EL problema de Iquique no es el tsunami

Que gran versión de Pepe Vasquez del Jipijay, festejo negroide que siempre aparece en las fiestas peruanas ¡cuantas veces lo habré escuchado! esta versión medio bluesera es excelente, se las recomiendo.

Me comentaba mi amiga Ari, que estuvo en el terremoto grande del 2010 en la zona central sobre lo importante que es en estos casos la cohesión social para no caer en el pánico, la histeria colectiva y todas esas cosas que a veces pasan después de las catástrofes. Justamente pensaba en eso sobre la situación de Iquique en grandes problemas después de todos estos temblores.

Conocí a Iquique, nuestra ciudad archi-enemiga, si mal no recuerdo en 1979, o sea alcancé a vivir el viejo Iquique de los barrios de El Colorado, Morro, Cavancha, Plaza Arica. Una ciudad llena de tradiciones y con tremenda identidad, desde hace unos 20 o 25 años esa ciudad ya no existe más. La Zona Franca primero y después la minería asesinaron a la gloriosa Tierra de Campeones y lo peor es que el asesinato fue por mano de sus propios caudillos.

El asesinato de Iquique está muy relacionado a la historia de Alto Hospicio, creo que fue en los años noventa cuando el alcalde eterno Jorge Soria (AKA "el loco" o "el choro") quiso consolidar su poder político colocando a su esposa y sus hijos en el sacrificado servicio público. Como los votos no le alcanzaban se le ocurrió la brillante idea de importar votantes desde Santiago. Así nació la gigantesca toma (avasallamiento) de Alto Hospicio, adonde llegaron miles de indigentes de la zona central que consiguieron el milagro de elegir al hijo tonto como parlamentario.

Todo se hizo mal en Alto Hospicio y muchas cosas se hicieron mal en Iquique desde entonces. Se construyeron miles de viviendas sociales endebles en un suelo espantosamente malo, arenoso y salino. Igual cosa con la red de agua potable improvisada a medida que la toma iba creciendo. Alto Hospicio es hoy una especie de Calcuta, donde las familias decentes deben convivir con lumpen y flaites que han llegado atraidos desde Chile y los países vecinos.

Resulta que prácticamente todo el tráfico de drogas que entra hacia Chile se canaliza por la ruta desde Bolivia por Colchane y Alto Hospicio, los carteles de La Legua y todos los grandes traficantes de Chile tienen su sucursal en ese pueblo que ha tenido un crecimiento explosivo desde que fue creado por Soria a partir de la nada. Así empezó la muerte de Iquique que hoy es una de las dos ciudades con más crimen violento per cápita en nuestro país.

Existen a lo menos tres o cuatro Iquiques distintos en el mismo lugar. Está la gente de la Zona Franca, los de las mineras con su gran cantidad de rotos con camioneta, los flaites que parasitan y se dedican a hacer malabares, traficar droga o a robar y los antiguos iquiqueños acorralados por todos los demás grupos. De una ciudad pobre pero honrada, encantadora y tradicional Iquique se convirtió en el pequeño infierno que es hoy.

Y gracias a la brutal segregación mucha gente ni se da cuenta de estos mundos que conviven, o no les importa gran cosa, cada cual en su ecosistema. El problema es cuando viene una catástrofe que los obliga a mezclarse y es lo que estamos viendo ahora. Muchos falites como cucarachas no obedecen instrucciones a nadie y aprovecharán de robar lo que puedan, Iquique es un lugar donde el peligro de saqueos es real porque mezclado con gente muy buena aunque pobre -muchos inmigrantes colombianos han dado ejemplo de civismo y cooperación- también está lleno de delincuentes y patos malos.

El problema de Iquique no es el maremoto sino la fractura social, un lumpen que le encanta victimizarse y exigir de todo. Los terremotos solo sacan a la superficie un problema que se ha ido creando en Iquique desde hace años gracias al popular alcalde Soria. Menos mal que a nosotros no nos ha pasado, acá todos nos conocemos y dudo que alguien pueda saquear y seguir viviendo tranquilamente en Arica.

Yo estoy entusiasmado con todo este barullo, nos saca de la rutina y da la posibilidad de ver cosas nuevas y prepararnos, lo bueno es que si viene el mega-terremoto será bien avisado y el que lo pille desprevenido será solo por su culpa. Tengo mis dos refugios nucleares listos, un dato de mi amigo el arquituerto me hizo recordar que en la casa rodante tengo un estaque de 200 litros, no me demoré nada en llenarlo de agua. Así están mis bati-cuevas ahora, listas para recibir a El Grande.