La mala suerte de Piñera

Pasamos un fin de semana tranquilo y creo que ya se puede seguir comentando de política, moderadamente, porque no es buena época para perder la calma y entrar en arengas furibundas. Recomendaría a mis amigos -si saben lo que les conviene- que hagan lo mismo: por la boca muere el pez y tengo experiencia muy clara sobre eso: después del 11 de septiembre de 1973 eso no solo fue un refrán sino una realidad. Bueno, aquí voy

La mala suerte de Piñera

Cuando empezaba toda la agitación en las calles yo me puse bien irritable con la cadena de increíbles errores de S. E. en especial por no haber destituido a tiempo a Chadwick. Cuando alguien comentó que el objetivo de todo era botar al presidente, ese fue mi no muy amable comentario: "Por mí, que a piñera lo boten a patadas". Bueno, obviamente fue un error, el comentario era estúpido. No lo borré para recordarme a mi mismo cuan idiota puede llegar a ser uno cuando se enoja, me di cuenta enseguida que tenía que bajar el tono, dejar de comentar esas cosas por un tiempo hasta poder ver las cosas nuevamente con la cabeza fría.

Sebastián Piñera siempre fue un tipo con suerte, en los negocios y en la política, hay gente que tiene ese toque de rey Midas, que lo que tocan les resulta bien aunque no tengan grandes cualidades, simplemente están en el lugar y el momento adecuado, he conocido mucha gente así. Pero en algún momento la suerte se termina y cuando nos da vuelta la espalda lo malo viene con todo. Creo que fue este el caso.

Junto con sus buenas condiciones -que tiene varias- S. E.tiene dos características que pueden ser muy valiosas para un político bajo ciertas circunstancias, son la cobardía moral y el oportunismo. Y no lo digo como insulto porque todos tenemos esas características en cierta medida. La cobardía moral nos hace ser cautelosos, buscar acuerdos y tratar de ganarnos a nuestros enemigos aunque eso choque con nuestros valores. De las ventajas política del oportunismo ni hablar, porque saber cuando golpear al que está débil y arrancarse del que es más poderoso es algo que resulta muy valioso en política.

El momento estelar de la carrera política de S. E. fue en el rescate de los mineros atrapados durante su primer período, cuando tuvo la decisión de comprometer muchos millones de dólares y recursos en un rescate de resultados dudosos -casi imposibles- las cosas se dieron y cada uno de los 33 mineros fue rescatado con vida, no se perdió uno solo. Fue una proeza con repercusiones en todo el mundo, pero no se supo capitalizar y hoy ya está casi olvidada.

Es interesante pensar que habría pasado si a los mineros no los hubiesen podido rescatar, o los hubiesen encontrado muertos. No era mucho el riesgo después de todo, pocos años después dos mineros quedaron atrapados en Aysen en circunstancia parecidas y Bachelet, que era presidenta entonces, no movió un dedo por ellos. Murieron enterrados y nadie dijo nada. Supongo que si el rescate de Piñera hubiese fracasado solo se habría perdido plata, cosa que a pocos le importa cuando es del fisco. El rescate fue una decisión lúcida porque no tenía tanto riesgo como parecía, la única vez que yo recuerde en que Piñera mostró algún rasgo de líder.

En general el carácter de S. E. me recuerda al de Patricio Aylwin, que le tocó gobernar en una etapa muy tranquila donde solo se necesitaba alguien cauteloso -para no decir cobarde- y con buen sentido de oportunidad.

En el actual período presidencial sin embargo, a Piñera le tocó la mala suerte de que se necesita alguien con coraje y principios fuertes sin ceder, ante la situación de gran deterioro económico y social que dejó Bachelet. Esos fueron cuatro años intentando lavar el cerebro de la chusma inconsciente, vendiéndoles el cuento que todos tenían "derechos sociales" por el simple hecho de haber nacido y que el gobierno, endeudado hasta el cuello, apenas con recursos para financiar sus propios desfalcos, se los iba a dar todo gratis.

Sebastián Piñera sigue aferrado a ese esquema, haciendo ofertones que el estado no podrá cumplir y solo causarán más decepción. En su imaginario se compró todo el cuento de sus enemigos, con puntos y comas y a estas alturas, él y los que se jugaron por él ya son unos fiambres políticos. Mala suerte porque le queda una muy larga temporada de pato cojo y si no reacciona, nos podría dejar una herencia muy mala, empoderando a la izquierda que podrían conseguir -asustándolo- lo que no pudieron conseguir con votos en las elecciones.

Se le acabó la buena suerte y se le vienen ahora las vacas flacas, yo creo que de esta no se recuperan. Por lo demás es algo que le está pasando a todos los políticos actuales. En verdad me da algo de lástima, pese a lo que cree el común de la gente ignorante, los gobiernos de Piñera han sido los menos corruptos que hemos tenido desde 1990 hasta hoy, pero eso no basta, es la persona menos adecuada para el momento que estamos viviendo y todavía le quedan dos años de agonía política. La buena suerte rara vez dura para siempre.

En fin, nada nuevo ni muy interesante para hoy, pero paciencia: iré de a poco