09 julio 2024

Cuando me salvó el Readers Digest

Infierno
Cae otra noche fría del maldito invierno, veo en Internet que tenemos 15 gélidos grados Celcius con 73% de humedad ¿Cuando se terminará esta pesadilla? Menos mal que el sol sigue saliendo todos los días, el día que el sol no se aparezca no me levanto.

En fin, solo me queda esperar que llegue septiembre cuando se termine este infierno y volvamos a tener los días cálidos y soleados de siempre. Al mal tiempo buena cara, dicen.

Creo que ya conté que hace muchos años, en los ochentas, un señor -de apellido Celedón si no recuerdo mal- que era gerente del mejor hotel que había Arica, se le ocurrió una genial idea: el hotel devolvería el dinero a los huespedes por cada día en que no apareciera el sol.

Jugaba con los dados cargados, porque según la estadística histórica, en Arica apenas había un par de días al año en que el sol no aparecía, lo que es cierto hasta hoy, pese a los viejucos que disfrutan quejándose que "el clima ya no es como antes".

Pero bueno, como dijo Wilson hace unos días "si quieres hacer reir a Dios, cuéntale tus planes", Resulta que ese mismo año de la promoción de invierno, pasó como un mes completo en que el sol no se asomó. 

La pérdida debe haber sido muy grande y el creativo gerente tuvo que buscar otro trabajo. Tal vez estoy chocheando y la historia no haya sido exactamente esa, pero al menos así es como yo la recuerdo. Si algún ariqueño de esos años recuerda ese fiasco que me lo confirme... o que lo desmienta si es que me equivoqué o estoy exaagerando.

A veces me han preguntado de donde saco tema para escribir todos los malditos días y yo mismo no lo se, la cosa es que solo me pongo a escribir y si no se me ocurre nada simplemente improviso cualquier tontera... escribir sobre el clima por ejemplo.

Cuando me salvó el Readers Digest
En 1983, después de los diez peores años de mi vida, tocó a mi puerta -por fin- la buena suerte. Supongo que esto alguna vez lo he contado porque los viejucos nos ponemos repetitivos, pero viendo en Youtube un video de Shinjuku me acordé de mi viaje a Tokio en ese año.

Yo he hecho solo tres viajes largos en mi vida, pero ese primero fue el más impactante porque pasé de un día para otro de ser el más pobre de los pobres diablos a los vuelos en jumbo y hoteles cinco estrellas. 

Parece que todo se me estaba dando esa vez,  después de muchos años de mala suerte y yo -que tengo una fobia social ridículamente exagerada, tuve que moverme con gente importante y que jamás había visto en mi vida. Creo que si me tocara algo así de nuevo no volvería a hacerlo, déjenme tranquilo en mi casita nomás.

La verdad es que me sentía muy ridículo vestido de traje y corbata, pero fingí que estaba acostumbrado y que esa era la ropa que usaba siempre, lo que más me molestaba eran los zapatos de cuero y trataba de disimular mi dificultad para caminar sin mis acostumbradas zapatillas.

Cuando llegué por fin a las oficinas de la Casio me sentía tal como se deben haber sentido los indios que llevó Colón ante la corte de España, a la vuelta de su primer viaje. En eso pensaba cuando entré a mi habitación en el Hotel Intercontinental que estaba frente a las oficinas de mis anfitriones.

Pero el ser humano se adapta rápido a toda clase de situaciones y desde que llegué, yo -que soy enfermo de tímido- me convertí en un charlatán. Apenas hablaba inglés, pero los japs hablaban tan mal como yo así es que nos entendíamos perfectamente. 

Además ya había hecho amistad por telex -el equivalente de esos años al Internet- con los sub gerentes, que en realidad eran los obreros mal pagados igual que yo, así es que nos teníamos alguna confianza. Hasta me atreví a jotear y hacerle algunas bromas a la secretaria, cosa que no habría hecho ni muerto en Chile. De hecho, creo que fue la única vez en mi vida que me he portado así.

Pero hubo un momento en que casi todo se fue al diablo. Creo que al tercer o cuarto día, después de largas reuniones donde les contaba toda clase de embustes, los tres medios pollos que estaban a cargo de atenderme me dijeron muy emocionados que íbamos a cenar con el gerente de la División Calculadoras.

Yo no tenía idea de la cultura empresarial japonesa y pensé que el gerente sería un viejito bonachón y sencillo, como son los gerentes en buestros países. Nada de eso, me encontré con el tipo más desagradable, despectivo y mal educado que he conocido en mi vida.

