Un oficial y un caballero

Vuelvo un momento sobre el suicidio de Odlanier Mena, no por la tonta discusión izquierda-derecha en que se ha enfrascado un montón de gente por el asunto, sino a propósito de la columna que escribió Ascanio Carvallo llamada Mena, la última protesta. Tampoco quiero hacer un panegírico ni nada de eso, todos nos vamos a morir y el suicidio de una persona ya mayor no es nada tan terrible, pero creo que la historia de Odlanier Mena refleja las deformaciones con que se ha tratado lo que eufemísticamente se llama "atropello de los derechos humanos" durante los militares.

Estas deformaciones tienen que ver mucho con intereses personales, políticos y económicos, de decenas de miles de personas que a partir de 1990 vieron la oportunidad de fabricarse una historia de martiricidio, recibir pensiones, becas y -más que nada- de hacer carrera política a partir de una historia inventada.

Un buen amigo mío salió del país durante los militares, como muchos otros a buscar mejores perspectivas de vida y tal vez asustado de que le pudiera pasar algo con la represión que era fuerte en los setentas. Nunca tuvo participación política, pero con el tiempo se fue inventando una historia de persecuciones y torturas, que contaba en detalle a quien quisiera escucharle cada vez que se tomába unos tragos. Lo malo era el detalle, porque cada vez contaba una historia diferente y de haber sido cierto lo sometieron a decenas de torturas diferentes en muchos mundos paralelos, porque nada en su historia calza. Todo cambia según cuantas piscolas lleve en el cuerpo.

En fin, mi amigo solo se inventó la historia de payaso que era, para presumir un poco lo que no tiene nada malo, es como exagerar en el currículum o algo así. Pero muchos otros se fueron en volada y hoy Chile está lleno de falsos mártires, que han sido generosamente reparados por sus imaginarios sufrimientos. Los mejor compensados son hoy políticos, muchos ex-exiliados que salieron a "luchar contra la dictadura" y volvieron a fines de los ochenta dando clases de social democracia ¿para que volvieron? Porque acá está la plata pues.

Becas Valech para sacar estudios universitarios hasta tercera generación, pensiones de reparación por haber sido exonerados y sobre todo el acceso a las camarillas políticas que les han permitido un más que buen pasar como autoridades y altos funcionarios en pasados gobiernos.

La persecución indiscriminada es parte de nuestra historia política, cada nuevo régimen inicia una razzia persiguiendo a todos y encontrando todo malo. Así fue durante los militares y también durante la concertación y Piñera, esto porque da la posibilidad de ponerse en un pedestal moral superior sacando provecho de eso. Y si hay algo que se cumple con certeza casi matemática es que la tortilla se vuelve cada cierto tiempo.

Lo de Mena fue un episodio trágico, no tanto por el suicidio sino porque -una vez más- ganan los malos. Los hipócritas, corderos y aprovechadores salieron con su supuesta superioridad moral, cuando son pura basura. Mena tuvo muchas más agallas que cualquiera de los seudo héroes que se inventaron una historia muchos años después, porque salvó personas en tiempos muy peligrosos, en medio de un ambiente de histeria colectiva que hoy es difícil de imaginar.

Echar a todos en un mismo saco es una tontera. Ocurrió durante los militares cuando hablaban pestes contra los comunistas (siendo que fueron los más prudentes durante Allende) y se dió hasta el punto de histeria con la nueva izquierda que escaló alimentando el resentimiento en masa contra los militares. País de bipolares, muy pocos se dan cuenta del engaño y son capaces de ver lo evidente: que en todos los sectores hay gente buena y mala, aunque frecuentemente los malos son los que sacan el mejor provecho de las cosas.