Las dos únicas salidas

Hace tiempo que no me pasaba esto de sentarme en el computador para colocar mi tontera diaria y no se me ocurre nada que poner, siempre tengo un chascarro, me acuerdo de alguna historia absurda que haya ocurrido en mi ya longa vida, tengo alguien contra quien reclamar o alguien para felicitar, algún asunto de Arica, algún mail curioso que recibo, en fin. Pero ahora nada de nada, parece que tendré que hablar del clima que -a propósito- está perfecto: ni mucho calor como para andar transpirado ni mucho frio como para usar manga larga, por fin se terminó el maldito invierno. En fin, tendré que escribir cualquier incoherencia que se me ocurra, el deber ante todo así es que aquí voy.

Podría hacer trampa y colocar mi columna de opinión que salió en la Estrella ayer, pero para que les voy a dar la lata, además que ni se donde tendré guardado el original. Mejor vamos a otra cosa. Me gusta ver la televisión boliviana porque como ya les he contado antes me hace retroceder a como era chile en los años setenta. Ya están empezando los problemas de escasez de alimentos y el gobierno tiene una campaña contra los malos comerciantes que esconden los alimentos para especular y conseguir más plata. Que ingenuos, eso no es ser mal comerciante, todo lo contrario, ganar más plata es la esencia de todo buen comerciante.

Mientras tanto el gobierno usa sus medios de prensa para denunciar a los acaparadores y acusarlos de conspirar contra el proceso de cambios, ignorando que son los propios controles de precios y restricciones las verdaderas causas de la escasez y el manejo estúpido de las finanzas y política públicas la explicación de que exista inflación y la inevitable especulación con los productos. Son tiempos muy buenos para los audaces en Bolivia, en Chile las mayores fortunas se incubaron durante la Unidad Popular cuando los políticos juraban que estaban haciendo justicia social, en realidad esas políticas convierten a los países en un paraíso para los bandidos y los especuladores.

Pensándolo bien Bolivia debe ser el único país con un programa verdaderamente socialista que queda en el mundo. Fidel Castro dejó el socialismo hace décadas y se dedicó a transar y aumentar su poder personal y familiar, lo mismo con Kim Jong Il en Corea del Norte y los aprendices como Chavez o Kirchner, el socialismo se murió en todos los países excepto en esta revuelta indígenista de Bolivia. Lo curioso es que en un mundo donde lo único que queda del socialismo es la retórica y el pretexto para mejor robar, haya aparecido esta revuelta anti histórica y honestamente socialista en Bolivia.

Me imagino que en el futuro el gobierno de Evo Morales va a ser estudiado como un hito, el último intento de socialismo auténtico, tal como se estudia hoy a los quiebraquilos que en Brasil se alzaron en revolución contra el sistema métrico decimal. Mario Vargas Llosa describe este fenómeno tan nuestro así: Las rebeliones de los quiebraquilos y de los vagunzos, además de pintorescas e inusitadas, tienen un poderoso contenido simbólico. Ambas forman parte de una robusta tradición que, de un extremo a otro del continente, ha acompañado la historia de América Latina, y que, en vez de desaparecer, se acentuó a partir de la emancipación: el rechazo de lo real y lo posible, en nombre de lo imaginario y la quimera. y cita a su compatriota el poeta Augusto Lunel, que escribió en las primeras líneas de su Manifiesto: Estamos contra todas las leyes, empezando por la ley de gravedad.

Lo de Bolivia es curioso, yo no tengo duda que Evo Morales y su círculo cercano están auténticamente convencidos de que un programa socialista real, con comunitarismo controlado por el estado es posible. Esto es explicable por las carencias enormes de educación que tiene mucha gente del gobierno, partiendo por el presidente. Cualquiera que haya leído La Guerra del Fin del Mundo con la historia novelada del levantamiento de Canudos podrá entender el poder de ideas simples y asertivas en la mente de los brasileños analfabetos del siglo 19, este es un caso parecido. Pero lo más notable es el embalsamamiento de intelectuales como García Linera, que tienen todas las herramientas de la educación y así y todo insisten en negar una realidad que es evidente para cualquiera que sepa un poco de historia.

En todo caso no puedo dejar de sentir simpatía por los últimos socialistas idealistas que van quedando. En un mundo donde todos los demás se corrompieron Evo Morales y sus amigos insisten en cambiar radicalmente la sociedad apoyado por el cincuenta más uno. Eso es imposible, si Evo Morales quiere tener éxito tendrá que convertirse en dictador, aliarse más con los militares e imponer a sangre y fuego su programa. Es una historia repetida, paso a paso, Allende empezó igual y cuando se decidió a botar sus escrúpulos burgueses ya era demasiado tarde. Ojalá que no se repita el mismo desenlace, pero sobre todo ojalá que Evo Morales no se convierta en un dictador, al estilo de Napoleón de La Granja de los Animales. Porque esas son las dos únicas salidas en que terminan esos experimentos revolucionarios.