Era ridículo ver como mis amigos parecían perritos moviendo la cola, exagerando los gestos de aprobación y aplauso cada vez que el maldito japo decía algo. Lo peor es que el tipo me miraba casi con asco, mientras yo juntaba furia callado nomás, pero supongo que mi cara lo decía todo porque mis amigos se miraban con cara de desesperados viendo que la cosa se ponía cada vez más tensa.

Lo que yo no sabía es que ese era el trato natural de un alto ejecutivo, y yo era el que estaba siendo muy mal educado al no humillarme frente a él, eso lo vine a entender mucho después. La cosa es que la comida iba de mal en peor y yo rogaba por que se terminara todo rápido para volver a mi país bendito 

El propósito de la invitación era que yo tenía que negociar el pedido de ese mes, y en esos años nosotros éramos uno de los mayores clientes de Casio en el mundo. El japo me dejó claro desde el principio que me estaban tratando demasiado bien y yo -en agradecimiento- estaba obligado a comprar todas las porquerías que quisieran vendernos.

Resulta que como representantes exclusivos para América Latina, estábamos obligados a comprar toda la línea, especialmente los productos que menos se vendían por ser experimentales o simplemente malos, a cambio de eso aceptaban vendernos con cuentagotas los productos que eran muy buenos, los caramelos le decíamos.

Y el tipo no se andaba con indirectas, a cada rato me decía que el sake que estábamos tomando valía una fortuna, que el restaurante en el Hotel Hilton era de los más caros del mundo y cosas así. En fin, que la compañía estaba gastando mucho y esperaban que yo se lo agradeciera, no me lo mandó a decir con nadie, lo decía explicitamente.

Para que les cuento lo irritado que estaba yo, nunca había estado con alguien tan antipático y la cosa pintaba muy mal. Cuando empezó a llegar la comida me puse nervioso porque en mi vida había comido con palitos, pero noté que a ellos también se le caía la comida así es que me relajé un poco.

No había mucha calidez que digamos, porque yo no hacía nada para agradar al señor gerente y empezaron a aparecer los silencios, que mis amigos trataban de llenar halagando desesperadamente a su jefecito.

Entonces fue cuando el desagradable me preguntó que opinaba de la comida japonesa. Mi primer impulso fue decir una pachotada, porque de verdad nunca me gustó, pero me contuve. Entonces la Diosa Fortuna vino en mi ayuda y me acordé de algo que había leído en el Readers Digest.

Le dije que no solo la encontraba buena en el paladar sino que también era bonita como un cuadro por la forma como arreglaban los ingredientes. Como tengo muy buena memoria con lo que leo, le recité casi textual el artículo del Readers, como si se tratara de una opinión mía.

El tipo saltó de inmediato, diciendo que era extraordinario que alguien de latinoamérica -es decir un indiecito como yo- hubiese captado esas cosas tan sutiles e importantes del Japón. Su actitud cambió de la tierra al cielo y se puso a hablar hasta por los codos como si fuesemos grandes amigos.

Dejó de presumir del costoso sake y me dijo que quería tomar, cuando le dije cerveza fue lo máximo porque a el también le encantaba la cerveza, lo único que faltaba era que me diera un abrazo, pero eso en Japón es imposible.

No necesito decirles la cara de alivio y alegría de mis amigos, que minutos atrás estaban aterrorizados, también está demás contarles que en el pedido de ese mes los cagué bien cagados: les saqué casi puros caramelos y no les compré casi ningún hueso, y así siguió siendo en todos los demás pedidos que hice hasta que me echaron de la empresa, era el regaslón de la compañía: "el sinverguenza".

Algo que aprendí de ese viaje es que en situaciones extremas uno a veces saca fuerzas de flaqueza y se adapta a casi cualquier cosa. A veces hacemos cosas que ni muertos seríamos capaces de hacer en situaciones normales, 

Otra cosa que aprendí es que las diferencias culturales no son tan importantes como las pintan. A los japoneses les encanta pensar que son muy especiales, distintos de todos los demás y que hay cosas que solo pueden entender ellos. 

Eso es un mito por supuesto, son gente común y corriente, igual como nosotros, pero les gusta creer que son únicos e incomprensibles. Tal vez tienen muchas rarezas pero que diablos, nosotros también tenemos las nuestras. 

