Cuando me despidieron de mi primer trabajo

Otro día de dentista en Tacna. Tuve más de 3 horas de endodoncia y la doctora hizo un trabajo muy meticuloso que estaba planificado para 3 o 4 sesiones, este sábado me toca ir de nuevo y dependiendo como haya evolucionado podria terminarse en solo una o dos más, la doctora avanzó mucho. 

Ne tenido bastante suerte porque no me ha dolido nada, la dentista me preguntaba a cada rato si me dolía o me molestaba, pero nada, solo la gran molestia de estar tanto rato con la noca abierta, me debo estar momificando porque ya nada me duele.

Pese a que cuando uno viaja de Arica a Tacna los precios de la comida en restaurante y todo eso son prácticamente lo mismo, el costo de vida para el que vive en Perú debe ser mucho más bajo porque ganab poco en comparación con Chile.

Por ejemplo de los 500 dólares que me costó el tratamiento, la mitad es el costo de material: las muelas falsas, puente, prótesis temporal  y todo eso. He tenido como 10 horas de dentista y llegaré a unas 15 a 20 en total, dividido entre 250 dólares da un valor hora-dentista que -a mi modo de ver- es muy barato.

Esa es la suerte de vivir en la frontera. En fin, si tengo suerte, la próxima semana podré sonreir con la boca abierta y mascar a mis anchas, Otra cosa que me di cuenta es que por culpa de las molestias de las muelas antes apenas podía dormir, ahora duermo como un lirón.

Como comentaba Ricardo, parece que ya pasó lo peor y ya estoy en la recta final. 

En el viaje de vuelta venía recordando mis años de contrabandista. La primera vez que fui a Tacna fue en 1969 y en ese tiempo los controles fronterizos estaban separados por unos 10 kilómetros, el control chileno estaba justo en el desvío al aeropuerto y el peruano en el "valle" de Hospicio.

Hoy esos dos controles están en ruinas, se podría filmar una buena película de acción en esas ruinas abandonadas en pleno desierto. Años atrás había una ancha franja de "tierra de nadie" donde no se metían las respectivas policías para dejar que nosotros, los honestos contrabandistas, trabajásemos tranquilos.

Creo que esto lo he contado antes, cuando trabajaba en Zona Franca de Iquique me iba bien, tenía mucha amistad con los proveedores japoneses después de mi viaje para allá y cuando alguno venía a Chile yo me iba a Santiago con "billetera libre" para atenderlos y entretenerlos, tal como ellos me atendieron allá.

Pero algo andaba mal y se me subieron los humos a la cabeza. Yo estaba descontento y cada día de más mal humor. No tenía horario fijo porque me pagaban por día trabajado, asi es que los primeros dos años viajaba a Iquique todos los lunes y me volvía a Arica los viernes en la tarde.

Como ya estaba podrido con el trabajo, con mi jefe y con todo, llegó un momento en que iba a trabajar solo uno o dos días a la semana, con la leche cortada, idiota con todo el mundo. 

Entonces Gabriel Abusleme, que era el gerente que me dio la oportunidad llevándome a trabajar para allá finalmente me encaró y me dijo "oye Tomás, no se que pasa contigo, andas odioso, mal educado, no vienes nunca a trabajar. Esto no puede seguir, o firmas un contrato y trabajas de lunes a viernes como todo el mundo o te vas"  

Yo no contesté nada, salí para mi oficina, empaqueté mis cosas y me mandé a cambiar. Estaba despedido.

El dueño de la empresa andaba viajando por Oriente, don Zvi Posner, un judío que yo admiraba y me tenía buena. Cuando volvió me invitó en Arica a tomar un café y me dijo "Tomás, tu eres habil, muy habil", entonces pensé que me iba a pedir que volviera al trabajo. 

Pero después de una pausa me dijo "lo que te falta es ser inteligente, Gabriel es el gerente y si te despidió te tienes que ir nomás, mala suerte y chao". También me dijo que esa experiencia me iba a servir mucho en el futuro, tenía razón.

Pero no me dejó botado, me pasaba mercaderías para que llevara de contrabando a Tacna: teclados electrónicos principalmente, yo los pasaba, los vendía allá y se los pagaba a la vuelta. Viví uno o dos años de eso.

En el viaje de vuelta en el bus, me venía acordando como a fines de los ochenta el contrabando estuvo en su punto más alto, en las noches se hacían fogatas en la "tierra de nadie" por donde pasaban los pistacos  por la franja de tierra recién sembrada con miles de minas antipersonal y antitanque.

Yo nunca pasé caminando, mis bagallos los pasaba escondidos en el auto. Bueno, teóricamente escondidos porque me hice amigo de los guardias aduaneros y policías así es que nadie me revisaba, Cuando me empezaron a proponer que pasara otras cosas fue que me asusté y lo dejé. Justo a tiempo.

En fin, buena parte del cariño que tengo por Tacna viene de esos años de contrabandista y de cuando trabajé en la Municipalidad Provincial, en el año 2008, por eso siempre digo que es como mi segunda casa, así es como realmente me siento allá.

En fin, ahora que tengo los dientes buenos y duermo sin problemas ando siempre con sueño. Volví de Tacna como a las 7 PM hora chilena y caí en una larga siesta, me desperté a medianoche y medio atontado me puse a escribir la entrada de hoy, ahora me iré a dormir de nuevo, con permiso.