La igualdad del generoso. Parte 2

Ayer vimos como la igualdad es el pretexto usado por los que tienen envidia y codician la riqueza ajena para tratar de apropiarse de ella, bien sea por la fuerza o por la amenaza de su uso. Uno de los ejemplos más groseros de esto son la expropiaciones que hace un grupo de políticos cuando llegan al poder, para poner a sus amigos o parientes como administradores, que luego se convierten en los dueños de facto.

La Nacionalización del Cobre fue el ejemplo más vergonzoso de robo en la historia nacional, perpetrado por el Estado Chileno, un acto matonesco, de bandidaje y que pagamos todos muy caro, porque la aceleración de la debacle de la Unidad Popular fue causada en buena parte por los castigos y embargos -no del imperialismo- sino de los tribunales internacionales de comercio, que son cosa seria para cualquier país que intente esos actos de piratería.

No hay que olvidarse que este robo con fuerza de ley fue aprobado por la unanimidad del congreso, ni un solo parlamentario se atrevió a levantar el dedo para oponerse, y que al felón Eduardo Novoa Monreal, que ideó este y varios otros despojos, terminó siendo homenajeado por la Universidad de Chile como un gran académico. ¿Que podemos esperar de una universidad que honra a los sinvergüenzas y regala título profesional a gente que no fue a clases ni rindió las pruebas?. Muy poco.

Bueno, no quería dejar pasar este ejemplo pero me estoy desviando del tema. Como escribía ayer, no encuentro nada admirable en el "ideal igualitario", especialmente cuando se refiere a la igualdad en la distribución de la riqueza, que es la única que realmente les interesa a los mediocres y resentidos. Para mi, pensar que la riqueza la debe redistribuir el estado es una idea bien bastarda, propia de los pobres diablos que son a la vez codiciosos e incapaces, lo que resulta una pésima combinación.

Sin embargo hay otras clases de igualdad y unas pocas son deseables, importantes. Me refiero a una igualdad que es característica de las buenas personas: la igualdad en el trato. Sabemos que las personas no son iguales y que no todos "valen" lo mismo (lo pongo entre comillas para que no nos olvidemos que el valor es un asunto subjetivo) sin embargo lo característico de las grandes personas es que tratan de igual manera a todo el mundo. Lo voy a ilustrar con un ejemplo, que seguramente ya he contado antes aquí mismo.

Había un juez en Arica, don Jorge Quiñones Garat, ya muerto hace tiempo, al que todos le tenían respeto, cosa que a mi me llamaba mucho la atención porque lo habitual en esos años era que algunos jueces fueran un poco tiranos y arbitrarios. Una vez lo acompañé en una visita semanal de cárcel y pude notar que los mismos presos que él había condenado lo trataban casi con aprecio, al contrario de lo que pasaba con otro jueces. Picado por la curiosidad le pregunté como lo hacía para que los delincuentes lo trataran tan bien y me dijo "ah, es que no se si te has fijado, yo a todos los trato de "usted" y eso hace una diferencia, respeto trae respeto". Que gran juez.

Era cierto, hasta el peor criminal o al más pobre borracho lo trataba de la misma manera en que trataba a los ministros de Apelaciones o a los Supremos que iban a revisar su tribunal, a sus subalternos o a su familia y  mí, que era un simple medio pollo pero me honraba con una sincera amistad, a todos por igual. Ni insolente pero tampoco servil con nadie, era el juez tieso de mechas que nunca ascendió a Ministro. por lo mismo.

Resulta que muchos -si no todos- los "justicieros sociales" que se llenan la boca con los pobres y ostentan de manera grosera sus supuestos buenos sentimientos o su superioridad moral, son los tipos más petulantes, miradores en menos, echados para atrás que existen. Pero no solo eso, además son serviles y cobardes con los que tienen poder sobre ellos, están siempre dispuestos a lamerles los pies y a humillarse,porque tanto su petulancia como su cobardía tienen el mismo origen: son sobre todo inseguros de si mismos, en su interior saben que no valen nada.

He tenido la suerte de conocer a mucha gente como el juez Quiñones, como don William Wilcheck, un judío millonario que el año 1983 recibió al pobre pelagato que escribe estas líneas en su gran oficina del Empire State, piso 75, y se tomó la molestia de conversar horas conmigo, se interesó en mis cosas y me contó su historia ¿por qué lo hizo? Porque seguramente trataba a todo el mundo como a él le gustaba ser tratado, con sencillez y amabilidad.

Lo que distingue a las personas generosas es esa actitud de no creerse más ni menos que ninguna otra persona, lo que les permite tratar a todos como iguales. Es muy difícil, especialmente cuando a alguien le empieza a ir bien en la vida y se pone petulante o, en el otro extremo, cuando está muy mal y se vuelve resentido.

Cuando yo tuve negocio, alrededor del año 2000, manejaba grandes sumas de plata, cuando iba al Banco a depositar me hacían pasar a una oficinita y me atendían como un gran señor, tenía como 30 trabajadoras que me decían "don Tomás", un tipo que me limpiaba el auto durante todo el día, un cortejo de clientes y personas a las que les podía hacer favores desfilaban todo el día, en fin, cuando me estaba "yendo bien" en asuntos de plata, poco a poco fui notando como me cambiaba la personalidad.

Me acostumbré a que me dijeran "don" Tomás y cuando alguien me llamaba por mi nombre no dejaba de molestarme un poco, me acostumbré a los aduladores y me empecé a poner un poco petulante, sobre todo despectivo "¿que se cree este picante, pobre diablo?" pensaba a veces y después me asustaba un poco de haberlo pensado. Es natural que pase. Pero gracias al Pulento, en pocos años me fui a la quiebra más espantosa y aprendí algo que siempre supe, pero se me había olvidado entre tantos billetes "no existen los amigos pequeños".

Como se de primera mano lo fácil que el poder y la plata pueden arruinar el carácter de una persona, admiro mucho a los que teniendo poder, plata o ambas cosas mantienen esa capacidad de no sentirse más ni menos que nadie, es verdad que uno puede decir "soy tan bueno como cualquiera y mejor que muchos", no está mal creerse mejor o peor que otros, lo malo es tomarlo en serio y mostrarlo, tratando mal a los débiles y siendo servil con los poderosos. El que se puede parar y tratar igual de bien a un mendigo o a un billonario, es un tipo bien hecho, que vale plata, Y los resentidos sociales jamás alcanzarán ese nivel de igualdad, la igualdad del trato, que es de las pocas, a mi modo de ver, que vale la pena.

P.D. Pasando a otra cosa: ¡chinos, os tengo dominados! llevo más de una semana sin virus, las visitas de China que eran miles por día hoy a penas son unas decenas, mi regla de firewall "fuera chinos" rechaza cientos de accesos diarios a bradanovic.cl  y el servicio Cloudflare me informa "Stopping the bad guys with Cloudflare: 1,301 malicious requests blocked or challenged in the last month". Chairman Mao, revuélcate en tu mausoleo.