Toda mi vida he sido haragán, flojo y bueno para nada. Bueno, supongo que la mayoría de los seres humanos lo somos así es que eso no es ninguna gracia.
Por mi -si me dieran a escoger- viviría en un lugar con clima medio tropical todo el año, al lado de una playa de arena clara y agua tibia, tumbado todo el día, leyendo a veces y solo me levantaría para darme un chapuzón cuando me apeteciera.
Y he tenido tanta suerte que viví más o menos en esas condiciones entre los años 2002 y 2006, cuando me instalé en la casa rodante al lado de la playa pensando que había encontrado el paraíso. Pero el paraíso no existe, al menos no en este cochino mundo.
Esa vida ideal tenía pequeños problemas, como los asaltos que son mi peor pesadilla. Mienras vivía en la playa sufrí dos intentos de asalto, uno con encapuchados que quebraron los vidrios del CRX que tenía estacionado al lado y después de tratar de entrar a la casa y no poder, se fueron.
Desde esa vez ya no volví a dormir tranquilo en la playa y al poco tiempo ya estaba sacando cuentas para volver a vivir en una casa de verdad.
Como dije, mucha gente sueña con vivir haciendo nada: el dolce far niente, pero resulta que no hacer absolutamente nada termina siendo aburrido. Piensen en los presos por ejemplo que no tienen maldita cosa que hacer, día tras día.
Por eso mi tendencia natural al ocio y la haraganería, ha estado cruzada de rachas de entusiasmo. Si bien soy muy flojo para casi todo, a veces me he entusiasmado con algunas cosas que se han convertido en obsesiones durante muchos años.
El primer entusiasmo lo tuve con el dibujo y más o menos hasta los 14 años estuve obsesionado con dibujar bien. Llené muchos libros de contabilidad en blanco -que me regalaba mi tío Polo, con miles de dibujos, trataba de dibujar tan bien como los caricaturistas de mi época. Después me dio con Picasso.
Trataba de copiar sus dibujos pero no había caso, nunca pude hacer una buena copia ni siquiera de los más simples, como esas palomas que hacía en 30 segundos. Era imposible, yo no tenía dedos para el piano y lo dejé para siempre.
Muchos años después, cuando andaba escaso de plata hacía caricaturas en tinta china para venderlas, pero eran mediocres, nunca pasé del nivel de aficionado.
Después me dio por la electrónica. En la casa de Quellón armaba antenas, desarmaba radios a válvula y las modificaba experimentando con la realimentación para generar sonidos raros. Todo eso fue en los años 70 y me llevó finalmente a estudiar para Técnico Electrónico en 1974.
Em esos años empezaron a aparecer los transistores y el trabajo en electrónica se hizo cada vez más estrecho y aburrido, mi punto más alto en la electrónica fue cuando diseñamos el primer transmisor de radio FM estereo de Arica, Radio Inacap, que funcionó por varios años.
De allí en adelante, aunque entré a la universidad para seguir con lo mismo, mi entusiasmo por la electrónica se empezó a evaporar y fue reemplazado or otro, que me había llamado la atención muchos años atrás: la computación.
En esos años la computación estaba naciendo, prácticamente no habían computadores en Arica y crecimos juntos programando del Radio Shark TRS-80 y el Casio FX9000P, hasta los Intel X86. Debe haber sido el entusiasmo que más me duró porque estuve como 20 años viviendo de eso.
Pero todo se agota y así también me pasó con la programación. Me quedé pegado en el nicho de aplicaciones para pequeños negocios -nunca me intersaron los juegos o los sistemas grandes- y estuve en eso hasta que prácticamente desaparecieron, reemplazados por cosas más simples que venían listas para usarse.
Una cosa lleva a la otra, así es que haciendo esos programas para empresas pequeñas me empecé a interesar en la contabilidad y los negocios, me hice amigo de muchos empresarios y cada día me empezaron a interesar más las cosas de administración y la economía.
Y justo tenía a mi amigo de tantos años, el jote Viera que era profesor incombustible de la Escuela de Negocios de la Universidad de Tarapacá, y en esos años era uno de los poderes fácticos, que me dijo "véngase para acá compadre".
Pero nunca pasaría de ser un medio pollo si no sacaba un posgrado. En esos años el jefe de la carrera de auditores e ingeniería en sistemas de control de gestión era don Panchito Alfred, a quien apenas conocía, pero por alguna razón me tenía buena.
Entonces a don Pancho se le ocurrió una idea luminosa -para mi- que era la de formar un grupo de profesores bien fogueados en computación y negocios para enseñar esos ramos en sus carreras. Así, junto con dos compañeros de electrónica conseguimos un cupo en el MBA que estaba dictando la universidad.
Yo estaba super calificado para enseñar de eso por los 20 años que había pasado haciendo sistemas para negocios pequeños y medianos, sin embargo tenóa cero calificación para trabajar como "académico", era un trabajo en que realmente nunca pude encajar, porque lo odiaba.
Así fue como después de unos pocos años enseñando me mandé a cambiar, prefería vivir cesante antes que hacer carrera en la universidad. Para mi fue una decisión muy afortunada porque no me morí de hambre ni mucho menos y tuve trabajos infinitamente más interesantes con los que ni siquiera había soñado.
Pero bueno, a lo que iba en el título de esta entrada es que mi último gran entusiasmo fueron las finanzas. Cuando estudiaba en el MBA tuve muchos cursos interesantes pero uno fue extraordinario para mi, que se llamaba Finanzas Estratégicas o algo así.
