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03 agosto 2024

Refrito del sábado: el respeto de la ley, los vivos y los tontos


Pequeña historia de un ladronzuelo
Estaba esperando juntarme con mi buen amigo Ian Thomson en el centro, lo esperaba sentado en una banca del paseo 21 de Mayo y un típico flaite se acercó a un grupo de tipos que estaban al lado "psst amigo, ando vendiendo un celular barato" dijo, sacando un LG del bolsillo y mostrándolo medio escondido, "pero ese es robado" le dijeron y el contestó "¿Sabe que? ¿a quien le importa la ley? La ley es para los puros ricos para protegerse, no importa nada, yo le vendo este a precio regalado, aproveche", los del grupo se pusieron alrededor y el tipo se puso nervioso y se fue "con derecho a palos" bromeaban los posibles compradores, todos felices.

El asunto me quedó dando vueltas, no había visto nunca en Arica alguien vendiendo una cosa robada como si fuera un ambulante, sin ningún miedo a que lo denunciaran a la policía ni nada. "Ya no hay respeto por la ley", pensé, "la policía y las leyes ya no asustan a nadie". Cuando me robaron la radio del auto y me rompieron el vidrio en la puerta de mi casa, uno de los carabineros que me tomó la declaración me dijo "para la próxima consígase y fierro, y si pilla al ladrón rómpale la cabeza. ¿Para que nos llama a nosotros? No podemos hacer nada, aunque lo pillemos va a quedar libre enseguida".

El estado de derecho
La gente habla mucho que el estado de derecho está en peligro o que se está perdiendo, pero ese no es el problema. Si hubiesen pescado al ladrón de acuerdo a ese mismo estado de derecho el juez estaría obligado a soltarlo. Y si yo le hubiese roto la cabeza al ladrón con un fierro, seguramente yo estaría preso y el ladrón libre, no era muy bueno el consejo, aunque de poder, seguramente lo habría hecho encantado. Por eso no es un problema de leyes ni de estado de derecho, sino de la falta de respeto que está creciendo entre todos nosotros hacia las leyes

El respeto a las leyes no puede enseñarse
La gente común tiene la cabeza llena de ideas tontas y falsas sobre la naturaleza del estado y las leyes. Los estados son por naturaleza represores, esa es su función más importante y seguramente la única que vale la pena y que justifica mantener un estado pagando impuestos. Si no me creen, recuerden para el gran terremoto del 2010 cuando las turbas empezaron los saqueos y un alcalde -con pasado extremista de izquierda- apareció en la tele con lágrimas en los ojos implorando porque salieran las Fuerzas Armadas a patrullar la calle. El estado existe para protegernos de los malos, pagamos impuestos especialmente por protección, tal como se les pagaba a los mafiosi en los años treinta en Estados Unidos.

Respetamos la ley porque nos conviene
Nadie respeta las leyes porque se lo han enseñado, el respeto a la ley se produce cuando alguien considera que personalmente conviene hacerlo por alguna de estas dos razones: (a) porque la ley lo beneficia o (b) porque, aunque lo perjudique, al romper una ley el estado lo castigará. Si no estamos convencidos que respetar la ley nos conviene, la única razón que nos queda para respetarlas es el miedo a que los agentes del estado -fiscales, policías y jueces- nos castiguen.

Imaginen que están en la noche en un cruce de calles, el semáforo está en rojo pero no viene ningún auto ¿es correcto esperar que cambie hasta verde? Puede ser legal pero es estúpido, porque las luces del semáforo tienen como propósito evitar que nos atropellen, y si no hay ninguna posibilidad de que nos atropellen, ni de que nos castiguen por incumplir la ley, cualquier persona con dos dedos de frente cruzará la calle sin ningún remordimiento.

El fetichismo legal
Y es que las leyes no son principios sagrados que deben obedecerse a todo evento, si así fuese, un ciudadano con principios morales correctos obedecería fielmente las leyes raciales en la Alemania Nazi, denunciando a los judíos para que los apresen, o ejercería el soplonaje en Venezuela o Cuba. Las leyes se hicieron para nuestra conveniencia y las respetamos porque nos convienen, o incluso si nos perjudican, porque tenemos miedo del castigo, lo que en definitiva hace que nos convenga respetarlas. Respetar las leyes siempre debe convenirnos, de otro modo es tonto hacerlo solo por principio, eso es fetichismo legal, solo para corderos descerebrados.