Tienen un peso de tradición que los aplasta pero con suficiente alcohol se lo sacuden, y por eso jamás hacen negocios importantes estando sobrios. 

Recuerdo que esa misma noche, estando bien borrachos el tipo me dijo que no se puede confiar en alguien que no toma, porque es alguien que oculta su verdadera personalidad. Solo cuando uno está borracho se muestra como realmente es, ain máscaras 

En eso al menos le enontré razón, aunque si lo aplicaramos en Chile estaríamos todos muertos de cirrosis, los japoneses tienen una genética tan rara que aunque se emborrachen como cuba tres veces por semana no se enferman, creo que ya están inmunizados porque es parte de la cultura.

Esa semana que pasé en Tokio aprendí muchas cosas, y aunque estuve en varios otros países y pasé muchas aventuras raras, ninguna me dejo tanto como esas noches tomando con los japos.

Algo notable fue que al par de días saliendo ya nos "insultábamos de cariño" como hacemos en Chile con los amigos de más confianza. 

A mis amigos yo les decía que los japoneses eran traicioneros, hipócritas "recuerden Pearl Harbor" . Ellos decían que los latinos eran sinverguenzas y cobardes "agradece que Chile está llejos de Japón, porque ya los habríamos invadido", de hecho a mi me pusieron "el sinverguenza". Flor de amigos.

Pero bueno, todo eso fue en mi otra encarnación, tantos años atrás que ya no debería ni importarme, pero igual me acuerdo pasados tantos años.

13 comentarios:

  1. El invierno en el desierto costero es bastante pasable, de todos modos creo que lo que más molesta es la humedad tremenda que tenemos. Eso y que los días se ponen bastante deprimentes. En fin, a abrigarse nomás.
    Los japoneses y cualquier cultura que nos parezca lejana siempre tiene muchas similitudes con la nuestra. Creo que en el mundo todos somos iguales y muy distintos a la vez. He tenido la oportunidad de tratar con japos tanto nacidos allá como acriollados. Al menos en mi experiencia personal me parecen como cualquier otro grupo, con gente admirable como granujas, recuerdo a una señora bastante buena y noble, con ese ímpetu de "madre latinoamericana". Tenía una nieta con epilepsia a la que cuidaba como su propia hija. Incluso viviendo en situaciones poco favorables, la recuerdo como una mujer muy amable con todos. Hay sentimientos que son universales en todas las personas. Mejor compartir eso y aprender.
    Anticaviar

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Justamente Anticaviar, debajo de la fina capa cultural, que es más que nada pintoresca, todos somos más o menos lo mismo, la naturaleza humana es bien parecida ya sea un aborigen de Nueva Zelanda, un alemán, japones o lo que sea.

      Lo bueno de los iberoamericanos es que culturalmente somos super, hiper parecidos, desde acá nos percibimos como diferentes pero un chileno, peruano, boliviano, colombiano, venezolano, argentino o lo que sea cuando le encontramos en algún país del norte lo identificamos enseguida como uno de los nuestros. Es impresionante la cantidad de similitudes culturales que tenemos y solo nos damos cuenta cuando estamos en un entorno distinto al nuestro

      Borrar
  2. Don Tomas,
    Acabo de encontrar una serie española sobre acueductos. Realmente impresionante. Es un estudio reciente. Parte 1 y parte 2. (Enlace 2 y 3.). Lo he agregado en su entrada "Esos locos romanos":

    Enlace

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Si, los romanos eran unos crak de las obras civiles y las feandes construcciones. Creo que todavía están tratando de pillar como hacían su cemento, es como la Coca Cola, no lo han podido reproducir exactamente de la misma calidad.

      Para qué hablar de los diseños, declives, topografía y yodo eso

      Borrar
  3. Ese tipo de los acueductos romanos está muy bien.
    Respecto de las aventuras con Casio, recuerdo esa política - quizás sigue vigente - de las concesionarias de enchufarte "toda la línea", y a veces cosas que nada que ver, y para ser "concesionario" había que tragarse el tema.
    MI padre le llevaba la contabilidad a un concesionario de Ford Motor en los 70 y 80, era el concesionario más exitoso del interior del país - se largó de este pueblo y se estableció en ciudades cercanas luego - pero Ford tenía la costumbre de adosar docenas de tonterías a sus representantes. Mapas Ford de rutas, desodorante de ambientes Ford para el auto o lo que sea, Productos de limpieza del auto, Almanaques Ford (de dos clases: con señoritas de grandes tetas para los talleres mecánicos y con paisajes para los hogares), Palas de campaña Ford, equipos para hacer asados, etc.. etc..
    El tipo venía y le regalaba cosas a mi padre y a todos los que conocía. Tuvimos chafalonería Ford buena parte de mi infancia. Era algo como las "reparticiones" de los españoles. Uls

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. jaja "la casa Ford de los Ulschmidt"desde ceniceros a desodorantes!