Lo enseñaba Manuel Donoso, que conocía el asunto muy profundamente. Fue bastante difícil y al final nos tuvo que tirar un trabajo como salvavidas, creo que de nos ser por eso no lo habría aprobado, pero las finanzas me maravillaron.
En el fondo es una rama de la contabilidad, la más interesante a mi modo de ver, porque estudia uno de los asuntos más complejos que conozco: la relación de los seres humanos con los bienes materiales: como las personas valorizamos las cosas.
Esto que parece sencillo y obvio es complicadísimo, los problemas de las finanzas son muchísimo más complejos que los de las matemáticas avanzadas, la física cuántica o cosas por el estilo. Son problemas que no están "resueltos" y se encuentran muy lejos de resolverse.
Las finanzas involucran la psicología, el azar y el paso del tiempo, son imposibles de modelar matemáticamente, a menos que hagamos modelos pobres y groseros. Trabajan con fenómenos mucho más complejos que cualquier otro asunto de ciencias naturales.
Pero lo más interesante es que tienen cierto grado de predictabilidad. La economía y especialmente la administración son muy impredecibles así es que su estudio jamás alcanzará el grado de "ciencia" en el sentido que todos conocemos, pero las finanzas se encuentran justo a medio camino entre las humanidades y la ciencia.
Eso es lo que hace que las finanzas sean tan fascinantes para mi, creo que fue mi último entusiasmo, al menos en lo que llevo vivo.
En fin, pensaba explicar algo sobre las finanzas pero me perdí en puras historias triviales, es algo que me pasa casi siempre, que diablos...
No eres el único que pasa por esto, Tomás. Durante mi vida, me dediqué a estudiar cosas pensando forrarme pero al tiempo me fui a la B y estancando en este cargo público que detesto pero llena mis bolsillos cada fin de mes, me permite pagar las deudas y darme uno que otro gustito.
ResponderBorrarSi José, tener un techo que te tape y comida es importante porque te saca de dos de las preocupaciones más básicas que tenemos, el resto es todo de regalo
BorrarCreo que todos pasamos por momentos dónde queremos una u otra cosa. Lamentablemente el día tiene 24 horas y el año 365 días, por lo que tenemos que escoger lo que queremos hacer. En mi caso tuve una faceta artística, específicamente el teatro. Aunque recuerdo haber pasado buenos momentos durante el ensayo; los actores más "experimentados" podrían ser verdaderamente pesados. Me duró un año esa manía. Entre otras cosas estudié idiomas y también me dediqué a dar clases privadas a escolares que en su mayoría eran vagos. Creo que de todo uno se termina llevando algo bueno. Claro, que también el lado económico termina pesando y esto nos puede limitar varias cosas.
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Si, creo que todos nos hemos entusiasmado por distintas cosas a lo largo de la vida.
BorrarA mi modo de ver las cosas lo que nos entusiasma es lo más importante, lo único importante para mi gusto, aunque se que no es un gusto muy normal. Muchas cosas que yo digo no son recomendables para la mayoría de la gente
Ah, si esa parte del vil sustento estuviera resuelta, las cosas que uno podría hacer !
ResponderBorrarYo no haría teatro jamás, pero podría terminar una novela que quedó en un disco duro y luego no llevarla nunca a ningún editor.
Debo terminar de leer "Estructura de la teoría de la evolución" de Stephen Jay Gould, que resultó una lectura ya bastante ambiciosa sobre el tema.
Finanzas es un tema para entusiasmarse. Hay autores muy divertidos como Taleb. Hay blogs y youtubers muy interesantes. Los chiflados de la escuela austíaca son interesantes de seguir, en especial María Blanco, que es colorada. Todo ello antes de que uno arriesgue un solo duro siguiendo las teorías, claro. Uls
Yo tampoco serviría para el teatro, incluso me da verguenza y me bloqueo cuando hago un video frente a la cámara. ese es un talento innato que no tengo para nada.
BorrarMucho menos escribir un libro aunque me defiendo bien redactando, una novela ni hablar. Estamos en las mismas.
Para leer esos libros que cuesta animarse, yo encontré unos audífonos con bluetoot que encontré en Aliexpress, ahora voy a buscar audiolibros y veré que lal va la cosa.
Las finanzas no sirven para ganar plata, si hay algo para lo que son inútiles es para eso, a mi me dan risa esos pelmazos que se dicen analistas financieros, que aparecen en la tele y Youtube pontificando sobre los mercados, los precios y el dólar, son tan ignorantes como el borrachito de la esquina porque no existe nadie que pueda ver el futuro. Eso explica por qué ni Jeff Bezos, ni Musk ni ningún otro billonario son "expertos en finanzas" y por qué no hay que hacerles caso cuando hablan de eso.
La parte más difícil del teatro es acordarte de las líneas. Por lo demás, uno se acostumbra. Una vez que le agarras el ritmo, el público llega a parecer irrelevante. Eso sí, si es que comparte tarima con algún actor medianamente conocido, es más jodido. Primero porque tienen el ego por las nubes, y segundo porque casi siempre tiran para la izquierda, jaja.
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Pero toda regla tiene su excepción, yo me hice amigo de muchos de los actores de la película "La Gloria del Pacífico": Carlos Vertiz, Petong, el Gato Carlos Zapata (QEPD) y el GRAN Pepe Sarmiento, todos de primera. Soy amigo hace años de JC Oganes. Siempre he envidiado esa capacidad de pararse frente a un público y hablar
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