El festín de los oportunistas

Una de las cosas más características de los vacíos de poder político es la aparición de oportunistas, gente sin trayectoria pero con suficiente apetito de poder como para preguntarse ¿y por que no yo? No necesariamente se trata de gente siniestra -algunas veces aparece gente valiosa- pero lo lógico es que los oportunistas aparezcan entre los peores, gente básica, ciegos a sus propias limitaciones, pero con un ego que les provee de una especie de visión mesiánica, que les permite suprimir el sentido del ridículo.

En Arica tenemos varios de estos candidatos eternos, incluso a algunos les ha resultado o han estado muy cerca. El año 2014 escribí acá mismo sobre un chofer de colectivo que me decía -absolutamente convencido- que él iba a ser el futuro alcalde de la ciudad, hasta tenía su lema "vote por el colorín, uno como tú", el pobre diablo ni siquiera era colorín, pero tenía una seguridad envidiable. Y en las últimas elecciones municipales un ex taxista, que no lo conocía nadie, estuvo a 200 votos de ser alcalde ¿habrá sido el mismo? Capaz, nunca me molesté en averiguarlo.

Un caso notable de oportunismo político en Chile fue Carlos Ibañez, el eterno conspirador que resultó bastante decente como gobernante y que ya viejito llegó a la presidencia con un abrumador apoyo popular, después de haber sido presidente de facto cuando joven. Ibañez fue un caso raro como gobernante, una personalidad muy compleja y seguramente poco estudiado, contradictorio, lo mismo que su eterno rival Arturo Alessandri, ambos fueron un par de oportunistas en años donde hubo tremendos vacíos de poder.

Pareciera que en Chile estamos volviendo a la temporada de oportunistas, igual que en 1920 cuando se derrumbó la República Oligarquica, Bachelet se está yendo del gobierno en medio del desprestigio y la burla igual que don Juan Luis Sanfuentes y don Ladislao Errazuriz con su fallido cuento de la guerra, con que trató de impedir la llegada al poder de Alessandri. La historia no se repite mecánicamente, aunque parece que hay patrones que vuelven una y otra vez.

La Concertación por la Democracia, el conglomerado opositor a Pinochet que gobernó entre 1990 y 2010 fue muy parecido a la República Oligarquica, que gobernó a Chile entre 1891 y 1920, los peces gordos de la política aliados con los millonarios hicieron gobiernos medianamente decentes hasta que llegó Bachelet a arruinarlo todo.

Algún día me pondré a escribir esa historia de la nueva República Oligárquica, entre 1990 y 2010. y de Bachelet en su segundo gobierno, que derrumbó el sistema, jodió a la izquierda y abrió la puerta al oportunismo político de los segundones, a los pactos de sangre, a cargarse a los de su propio sector y sobre todo a los que reemplazaron la ideología por la pura ambición de forrarse.