La ciudad de los jureles pigmeos

Un amigo y ex compañero de la universidad me paró en pleno centro de la ciudad, en el paseo 21 de Mayo, se veía realmente enojado y me dijo "tu que escribes en La Estrella tienes que hablar de esto". La verdad es que me preparé para escuchar, una vez más, algún problema doméstico -ya me estoy acostumbrando a la idea que me ordenen a cada rato sobre lo que tengo que escribir- pero esta vez me pareció interesante.

Mi amigo el Saltillo, trabaja desde hace unos 15 años en las empresas pesqueras y estaba muy enojado por la presión de las compañías para que les amplíen su cuota de pesca para el jurel, bajo la extraña teoría que en Arica los jureles son enanos. Las empresas pesqueras están en grandes problemas desde hace tiempo, cuando el fenómeno de El Niño hizo desaparecer a parte importante de las anchovetas que antes eran muy abundantes.

La cosa es, según me contaba mi amigo, que en lugar de dar tiempo para recuperarse siguieron pescando igual no solo anchovetas sino también jureles, con la misma red anchovetera que es para peces chiquitos. El resultado es obvio, al arrasar con los jureles cada vez más jóvenes terminaron también con ellos y ahora piden que les amplíen la cuota de captura con ese curioso argumento: que en Arica -y solo en Arica- los jureles "no crecen más" o sea que tenemos una especie de pigmeos, lo que justifica que los pesquen con red anchovetera usando un resquicio legal llamado pesca de investigación.

Obvio que eso de los jureles pigmeos no está avalado por ningún estudio, simplemente se le ocurrió a algún vivaracho de las pesqueras, el siguiente paso fue convencer a los dirigentes sindicales para que difundieran el cuento y armen bulla con eso, finalmente nuestros políticos locales, haciendo honor a su fama de ignorantes, salieron a defender las fuentes de trabajo y bla, bla, bla. Tiene razón mi amigo, cuando se me pase la flojera tendré que escribir algo sobre esa novedosa teoría de los jureles pigmeos de Arica.

La pesca de arrastre se ha hecho tradicionalmente bajo el ingenuo supuesto que los peces no se van a terminar nunca. Probablemente eso es cierto a nivel global, pero no a nivel local y al alcance de las goletas que tienen su radio de acción más o menos cerca de la costa. En ese espcio limitado claro que se pueden terminar los peces, o más bien pueden irse para otro lado si saben lo que les conviene. Eso es lo que hemos estado viendo desde hace tiempo en nuestras costas.

Ya está bueno que el gobierno siga apoyando empresas que dejaron de ser rentables por presiones de los sindicatos. Los sindicatos son lo peor que existe en Chile, por algo a la mafia también se le conoce con el nombre de "sindicato", son más o menos la misma cosa: organizaciones dedicadas al chantaje, para obtener ventajas y beneficios a costa de todos nosotros, los giles que no estamos organizados.

Hay dos actividades en Arica a las que el estado le debe cortar toda clase de apoyo: la pesca de arrastre y la agricultura tradicional. Si alguna empresa quiere dedicarse a la pesca de arrastre perfecto, siempre y cuando respete escrupulosamente las tallas y las cuotas de captura. Si un agricultor tradicional del Valle de Azapa quiere plantar tomates para vender contra estación perfecto, siempre y cuando empieze por pagar el costo del agua que están sacando ilegalmente de cientos de pozos sin pagar ni una chaucha. El gobierno al final está beneficiando a estos chantajistas a costa de nosotros, por cupa de la pesca de arrastre el pescado de mesa es escaso y más caro que un buen filete. Por culpa de los agricultores chantas el acuífero de Azapa se está secando y nos vamos a quedar sin agua potable nosotros, los que pagamos.

Si no pueden trabajar respetando esas mínimas condiciones decentes entonces que cierren de una vez, es mejor ponerse de una vez colorado que cien veces amarillo, solo recuerden lo que pasó con General Motors de Arica a la que estuvimos subsidiando durante décadas. Lo mismo va a pasar con las pesqueras depredadoras y los agricultores tradicionales que están secando el acuífero y agotando el valle con pesticidas y fertilizantes a granel.

La foto es un acierto de mi amigo Clemente Cortés Meyer que patudamente reproduzco, Práctico del puerto y capitán del remolcador Clemente tiene muy buenas fotografías de la costa ariqueña en su facebook.