Antisemitismo, Renacimiento, comerciantes y Martin Lutero

Leía la otra vez sobre los judíos que empezaron a llegar a los ducados de Italia  entre los años 900 y 1100 donde se crearon los primeros gettos judíos. La historia del getto de Florencia está muy ligada a la familia Medici, duques de Florencia, entre los años 1397 y 1737. 

El primer gran duc de florencia de esa familia fue Cosimo Medici, un personaje extraordinario, amante de las artes y ambicioso que puede considerarse como el padre del Renacimiento. Resulta que su padre había fundado el Banco Medici y tenía la ambición de convertirse en emperador.

Con ese objetivo en mente salió a buscar apoyos, que no encontró en otros monarcas porque lo consideraban un nuevo rico, así es que acudió al Papa. Este prometió apoyarlo siempre y cuando expulsara a los judíos.

Pero Cosimo les tenía simpatía, era hombre de negocios y sabía que expulsarlos sería el suicidio de Florencia porque los judíos en esos años eran los únicos que prestaban cobrando interés, algo fundamental para el ducado que se enriquecía enormemente del comercio de telas. Para crecer era indispensable el capital y los servicios de los judíos.

Entonces encontró una solución de compromiso: no expulsaría a los judíos pero los confinaría en un barrio de donde no deberían salir, es decir en un getto como el que se estableció en Venecia en 1516 por similares razones.

Como dije, Cosimo estimaba a los judíos así es que estableció el getto en pleno centro de Venecia, en algunas manzanas con propiedades que eran de la propia familia Medici y otras que mandó a expropiar y pagó con depósitos en el Monte de la Piedad, el banco y casa de empeños de la ciudad camuflado de organismo de beneficencia.

El getto judío de Florencia duro como 300 años y fue el motor económico que financió el florecimiento de las artes y la ciencia que hoy conocemos como Renacimiento, sin esa plata judía y la astucia de los Medici el Renacimiento no hubiese existido y Florencia no se habría convertido en una de las ciudades más maravillosas del mundo, como es hasta el día de hoy.

La familia Medici (en italiano significa "médicos") fue tremendamente exitosa gracias a la habilidad financiera, el buen gobierno y los matrimonios hábilmente arreglados; tuvieron cuatro Papas y dos reinas de Francia,  entre muchos otros poderosos.

Leyendo la historia de esa extraordinaria familia de campesinos enriquecidos, con poder en Toscana y Florencia durante más de tres siglos, me puse a pensar en cual habría sido el secreto para ser tan exitosos, cambiando la historia de la humanidad con una nueva era: el Renacimiento.

Creo que el secreto fue que eran comerciantes. Durante toda la Edad Media y antes, las dinastías eran de reyes guerreros, que acumulaban poder avasallando e invadiendo. Como tenían esa cultura depredadora, apenas moría el rey se desataba una guerra fratricida entre la viuda y los hijos por la sucesión, por eso duraban poco y los reinos vivían contínuamente en guerra.

Acostumbrados a imponerse por el miedo y la violencia, eran muchas veces despreciados por sus súdbitos, en cambio los gobiernos o sociedades de comerciantes tratan de buscar la cooperación y los arreglos por la buena, así es como generan sociedades más pacíficas y estables.

En las islas griegas de la antiguedad tenemos los ejemplos de Atenas y Fenicia, cuidades de comerciantes, en contraste con Cártago, Esparta o las demás que vivían al salto de la mata. 

Esparta, la única sociedad comunista que ha existido, duró muchos años infundiendo terror pero jamás despegó de la mediocridad, la gente era chata y miserable, prácticamente no dejó nada de valor para la cultura ni la historia.

Sin ir tan lejos veamos América Latina en el Siglo XIX, los países que tuvieron caudillos militares, conquistadores, fueron un desastre, llenos de guerras civiles, desorden y pobreza. 

En Chile tuvimos la suerte que -en un momento de anarquía- llegara a hacerse cargo del país un comerciante, que le puso corset al país y lo metió en un zapato, don Diego Portales es nuestro auténtico Pater Patriae.

Pero saltemos de nuevo al pasado lejano, a los años del Renacimiento.  Los que han tenido la suerte de leer "El mercader de Venecia" de Shackespeare,  recordarán el juicio contra el judío Shylock, un tipo despreciable que cuando el consejo lo amenaza con castigo él se escuda en la ley y amenaza que si lo condenan contra la ley permitiendo que su contrato sea  desobedecido, la infamia caerá sobre Venecia y nadie querrá comerciar con ellos.

Eso retrata perfectamente el "estado de derecho" que tenían algunos ducados italianos en ese tiempo, el judío podía ser despreciado pero no podía ser castigado contra la ley,: tenía los mismos derechos que cualquier otro ciudadano de Venecia y ni siquiera el gran duque podía obligarlo a romper el contrato.

Por eso me caen bien los judíos, en general claro, porque hay algunos que son una basura como en todo grupo. Pero la sociedad judía siempre ha sido de comerciantes y si ahora están armados hasta los dientes es porque tienen que defender su existencia contra bandas de gente salvaje y violenta como son los terroristas.

No me cabe duda que la vida es más feliz en Israel que en cualquier sociedad dictatorial dirigida por fanáticos religiosos, como son sus enemigos.

Alguna vez escribí una entrada que se llamaba Por qué no quieren a los judíos donde mencionaba a Nietsche  y Hitler como los mayores antisemitas, pero el asunto viene de mucho más atrás.

Uno de los más furiosos antisemitas fue Martin Lutero que, entre otras joyas, escribió Sobre las mentiras de los judíos. Furioso porque no aceptaron convertirse a su deschavetada religión escribió algo así como "nosotros tenemos la culpa por no haberlos matado".

Así era este curita, cuyo panfleto fue profusamente reeditado en tiempos de Hitler y ayudo mucho en la campaña popular que terminó con campos de concentración, cámaras de gas y hornos.