      Es verdad, así trabajam las empresas grandes cuando entregan una representación, si no compras toda la línea -especialmente los huesos- pierdes la representación. Las concesiones automotrices son de las más abusivas porque agarran todo el negocio atándolo a las garantías, mantenciones carísimas, financiamiento leonino, etc. todas impuestas por la casa matriz.

      Es muy difícil ser "represntante exclusivo" porque hay que perder en muchos productos para ganar en otros.

      Una de las ventajas que yo tuve en eso es que vendía los computadores Casio FX 9000P que no se vendían en ninguna parte del mundo, creo que vendí como 40, que eran un verdadero hueso, pero yo los vendía con programas y gracias a los contactos de mi jefe, que le colocaba un par a todos sus amigos, eso nos daba mucha fuerza negociadora al momento de poner las compras.

      Todas las empresas muy grandes imponen las condiciones, tal como lo hacen los supermercados con sus proveedores. Es natural, ellos mismos pierden plata con algunos de sus productos y esperan que sus "socios" como llaman a los representantes, hagan su parte en el sacrificio

      Borrar
  4. Santiasco y su -1°C, en micro gracias a la inútil restricción vehicular (me tocó hoy) caminar, subir y bajar escalas, pero nada que no solucione una rica sopaipilla y un café de calle.

    Los días así, sino te ponen depre, te ponen reflexivo y el cerebro empieza a trabajar de una forma que te juega muchos trucos, haciendote creer de que no hay manera de salir del hoyo. Bueno, otro cafe y seguir trabajando.

    Que tiempos esos Tomás, cuando ibas solo "con las patas y el buche" a plantarle cara a los japos y jugarles en su propia cancha y sus propias reglas. Tu historia se resumiría en como un Gaijin del sur del mundo demostró ser más capo que el mejor de sus samurais a la hora de negociar. da para una novela.

    Ahora la cosa está más que dificil, con todo esto de las redes, la automatización y la nefasta intervención china.

    ResponderBorrar
  5. Los japoneses son fáciles, son ventajistas igual que los aimaras. Cuando los cagas empiezan a respetarte y piensan "este es de los nuestros", son igualitos.

    Al mal tiempo buena cara, no nos queda otra que aguantar hasta que llegue septiembre, no hay otra

    ResponderBorrar
  6. Los chinos son más fáciles todavía porque se parecen mucho a nosotros, son los latinoamericanos de Asia, amigueros, mentirosos, jugadores y coimeros, igualito que nosotros.

    Es muy fácil hacer tratos con los chinos, el problema son sus políticos que son nefastos: puros piojos resucitados

    ResponderBorrar
  7. Como dices:los abuelitos solemos repetirnos. Ya debo haber mencionado el trastorno de animo estacional y su terapia con exposicion a luces de al menos 10.000 lux, media hora despues de despertar o algo asi, Sin que la luz de en los ojo sino en la cara y debe estar mas o menos cercana.
    Hay abundantes publicaciones, las lamparas estan desde poco mas de $ 30.000 .
    Entiendo que seria una lata infinita que no resulte si no es esa especie de depresion estacional, sino simple y mera fastidio por los dias frios y oscuros... Yo buscaria alguien q

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Esta cosa no es amistosa conmigo....
      Decia que buscaria alguien que use la lampara y proponerle un arriendo (prrestamo, trueque , etc), de un rato cada dia, durante un par de semanas

      Borrar
    2. ¡Yo tengo dos linternas de 10.000 lux! Pero tiran un chorro de luz que te lo encargo, si me enfoco en los ojos me quedo más ciego que Mr Magoo.

      Yo pienso que lo mío es puro fastidio nomás, son los malos recuerdos de las semanas lloviendo sin parar y meses nublados de Chiloé jaja

      Borrar

"Send me a postcard, drop me a line
Stating point of view
Indicate precisely what you mean to say
Yours sincerely, wasting away
Give me your answer, fill in a form
Mine for evermore
Will you still need me, will you still feed me
When I'm sixty-four"