Una propuesta indecente

Mientras me tomo mi taza de té y pan con mantequilla -que es mi desayuno desde que tengo memoria- pienso en lo aburrido que ha empezado este año. El 2008 estuvo lleno de aventuras: con mi amigo Marcelo estuvimos explorando unas minas de Bentonita, después me fuí a la selva y a la vuelta la tragedia: se murió mi compadre y tuve que estar por un tiempo administrando el Rapa-Nui. Finalmente terminé trabajando en Tacna gracias a mi amigo Fernando, en fin, acumulé historias, amigos y recuerdos para mucho tiempo.

Ahora de vuelta al ocio hasta me vienen ganas de darme una vuelta por la selva de nuevo, con mi amigo Febres, a ver si podemos sacar un poquito de oro de los lavaderos de Sandia. Claro que una cosa es decirlo y otra hacerlo, todavía recuerdo las muchas veces que en mi viaje anterior, muerto de susto, eché maldiciones por haberme metido en la maldita aventura y deseando estar tranquilito en mi casa como estoy ahora. En fin, parece que uno nunca está conforme, o me quejo del peligro y los trabajos o del aburrimiento, el día que me conforme con no estar conforme es cuando voy a encontrar el nirvana.

Sigo con mi tecito, sacando la cuenta, debo haber consumido miles de litros en mi vida, el té es parte fundamental de la alimentación de todos los chilenos pobres, Chile es un país del té, caldo de tetera que se consume en grandes cantidades. A mi me encanta, sin azucar, una taza en la mañana y otra en la tarde, tengo una jarra especial para eso que me mandó mi amigo John desde Japón.

Estoy leyendo (releyendo en realidad) un buen libro que se llama Los Paraísos Fiscales de Alan Vernay, que cuenta la historia de Tanger, Mónaco, Monrovia, Beiruth, Hong-Kong, Macao, Nassau, Panamá, Vaduz y Zurich, está muy bien escrito, es una delicia leerlo. ¡Que interesante es la historia de Hong-Kong! debe ser el único paraíso fiscal que ha sobrevivido, donde nadie mete mano gracias a los chinos. Yo estuve allá y conocí algunas de las cosas que se cuentan en el libro, también unos años atrás pitutié en la creación de una compañía off shore, así es que podrán imaginar como me ha interesado el libro.

Las leyes sobre lavado de dinero, impulsadas por USA y sus guerras (contra la droga, contra el terrorismo) nos están llevando a un punto muy peligroso donde la sola posesión de dinero hace presumir un delito. Así se facilita mucho el trabajo de investigación porque se invierte el peso de la prueba, las personas deben demostrar que son inocentes pero esto da cabida a abusos, persecuciones políticas e incluso persecusiones y chantajes a pequeña escala por funcionarios abusivos de Impuestos Internos.

Empecé a escribir esta entrada en la mañana, al desayuno, ahora son las 19:56 y mientras tomo el té de la tarde aprovecho de retomarla. Mi querida suegra -ya sé, díganme pollerudo- cocina muy mal pero sano, en la casa nadie se enferma porque comemos poco y sano. Así vamos a vivir cien años o hasta que nos atropelle un camión o nos caiga encima el meteorito, pero no vamos a disfrutar mucho comiendo. No importa, cuando me junto con mis amigos aprovecho de desordenarme.

Creo que les conté hace tiempo, cuando fue la APEC yo andaba en Santiago y conocí a un tipo de la escolta de Vladimir Putin que andaba borracho como cuba por el barrio Bellavista mostrándole a todo el mundo sus credenciales, las llaves del San Francisco Plaza y montón de dólares que llevaba en la billetera, su jefe llegaba al día siguiente y como a las tres y media de la madrugada se fué de nuestra mesa con destino desconocido... esos rusos. La cosa es que estaba viendo recién Moscu News, que debe ser algo así como el Newyorker de Rusia, donde salía una crónica del Rasputin, el club nocturno más caro y más grande de la ciudad. Bueno, menos mal que Reagan les ganó la guerra fría, es un problema menos.

La cosa es que leyendo esa revista me encontré con otro divertido artículo de la columnista Deidre Dare que se llama Una Propuesta Indecente, les traduciré una parte a continuación:

Hay muchas maneras de captar la atención de una mujer: algunas funcionan y otras no. Yo pensé que las conocía todas pero me equivocaba, como pude darme cuenta cuando Chris G. llegó a mi bandeja de entrada y a mi vida.

Durante el furor inicial de mi columna "Abogados top, dejen de escribir pornografía", recibí un e-mail de un tal Chris ofreciéndome 20,000 euros para tener solo una cena con él. Al día siguiente, cuando no le respondí, me ofreció 30,000. Al otro día, todavía no le contestaba, me ofreció 100,000.

Entonces le respondí, ¿como podría no hacerlo?, por último, alguien tenía que detenerlo antes de que llegara a un millón y tal vez se quedara en la ruina, así es que de pronto decidí contestar. Le dí las gracias y le dije que me había hecho sonreir en un período difícil para mi y que me parecía ser un hombre muy dulce.

Pero se me quedó pegado, no podía sacar a Chris de mi mente. Primero que todo, estoy desempleada y mi situación monetaria es terrible. En pocas palabras: tengo algunos problemitas con el flujo de caja por estos días. Segundo, quedé intrigada por un tipo tan temerario con su dinero. Tercero, me sentí halagada que alguien estuviera dispuesto a pagarme tanto simplemente por el placer de mi compañía.

Seamos francos, el tipo captó mi atención. Los grandes gestos funcionan en la vida real tal como funcionan en las películas. Solo que en la vida real no ocurren nunca, así es que el truco es que nunca se hacen a este lado del celuloide.

Así, cuando dos semanas después, con mi mala suerte a cuestas y mi carrera al borde de la ruina, el pensar en Chris todavía me sacaba una sonrisa. Decidí aceptar su oferta y juntarme con él en Munich en unas pocas semanas para una cena, solo eso.

¿Les gustó la historia?, a mi me hizo mucha gracia, especialmente porque dice que va a escribir la segunda parte, contando como le fué con el tipo. Es mucho más larga y está llena de valiosas perlas de filosofía femenina, si quieren leerla completa (pero en inglés) vayan a este link.

Y eso es todo por hoy amigos, puras cabezas de pescado, nada nuevo que contar. Ojalá que alguna old lady se inspire con la historia de la rusa y me ofrezca un billete por acompañarla a cenar, porque yo ando en las mismas que mi colega sovietica. Nunca se sabe, la esperanza es lo último que se pierde, etc. etc. Hasta mañana.