El prestigio y desprestigio de las leyes
Un asunto fundamental en el respeto a la ley es que las leyes deben tener cierto prestigio, en el sentido que las personas decentes y con intenciones normalmente buenas, las consideren justas y convenientes, mientras eso ocurra las leyes son respetadas. Pero muchas veces grupos de políticos o gobernantes hacen leyes absurdas y abusivas. Amparados por la fuerza represiva del estado pueden hacer leyes que nos arrebaten nuestros ingresos vía altos impuestos que después los gobernantes reparten entre sus amigos ¿les suena eso? A lo largo de la historia los impuestos abusivos han provocado cientos de revoluciones y casi todas las guerras de independencia.

También pueden haber leyes que amenacen nuestras creencias más profundas impulsadas por pequeños grupos de interés con influencia en el gobierno, como las leyes de género, las que promueven la homosexualidad, el aborto libre y las que amenazan la libertad de enseñanza, entre muchas otras. Si alguien considera que una ley presenta una amenaza grave contra su modo de vida, ninguna educación lo convencerá de respetarla.

Finalmente tenemos otra de las fuentes que hace que la mayoría de las personas le pierda el respeto a las leyes: es el mal ejemplo que dan los funcionarios de gobierno, parlamentarios, fiscales, policías y jueces, cuando vemos que ellos mismos desprecian y tuercen el sentido de la ley de acuerdo a sus propios intereses. Esta situación se ha visto exagerada en dos períodos de nuestra historia moderna: durante el gobierno de Allende y en el actual gobierno de Bachelet, donde vemos que altos funcionarios, partiendo por la presidencia, no respetan las leyes o influencian para aplicarlas de manera torcida.

El estado de derecho no es la solución
Muchos teóricos y filósofos hablan del "imperio de la ley" y la "calidad de las instituciones" como claves para el éxito de los países, existe un enorme movimiento para dar crédito a la "institucionalidad" como el factor principal que distingue una sociedad civilizada de una tribu de salvajes. Que me perdonen Max Weber, Mises, Acemoglu y tantos otros pero eso es una completa majadería, la existencia de reglas del juego claras y predecibles no es una causa, sino el efecto de tener leyes que sean percibidas como convenientes y no abusivas. Cuba y Corea del Norte tienen una institucionalidad perfecta y los respectivos gobiernos actúan con estricto apego a ella ¿y de que sirve si las leyes son abusivas y esclavizantes?

"Estando en la miel, todo se pega"
Ese es el problema en Chile ahora, el respeto a la ley se ha deteriorado no porque nos fallen las instituciones, sino porque los políticos y personas con poder han desprestigiado a las leyes, hacen cada día nuevas leyes más abusivas, los parlamentarios se auto asignan sueldos astronómicos, lo mismo que la gente del gobierno, que además roban y colocan a todos los parientes que pueden. Esas bofetadas a las personas no quedan impunes, la gente no puede hacer otra cosa que perderle el respeto a la ley en un lugar donde de la presidente hacia abajo son todos ladrones y mentirosos.

Una explicación definitiva
El periodista argentino Mariano Grondona escribió tal vez su columna más brillante en la revista "Visión", se llamaba Los Vivos y los Tontos, donde explicaba lo que pasa cuando se produce esta falta de respeto y desprestigio hacia las leyes, entonces la opción inteligente es ser delincuente mientras que la opción de los tontos es respetar la ley. Les recomiendo que la lean, lo pueden hacer en este mismo Templo del Ocio, donde coloqué el artículo hace años. Pueden ver la Parte 1 y la Parte 2 en los links correspondientes.

6 comentarios:

  1. No sé que pensar ahora. Luego de leer tu columna, me quedaron dando vueltas algunas cosas que creí tener por sentado y ahora las cuestiono.

    Dentro de nuestro sistema publico tenemos 164 artículos de los cuales se cumplen quizás un 30 % como máximo, otro porcentaje lo doblan y otros se rompen derechamente. y esto aplica a todas las más de 20mil leyes que se han redactado hasta el día de hoy.

