Picadillo del viernes

Me cuesta escribir mi entrada diaria, y no es por falta de temas, todo lo contrario, tengo demasiados temas pero son todos de política y llevo muchos días seguidos escribiendo lo mismo. Por ejemplo la serie Desafíos de Piñera, se hace interminable y no quiero que este templo del Ocio se convierta en un blog político, sería muy aburrido concentrarme en una sola área. En fin, para pasar el apuro procederé a comentar un picadillo de tonteras y cosas sin mucha importancia, acá voy.

Vi en otro día a un periodista de TVN escandalizado porque en la Operación Huracán en Carabineros habían contratado a un tipo que "ni siquiera es ingeniero informático" para hacer el software. Que ignorante, no conozco a un solo ingeniero informático que haya hecho algo parecido al programa "Antorcha" y que funcione, los que hacen esas cosas rara vez tienen estudios formales, casi todos son autodidactas que disponen de tiempo y curiosidad. Los sobacos ilustrados, tontos e ignorantes miran en menos a los autodidactas, que muchas veces son los mejores.

El espionaje es holistico, fuzzy, no es cosa de expertos ni profesionales especializados, escuchar a "expertos académicos" en esos temas resulta penoso, solo saben repetir lugares comunes. En The Intercept leo como la CIA, NSA y otros usaban en los interrogatorios la pornografía encontrada en los equipos de los detenidos para chantajearlos y obligarlos a cooperar, que divertido, me imaginaba las toneladas de material que tendrían si alguna vez estos tipos me interrogan, aunque a mi no me asustarían con que se hiciera público, en una de esas me hago famoso.

Que sensación más rica es no tener demasiados secretos importantes o vergonzosos, guardar un secreto no es fácil para nadie porque hay que estar siempre atento para que nadie se de cuenta y no caer en contradicciones. Como todos supongo, yo tengo algunos secretos que no le contaría a nadie, algunos tal vez a mis más cercanos, pero siempre he tratado que sean pocos porque soy muy distraído y capaz que se me salga alguno sin darme cuenta. Pero la mejor vida es la del que nada sabe y nada teme.

Dicen que cuando interrogan a un asesino o cualquier delincuente por ejemplo, un buen interrogador conoce la carga de tener que guardar un secreto y la confesión es una especie de liberación de esa carga, muchos prefieren ir a la cárcel o enfrentar cosas peores con tal de no tener que seguir manteniendo la mentira. Pese a todo yo me precio de ser muy bueno guardando secretos, debe ser porque trato que sean solo los más importantes, todo lo demás, que se sepa.

En mi diario ejercicio de introspección antes de levantarme, con el recuerdo fresco de mi última pesadilla, pensaba que la vida funciona igual como el notebook, que mientras lo uso veo como se le va agotando la batería. Claro que nosotros no tenemos recarga: para morir nacimos, así es que no vale la pena preocuparse por nada. Lo mejor es no pensar mucho y vivir contento mientras dura la batería. He visto el ciclo de la vida en muchos de mis amigos, un día estamos conversando felices, llenos de energía y proyectos y al otro día están muertos, que diablos ¿de que sirvieron los malditos proyectos?.

Esto me llevó a pensar si es importante o no planificar. Hasta los cuarenta años más o menos yo vivía haciendo planes y tratando que se cumplieran y creo que eso está bien, la batería estaba bien cargada y -al menos en teoría- quedaba bastante tiempo por delante para gastarlo en algo, aunque sea tan absurdo como perseguir quimeras. A partir de un momento eso va perdiendo sentido.

Uno nunca deja de tener planes, yo tengo cientos, especialmente porque no tengo ningún futuro asegurado y si me enfermos, me pasa un accidente o lo que sea, la mejor alternativa que me queda es morirme enseguida, esa es mi apuesta, pero mis planes -en cuestiones de plata por lo menos- son de corto plazo. En lugar de planes, pasada cierta edad, es mejor tener sueños, como el Gran Gatsby: 

Gatsby creía en la luz verde, el orgiástico futuro que, año tras año, aparece ante nosotros... Nos esquiva, pero no importa; mañana correremos más de prisa, abriremos los brazos, y... un buen día... Y así vamos adelante, botes que reman contra la corriente, incesantemente arrastrados hacia el pasado.

Que librazo, mejor no escribo más y me voy a soñar despierto un rato, la imaginación nos puede traer grandes placeres o las peores angustias y si está al alcance de nuestra mano manejar la imaginación, que sea para lo primero y no para lo segundo.