Los ambiciosos

He estado viendo en Netflix la historia del Chapo Guzmán. Como Netflix es políticamente sesgado, voy corroborando las cosas que me parecen dudosas y -efectivamente- la serie tiene un sesgo político que llega a ser ridículo a favor de Lopez Obrador, el viejo gagá que desgraciadamente llegó a la presidencia de Mexico y le está haciendo tanto daño al país.

Pero bueno, ignorando la parcialidad ideológica, en lo que se refiere a la historia del Chapo Guzman parece concordar con los antecedentes conocidos, al menos en líneas generales. Estos semi documentales nunca son ideológicamente neutros y en el caso de Netflix el sesgo es grosero, empecé a ver también otra serie hecha en Mexico llamada "La dictadura perfecta" pero se trataba de un bodrio, un melodrama de porquería que no aguanté verlo por mucho rato. El del Chapo es al menos soportable.

Es increíble la historia de Guzmán, como no fue capaz de parar cuando podía hacerlo, la ambición y la egolatría lo perdieron. Si alguien tiene la culpa que esté cumpliendo presidio perpetuo en una cárcel de Colorado es él mismo, la ambición de poder y dinero lo volvió loco.

Lo más increíble fue como el narcotráfico llegó a corromper la política y a buena parte de la sociedad mexicana. La larga revolución que tuvieron parece que fue consolidando una cultura del abuso y la violencia como cosas normales y aceptables. Señores feudales, barones ladrones y villanos, unos abusadores y otros abusados y todos muy felices. Que tremenda desgracia para ese país.

Muchas cosas que se presentan como pecados o defectos, pueden ser buenas en su justa medida, alguien sin ninguna ambición por ejemplo se parece más a un vegetal que a una persona. Muchos somos ambiciosos por envidia o resentimiento social. Yo por ejemplo: cuando hice mi práctica de técnico electrónico en 1976 en la industria IRT, recuerdo que todos almorzábamos en un enorme comedor. Pero había un comedor chico donde almorzaban los gerentes e ingenieros. Eso me chocó tanteo que dos años después entré a estudiar ingeniería sin un peso en el bolsillo y con todas las probabilidades en contra.

Por eso no creo nada en la estadística, con algo de buena suerte y mucha determinación a veces se pueden conseguir cosas imposibles. Y muchas veces el motor que nos mantiene en la pelea es la envidia, que en su justa medida también puede ser buena. La dosis hace al veneno. La historia del Chapo Guzmán es parecida: sufrió muchas humillaciones al principio y eso lo llevó a ambicionar sin límite. Y no existe nada más peligroso para uno mismo que no saber hasta donde le llega el brazo.

Uno siempre quiere más. Ahora que empecé a construir el techo a mi querida suegra, ya estoy pensando en seguir construyendo hacia arriba pese a que estoy más pobre que el ropero de Tarzán, pero a veces con suerte y determinación la estadística no funciona y ocurren las cosas menos probables... y a veces no, Lo mejor es no tomárselo muy en serio, mañana vendrá un terremoto o un incendio y lo perdemos todo, quien lo sabe.

Yo era muy ambicioso, hasta los 45 años más o menos, cuando me di cuenta que me estaba preocupando demasiado por las cosas que no había logrado y seguramente nunca iba a conseguir. Uno puede burlar a la estadística unas cuantas veces, pero no siempre, el fracaso es paciente y está siempre allí, esperándonos, tiene todo el tiempo del mundo.

Pensando en eso llegué a la conclusión que podía vivir con muy poco, así es que todo lo material -las lucas- lo iba a tomar como una diversión nada más, da lo mismo si tengo o no tengo y con eso me saqué un gran peso de encima. Pero uno necesita siempre la ambición, que es un motor que nos mueve a hacer cosas. Si no tuviese ninguna ambición no me levantaría de la cama, no movería un dedo o me aturdiría todo el día viendo tele,. Eso no es vida.

Así es que cambié mis ambiciones materiales por otras, por ejemplo la ambición de ganar amigos, reconocimiento, aprecio y cosas así, por eso escribo estas tonteras, a veces bien, muchas otras mal, tal como escribió Plutarco:

"Siendo por carácter muy amante de honores y codicioso de gloria, aspiraba a hacer por sí acciones generosas e ilustres, y se complacía más en hacer bien a los que a él acudían que en ganarse la voluntad de los poderosos, considerando a aquellos como objetos de su virtud y a estos como rivales de su fama" (Vidas Paralelas)

O como dijo García Marquez en una de sus mejores líneas "Yo escribo para que me quieran". 

Ah, pensaba poner algo interesante sobre el caso del Chapo Guzmán, pero me puse a escibir y salió otra cosa, peor de lo que había imaginado. No es primera vez que me pasa. Todo es culpa de un día asquerosamente gris, no soporto el invierno, hoy no debí haberme levantado.