    Tenemos leyes para todo, incluso leyes con nombre y apellido, creados a raíz de incidentes graves o personas que promovieron... pero ¿de que sirve tener leyes si quienes están encargados de velar por su cumplimiento o fiscalizar son tanto o más corruptos que quienes las rompen?

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    1. La ley de drogas es la 20.000 y es de la época de Lagos ¿cuantas leyes habrán al día de hoy? Consulto a Google que todo lo sabe y leo:

      "A la fecha, Ley Chile dispone de más de 393.000 normas completas de diversa jerarquía, de las cuales 363.272 corresponden a textos originales y 29.728 a normas con versiones. Los registros de vinculaciones son alrededor de 379.000 y corresponden a modificaciones, derogaciones, textos refundidos y concordancias"

      Esta inflación de leyes me parece escandalosa y es uno de los efectos de la llegada de los políticos al poder, cada uno quiere figurar haciéndo leyes para favorecer a su parroquia. Y lo peor es que -como dices- hasta les ponen sobrenombre: "ley cholito","ley zamudio" y cuantas más. Cuando la única que merece tener sobrenombre es la Ley de Moraga.

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  2. Parece que andaba Toqueville por América tratando de entender cómo funcionaba la democracia ahí y viajó a la frontera interior. Un granjero les dio habitación, pasto para sus caballos y cuando quisieron leerle unos diarios, darle noticias de lo que pasaba en la ciudad a modo de retribución les dijo que esas cosas le interesaban poco.
    - Los atiendo por mi, no por ustedes. Cuando yo viaje a la ciudad voy a necesitar que otros tengan las mismas atenciones que ahora tengo con ustedes.
    Bueno, eso es lo básico: reciprocidad con el conciudadano, respetamos las normas por eso. Códigos de convivencia. Pero los políticos nos ofrecen las leyes como algo que su genialidad derrama sobre nosotros y se pierde gran parte del efecto. Cuando además son campeones en robarse todo o infringir la propia norma el efecto se pierde del todo. Uls

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    1. Así es, todo es un asunto de prestigio. Las leyes solo son legítimas en la medida que tienen prestigio, es decir cuando son generalmente aceptadas.

      Lo mismo vale para los políticos, cuando empiezan a perder prestigio se convierten en ilegítimos y así son tambiérn sus actuaciones. Lo que está pasando en Venezuela es un ejemplo muy interesante de los límites que tienen las leyes y la democracia.

      La anécdota de don Alexis me recuerda lo de Washington y el cerezo, sefuramente está endulzada para que tenga moraleja y todo eso, pero en el fondo eso ocurre en la mayoría de los lugares despoblados, que te ayudan sin condiciones ni cobrarte nada por una convención, en gran parte de conveniencia propia, tal como señalas. Ocurre acá en el altiplano y en lugares remotos de Chiloé, yo mismo lo vi varias veces

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  3. Es interesante, durante la mayor parte de la historia de la humanidad, el derecho ha sido mayoritariamente consuetudinario. Por la misma razón, este variaba constantemente incluso dentro de un mismo país. Incluso instituciones tan importantes como la Iglesia Católica no tuvieron un código "oficial" hasta el siglo XX, hasta ese entonces se usaba el famoso "Decreto de Graciano" cuyo autor fue un monje que no tenía "autoridad oficial". También es interesante ver que países como el Reino Unido, Canadá o Nueva Zelanda ni siquiera tienen una constitución, a esos sumémosle Israel y Arabia Saudita, países que están mucho mejor que el promedio mundial, salvo el último que solo es a nivel material.
    En fin, que parece que el movimiento codificador, otro legado de la Ilustración, entra poco a poco en decadencia.
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    1. Justamente, esa manía por codificar las leyes y catalogar delitos, junto con la insufrible pedantería de los abogados que se creen filósofos -los "juristas"- aunque empezó con los romanos tomó nuevo impulso con la maldita ilustración. Fue otra de las pesadas mochilas que nos dejó Francia, desgraciadamente.

      El derecho consuetudinario, de leyes establecidas por la costumbre, es sin duda mucho mejor. Incluso yo -que no soy nada religioso- prefiero el derecho natural al Romano, porque al menos se fundamenta en creencias y dogmas.

      El derecho romano es igual de dogmático que el natural pero no lo reconoce y se disfraza bajo una aparente "racionalidad", que es más falsa que mis camisas Lacoste. En fin...

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