El nervio vago: mi nervio

Mi nervio

He estado muy entretenido escuchando el podcast de Marcos Vázquez y Laura Díaz sobre el eje intestino-cerebro, gracias al datazo de Wilson cuando comentaba hace pocos días. En la entrevista ilustran muy bien la conexión entre ambos órganos y muestran ejemplos claros de como el cerebro y el cuerpo se influyen mutuamente, en una relación en ambas direcciones. La importancia de las reacciones del sistema inmune, especialmente con las inflamaciones es también un tema muy interesante con esto del Covid-19.

Pero algo que gatilló mi atención enseguida fue la existencia del nervio vago. Apenas lo escuché pensé ¡ese es mi nervio, si yo soy un completo vago! y me puse a averiguar sobre ese simpático nervio, tan importante como poco conocido.

Primero que nada me interesó el nombre ¿Por qué le pusieron "vago"? No fue porque no hace nada, a diferencia de mi, el nervio vago cumple con una multitud de funciones transmitiendo a todas partes  las señales del sistema parasimpatico, que controla los movimientos involuntarios como la respiración, los movimientos intestinales, las secreciones, etc. El vago opera desde el cuello hasta cerca de nuestra puerta trasera, o sea el final del colon, y no es uno sino dos los nervios vagos que tenemos, uno al lado derecho y otro al izquierdo.

Pero volviendo a lo que me interesa ¿por qué diablos se llama "nervio vago"? No estoy seguro pero al parecer tiene que ver con la multitud de ramificaciones y funciones que cumple, la lista es impresionante, entonces no parece seguir un camino preciso sino que "divaga" y toma muchos caminos diferentes, tal como me pasa a mi a cada rato cuando empiezo a escribir una entrada y me voy por las ramas. O sea el nervio vago no se parece a mi en lo ocioso, sino que en mi tendencia a divagar y a irme por las ramas.

Que cosa más interesante, a lo largo de nuestra vida comemos como 50 toneladas de alimento, lo que representa unas 10 elevado a 14 células y las células del sistema digestivo deben seleccionar cuales se procesarán para convertirlas en nutrientes, cuales son peligrosas y deben ser destruidas, cuales son inútiles y hay que botarlas por el caño, etc. Es un trabajo tan complejo que resulta imposible de imaginar, sobre todo si pensamos que los criterios de selección entre lo que se procesa o no cambian a cada momento, según los cambios del estado de salud y emocional de la persona entre otras cosas. Ahora si entiendo por qué necesitamos un mini-cerebro en el estomago, las decisiones no son para nada sencillas ni mecánicas.

Un buen amigo me contaba que tenía una alergia severa a cierta clase de alimentos que le causaban unos malestares y efectos espantosos. Yo que tengo estómago de fierro y puedo alimentarme de cualquier basura casi sin problemas no le creía mucho y pensé que exageraba, que debía ser solo "cuestiones de stress", como a mi se me revuelve el estómago cada vez que tengo que trabajar o interactuar con alguien con quien no tengo confianza.

Me equivocaba, escuchando esta entrevista me doy cuenta de cuan graves pueden ser los efectos de alergia a algunos alimentos, ya no me reiré de los celiacos ni diré más alaracos a los que tienen diverticulitis, simplemente porque tuve la suerte de nacer con un estómago más duro.

Muy entretenida e interesante la entrevista, se las recomiendo. Ahora mejor dejo de divagar y me voy a soñar con los angelitos, a ver si se estimula mi nervio vago.