Defensa propia

Que domingo más aburrido, perdonen la grosería pero en días así casi me dan ganas de trabajar. En fin, comentemos algo de política.

Chile tiene desde los ochentas una estructura de impuestos simples y parejos, excepto por unos pocos impuestos específicos que se usan como "castigo" (a los licores, al tabaco, al lujo y otras pocas cosas pecaminosas según nuestro papá fisco). A esta lista de pecados se ha sumado el hecho de tener un vehículo o usar uno de cualquier modo, directo o indirecto, lo que se refleja en el impuesto específico a los combustibles y al uso de caminos licitados.

El impuesto a los combustibles se estableció, como recordarán, para financiar la construcción de la Carretera Austral, bueno esta carretera se terminó hace muchos años y con diversas excusas el impuesto no solo se ha mantenido sino que ha ido aumentando en el tiempo. Hoy más del 40% de lo que pagamos por gasolina entra directamente al fisco vía impuestos, con el agravante que el precio de referencia de los combustibles es fijado también por un monopolio estatal, o sea tienen una pirinola que dice en cada una de sus caras "todos pagan".

La lógica de los gobiernos hacia los impuestos es simple: recolectar lo más que se pueda en impuestos difíciles de evadir, todos los demás impuestos pueden bajarse porque -de una manera u otra- se evaden en gran volumen. Luego mediante exhortaciones morales de todo tipo los gobiernos se dedican a exaltar la nobleza de pagar impuestos y la villanía de los que evaden.

Pero llega un momento en que el malestar crece, todas las grandes revoluciones nacen de la indignación popular contra un gobierno que usa el poder del estado para quitarnos nuestra plata y despilfarrarla o repartirla entre sus "servidores". Creo que con el impuesto específico a los combustibles estamos llegando a eso, es cada día es más difícil para el gobierno justificar la plata que nos está sacando, con un pretexto infantil y abiertamente abusivo.

A los ministros de hacienda, que en la concertación se han caracterizado por su mediocridad y cobardía a la hora de actuar -se les nota de lejos el terror a echar a perder lo que heredaron de los militares- se mantienen porfiados en que el fisco no puede dejar de recibir ni un solo peso. Lo triste es que el ministro de hacienda es quien realmente gobierna en el país, independiente de quien esté en la presidencia y corte cintas de inauguración, hay una ideología para no arruinar el modelo que ha ido carcomiendo como polilla las bases de nuestro crecimiento: innovaciones, adaptabilidad, competitividad.

¿Y que puede hacer una persona común y corriente ante un gobierno que abusa con la carga impositiva?, en mi opinión debe evadir, si al gobierno se le olvidó la moral a la hora de cobrar impuestos a nosotros se nos debe olvidar también a la hora de pagarlos. Eso se llama defensa propia.