Miedo y pesimismo

Siempre me han gustado los años de la Segunda Guerra Mundial. Crecí leyendo las Selecciones del Readers de esos años y también disfruté mucho de la autbiografía de Winston Churchill -pocos saben que ganó el Premio Nobel de Literatura en 1953- me encanta la música de esos años, las big bands y todo eso, pero sobre todo el gigantesco esfuerzo de guerra que movilizó prácticamente a todo el mundo en esos años. Fue una gran época.

Hoy no queda casi nadie de esos años. Cada uno de nosotros recuerda -probablemente- con más nitidez cuando tenía alrededro de 20 años y esa es más o menos la generación que nos identifica. Mi amigo Tom McDonnell nació en 1946 así es que es básicamente un sesentero, criado durante la reconstrucción de la postguerra.  Yo nací en 1955 es decir soy técnicamente un setentero, pero tengo recuerdos muy vivos de mi niñez, que fue muy intensa.

Entremés: la historia del Beppy
Cuando yo tenía unos cuatro o cinco años, vivíamos en calle Galvez, a un costado del Ministerio de Defensa y junto al diario "Clarin", que era el medio de prensa más popular de esa época, y teníamos varios amigos alemanes, tal vez heredados de mi papá, aunque mis padres ya estaban separados en esa época.

Bueno, el caso es que llegaba a mi casa un alemán que se llamaba Beppy, era veterano de la guerra, le habían reemplazado parte del cráneo por un pedazo de metal y al parecer le habían quedado esquirlas adentro porque de tiempo en tiempo se enfurecía, le pegaba a su mujer y espantaba a los niños, era una verdadera fiera, o tal vez le pasaba solo cuando se emborrachaba, no recuerdo bien esa parte.

La cosa es que cuando el Beppy estaba de buenas era muy simpático, llegaba a la casa cantando a voz en cuello "Panzerlied" o canciones de ese tipo y nos entretenía a todos con sus ocurrencias. En esos tiempos mi mamá estaba empezando a sobrevivir sin ingresos, un arte que tuvo que cultivar durante casi toda su vida, y el Beppy le propuso un negocio que tampoco recuerdo de que se trataba. Todos estos son recuerdos confusos mezclado con las cosas que después le escuche a mi mamá.

Como era de esperar el Beppy se fundió con la plata y nos dejó en una situación tan espantosa que mi mamá furiosa dijo que al primer perro que tuviésemos le íbamos a poner Beppy, para no olvidarnos nunca del infame.  A los pocos días apareció con un cachorro mestizo muy lanudo, con un ojo negro y otro blanco ¡aquí está el Beppy! anunció.

El primer Beppy le hizo honor a su nombre porque estaba completamente loco y fue así durante toda su vida, jamás se tranquilizó. creció mucho y cuando se arrancaba por Recoleta causaba conmoción y detenía el tránsito porque corría como enajenado sin importarle el riesgo de ser atropellado. Era un perro completamente tonto, incapaz de aprender nada que nos siguió en nuestras casas de Eusebio Lillo 555, Juarez 632 y Diagonal 4641 de la Población Santiago, donde finalmente murió.

Nunca me ha gustado suponer que los animales son personas, atribuirles pensamientos y cosas por el estilo, pero sin duda que cada animal tiene una personalidad característica y nuestro primer Beppy era un loco de remate. Lo curioso e que le pusimos el nombre como un castigo, para no olvidarnos de la estafa de el miserable alemán, pero con los años e tomamos cariño, tal como a todos los perros Beppy que hemos tenido después, así fue como el nombre dejó de ser infame.
Fin del entremés

Bueno, este entremés se me vino a la memoria por mi afición a los años de la Segunda Guerra Mundial cuando conocí a un soldado alemán que nos dio el nombre para nuestros futuros perros  Siempre he pensado como serían esos años de psicosis, cuando esuvimos amenazados por una dominación mundial fascista primero y después por el intento de dominación comunista de la URSS.

