Serà hasta mañana

Hoy fomingo me atacó la enfermedad endémica de Arica, el aburrimiento. Me consuelo pensando que en los pocos días que estuve en Nueva York y en Londres también me aburrí como nunca, o sea, no es nada tan grave. Esta tarde se cortó la electricidad así es que me puse a re leer por enésima vez la excelente novela de Joaquín Edwards Bello En el Viejo Almendral.

Mi mamá y su familia eran del Almendral, yo tengo borrosos recuerdos del barrio de cuando era chico y teníamos que ir a Viña todos los meses a cobrar un montepío. Entonces a veces pasábamos a Valparaíso donde mi tía monja y aprovechábamos de dar una velta por los territorios de la familia materna, el cementerio, la calle Clave -que me fascinaba por su mala reputación- y otros lugares de esa rarísima ciudad, con calaminas y conventillos colgando. Creo que desde esos años que le tengo terror a las alturas.

Y a propósito de cementerios, hojeando el Facebook de mi sobrino Dusan -nieto de mi medio hermano Edmundo- me encuentro con unas fotos que le sacó a la confortable tumba del abuelo Tomo, una muestra de las fotos es la que adorna tétricamente esta entrada. Me acuerdo que en los años de hambruna en Santiago, alguna vez tuvimos la loca idea de sacar el mármol para venderlo pero parece que no hay ningún mármol, hasta para eso tengo mala suerte. En fin, le pediré permiso a Dusan un día de estos para colocar las fotos en la página con la historia familiar.

Justo estaba escribiendo esto y me llama el chico Medalla, mi amigo y compañero de universidad de hace tantos años diecièndome que estaba en Arica, en fin, tengo cosas muy importantes que hacer asì es que serà hasta mañana. Chao nomàs.