médico y una gran cantidad de exámenes.

Como ex militar, en Estados Unidos tenía servicios médicos gratis en el Servicio de Veteranos y en Inglaterra también tenía ese beneficio así es que los años que viajaba aprovechaba de hacerse el overhauling gratis ¿qué podía salir mal?

Todo, porque pese a la cantidad de examenes y revisiones anuales de primer mundo, no fue hasta que le empezaron las diarreas incontrolables que comenzó su peregrinaje por más de siete médicos locales. Los exámenes no sirvieron para detectar nada.

Como yo era el traductor, entraba con él a las consultas y lo primero que me llamó la atención es que prácticamente ningún médico -aparte del último- le hizo una revisión exaustiva, la mayoría ni siquiera lo miraba y hacían preguntas mirando y escribiendo quien sabe que tontera en el computador. 

Mi impresión es que trataban de achuntarle por descarte en base a preguntas, que tal vez entraban a un sistema experto en el notebook, como esos que usan los mecánicos de autos.

Un médico general le hizo una breve revisión pero se notaba a la legua que no sabía lo que estaba haciendo. Le estuvo recetando un montón de remedios que no tuvieron ningún efecto. Había que buscar una segunda opinión.

Otro prestigioso gastroenterólogo, le hacía preguntas mientras miraba fijo un papel donde escribía con letras de pata de araña. Era tan veterano que ni siquiera usaba computador. 

Así y todo le tocó el abdomen y comentó "lo noto medio hinchado". Recetó otra lista de remedios, todos inútiles y una nueva batería de exámenes igualmente inútil.

Un tercero, de los que recuerdo, joven y muy seguro de si mismo, le dijo que si no quería arriesgarse con la endoscopia le podía dar una pildorita con una cámara, que hacía lo mismo. 

Un millón de pesos costó la gracia y el resultado de la camarita aseguró que no tenía absolutamente nada "venga el año que viene para chequear de nuevo" dijo. 

Recuerdo que Marcelo acá mismo me comentó que era una aparato inútil y costoso. Así mismo fue.

En fin, fueron varios por el estilo, finalmente me acordé de mi buen amigo el doctor Renato Aguirre que me dejó fuera de la consulta, ya que habla perfectamente inglés y lo iba a examinar poniendo "el dedo en la llaga", con lo cual supongo que mi amigo Tom perdió la virginidad.

Después de ese exámen nos comunicó muy afligido y furioso con los demás doctores que estaba prácticamente seguro que tenía un cáncer muy avanzado, había que hacer una biopsia para confirmar, pero era un caso que un estudiante de tercer año habría detectado enseguida con facilidad.

¿Las opciones? Prácticamente ninguna, nos dijo que tenía un amigo en Santiago que era el único que podría operar en ese estado de avance, que la operación era muy compleja y duraba más de diez horas, como mi amigo doc tiene más de setenta años dijo que lamentablemente él no estaba en capacidad de hacerla. Además el pronóstico era malo.

Cuento corto, después de un año gastando plata y perdiendo el tiempo Tom decidió ir a cuidados paliativos, o sea la clínica del dolor. Ellos fueron los que lo cuidaron hasta el día de su muerte, esos si hicieron un gran trabajo.

Recordarán que yo había pasado los dos últimos meses -tal vez un poco más- con los mismos síntomas del McDonnell. diarreas violentas alternadas con fuerte costipación. además sentía claramente que tenía taponada la cañería, igualito que mi amigo.

La Pilar y todos los demás me repetían que fuera a verme al doctor y yo pensaba ¿para qué? ¿para que se queden con mis ahorros? Si tengo cáncer que se desarrolle tranquilo nomás, después en la unidad del dolor me apañan hasta el amargo final, esos si que sirven.

Bueno, tal vez recuerden que Marcelo colocó un comentario al pasar, algo así como "lo que tienes es solo stress, se te va a pasar solo". Ni siquiera había pensado en esa posibilidad.

Lo notable es que al parecer efectivamente se me pasó y llevo unas dos semanas haciendo mis obras benéficas de la manera más normal del mundo. Bueno, casi normal pero increíblemente mejor. El efecto placebo es muy potente, especialmente para mi.

Es un asunto que tiene un millón de aristas que deberían interesarnos a todos. Mal que mal todos nos vamos a enfermar y a morir en un momento dado, no hay nadie que se salve de eso, así es que es bueno tener cierta estrategia frente a las enfermedades.

Por ejemplo, la mayoría de los diagnósticos, tratamientos y de la prescripción de medicinas están basados en estudios estadísticos doble ciego que son extremadamente complejos de entender e interpretar matemáticamente.

Sin embargo no conozco a ningún médico con estudios matemáticos lo suficientemente avanzados como para entender profundamente esos estudios. Entonces solo leen los abstract y las conclusiones, aceptando todo el resto por autoridad.

O sea que muchas veces -tal vez la mayoría- saben tan poco como yo del maldito asunto. Por eso tengo una enorme, gigantesca desconfianza en el diagnóstico o tratamiento de cualquier médico joven.

Si un médico le achunta -y algunos lo hacen con harta frecuencia- será siempre por experiencia, por intuición o por simple azar. Si alguna vez caigo en garras de un galeno, que sea lo más viejo posible, aunque también hay algunos viejos que no sirven para nada. Bueno, también está la reputación.

Esa es -más o menos- mi estrategia frente a las enfermedades y la muerte. Si tienen que venir que venga, lo más rápido posible. 

Un buen amigo me conversaba que si el suicidio asistido fuese legal en Chile, como es en Suiza, él en caso de una enfermedad grave el se suicidaría. Yo le contesté que si uno se pudiese matar así de fácil yo lo haría al primer dolor de muelas...