Una cosa que siempre he admirado es la historia de Winston Churchill, pocos saben que era un tipo completamente desacreditado a principios de la guerra, nadie lo tomaba en serio y el rey lo consideraba un peligro y una desgracia para el futuro del país. Venía arrastrando la reputación negra de ser un loco irresponsable, después del desastroso resultado de la Batalla de Galipoli, que el había impulsado en la Primera Guerra Mundial como primer lord del almirantazgo.

A Churchill no lo querían ni en su propio partido y llegó colocado como primer ministro por la fuerza de la opinión popular, después del vergonzoso y cobarde comportamiento de Chamberlain frente a Hitler. Nadie creía en él, sus opiniones eran extremadamente impopulares entre sus colegas político pero coincidían con el sentido común de la gente, las intuiciones, del inglés común y corriente que odiaba por instinto a Hitler y preferían morir aniquilados antes que rendirse o llegar a acuerdo con el Gobierno Nazi.

Sus primeros dos años de gobierno fueron desastrosos, pero se las arregló para resistir y hacer que todos los ingleses lo siguieran dispuestos a resistir hasta el final

A pesar de que grandes extensiones de Europa y muchos Estados antiguos y famosos han caído o pueden caer en las garras de la Gestapo y todo el aparato odioso del gobierno Nazi, no vamos a languidecer o fallar. Llegaremos hasta el final, lucharemos en Francia, lucharemos en los mares y océanos, lucharemos con creciente confianza y creciente fuerza en el aire, defenderemos nuestra isla, cualquiera que sea el costo, lucharemos en las playas, lucharemos en las pistas de aterrizaje, lucharemos en los campos y en las calles, lucharemos en las colinas, ¡nunca nos rendiremos!, e incluso si, cosa que ni por un momento creo que suceda, esta isla o una gran parte de ella fuera subyugada y estuviera hambrienta, entonces nuestro Imperio más allá de los mares, armado y protegido por la flota británica, cargaría con el peso de la resistencia, hasta que, cuando sea la voluntad de Dios, el Nuevo Mundo, con todo su poder y su fuerza, avance al rescate y a la liberación del Viejo.

Todo el Reino Unido estaba aterrado en esos días, estaban completamente solos contra Alemania que se había apoderado de toda Europa Continental, el Gobierno de Estados Unidos cobardemente se escudaba en una política de neutralidad y Churchill parecía ser el único optimista en un país donde se consideraba que todo estaba perdido.

Pero no estaba solo, el inglés del pueblo, alejado de los manejos del poder compartía su determinación y optimismo, solo necesitaban un líder con pantalones bien puestos que los inspirara y esa fue justo la mejor hora de Churchill, es una gran historia.

Cuando yo era joven,en los setentas (uhhh) había un miedo irracional parecido frente  los avances de la Unión Soviética que auspiciaban revueltas y revoluciones en todo el mundo para colocar sus dictaduras. Pero no era todo el mundo en realidad, la gente común sabía que iban a resistir y que todo iba a pasar, cosa que ocurrió efectivamente con la caída del Muro de Berlin.

Por estos días de revuelta en Chile, con los medios de comunicación vendidos que nos bombardean todo el santo día con mocosos empoderados, gente tonta, mediocre, ignorante tratando de sacar algún provecho o simplemente ventilando su resentimiento, me llama la atención la cantidad de gente pesimista y asustada que lloriquea que "Chile se fue por el barranco" o tonteras por el estilo.

Nada de eso, acuérdense de Churchill nomas que decía "soy optimista porque no le veo ninguna utilidad al pesimismo". No sean cobardes y a aguantar con la cabeza fría a los monos, ratas y cucarachas que salen a marchar y hacer destrozos a la calle y a los miserables que se dedican a destruir la imagen de nuestras mejores instituciones. No lo van a conseguir nunca.

P.D. La foto corresponde a Winston Churchill observando los disturbios del 11 de enero de 1911 en Sidney Street entre un grupo de anarquistas y la policía.
Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=325201