Inmigración e invasión

El problema
Es el tema de estos días, lo iba a titular ¿Inmigración o invasión? Pero creo que no era exacto, lo que estamos viendo en Chile hoy no es un solo fenómeno sino dos diferentes: por una parte recibimos una inmigración -bastante descontrolada- pero también sufrimos una invasión de extranjeros que están ingresando violenta e ilegalmente, escudados en el pretexto humanitario. Eso no debería ser tema en Chile pero lo han colocado ciertos grupos de interés muy poderosos. 

Entre quienes nos están invadiendo hay muchos delincuentes, que van desde rateros hasta sicarios, también está entrando mucha gente que solo tiene la posibilidad de convertirse en mendigos con la correspondiente mochila para los servicios del estado, que se están financiando con los impuestos de todos los nacionales. 

Esa es una situación insostenible, los hipócritas jesuitas, funcionarios de organismos internacionales, ONGs y muchos políticos que viven como príncipes gracias a esta crisis pueden declarar lo que se les antoje, indignarse y quedar roncos apelando a una "solidaridad" que obviamente ellos no pagan, pero es inevitable que llegue el momento en que el sistema va a reventar y la hostilidad contra los inmigrantes ilegales se va a desbordar y se transformará en violencia. Y ojo que esto es transversal, el odio que se está cultivando hacia los inmigrantes ilegales cruza desde la izquierda a la derecha y está creciendo como espuma.

Porque están invadiendo las ciudades como una plaga y podemos ver sus efectos todos los días. Hace un mes, más o menos, yo compré en Construmart 17 paneles de terciado estructural de 18mm a 19 mil pesos y fracción. Hoy se vende a 27.900 pesos el panel ¡como un 30% de subida en un mes, eso si que es inflación! Asustado, le pregunté al maestro que me está haciendo el presupuesto si todos los materiales habían subido igual, pero no, solo el terciado, OSB y otros materiales específicos.

La explicación me la dio un amigo, que me contó que en el sector de Gallinazos (ahora se llama Villa Frontera) se han creado dos "tomas" -avasallamientos de terreno- gigantescas donde se instalan los inmigrantes ilegales que llegan a la ciudad, me cuenta que son verdaderas ciudades, que incluso tienen su propio servicio de seguridad privada, solo imaginen como serán esos "guardianes".

Hace poco fui a dar un vistazo a la Costanera Sur y dos cosas que vi fueron como clavarme una estaca en el corazón: la primera fue que cerraron completamente la entrada a la Península del Alacrán, desde su inicio, pero más adelante estaba lo peor, frente a la playa El Laucho, la más linda de Arica, junto a las torres de departamentos también había una pequeña villa de carpas insalubres, feas, sucias, donde unas cincuenta o más personas no solo viven, sino comen y cagan allí mismo. El sentimiento de indignación e impotencia que sentí ni se los cuento.

Me recordó un cuento que escribió Mariana Callejas -la esposa de Michael Townley- que se llamaba "los cerdos en el invernadero" o algo así. Se trataba de un tipo que había dedicado por décadas a hacer un maravilloso invernadero, era la obra que había dado sentido a su vida, hasta que un día, entró una invasión de chanchos reduciéndolo todo a escombros. Yo sentí lo mismo.

Porque la Costanera y la Isla eran dos patrimonios de la ciudad, de los más valiosos y que podíamos disfrutar los ariqueños, donde vivimos momentos inolvidables, hace muchos años escribí en La Autopsia del Ariqueño Neto sobre la Island lo siguiente:

Con la Isla en el Corazón
El ariqueño neto comienza a ir a la Isla del Alacrán desde su más tierna infancia. A los dos o tres años, cada mes de septiembre el abuelo lo lleva a encumbrar volantines o a pasear los domingos en la tarde, hasta que entra a la escuela. 

En la escuela primaria todo el curso se va a la Isla a hacer "trabajos" que consisten en recoger agua podrida, llena de bichos a orillas de las rocas para luego examinarlos en la clase de ciencias naturales.

Cuando llega a la secundaria a veces se arranca de clases para "hacer la cimarra" con sus mejores amigos y se van a fumar los primeros cigarros y a soñar despiertos entre los tetrapodos.

Pasados los quince se las arregla para que el viejo le pase las llaves del auto, o bien le compre una peligrosísima scooter y comienza a frecuentar la Isla los fines de semana en la noche, donde se amanece tomando sus primeras cervezas, conversando con los amigos y chequeando a las minas.

Durante los años de la universidad o sus primeros trabajos, la Isla se convierte en un santuario de fin de semana donde se rinde culto a la amistad y se hacen copiosos sacrificios al Dios Baco, muchas veces quedándose hasta el amanecer. Allí es donde se consolidan las más fuertes amistades que, si tiene suerte, lo perseguirán por el resto de su vida.

Luego se casa y llega los fines de semana, pero esta vez en auto propio, a juntarse con sus amigos y las mujeres de sus amigos. Solo cambian los tragos porque se siguen conversando las mismas tonteras y diciendo los mismos chistes, una y otra vez.

Finalmente el ariqueño neto envejece ¿y adonde va los domingos? ¡lleva a sus nietos a encumbrar volantín a la Isla pues!. Con esto se cierra el ciclo.

No debe extrañar entonces que el ariqueño neto lleve a la Isla del Alacrán incrustada en su corazón, es lo más natural.

Hace ya muchos años, un viejo canalla -maldita sea su cochina alma- fue alcalde de la ciudad y cerró la Isla con el pretexto que iba a "remodelarla", situación que han mantenido y empeorado todos los pobres diablos que han ocupado la alcaldía hasta hoy. Ojala me alcance la vida para verlos pagar por eso. En todo caso es cuestión de tiempo que ese lugar, antes maravilloso, se empiece a llenar de carpas hediondas a pichí y caca de mendigos, rateros y sicarios. Así es como se va acumulando la rabia

La culpable
La problemática está clara, la gran culpable fue Michelle Bachellet Jeria, una de las personas más miserables y menos dignas de respeto en la historia de nuestra vida pública. Ella fue la que emitió los dos instructivos presidenciales, que se cuentas entre los más infames documentos de nuestra historia política. No contenta con eso su gobierno patrocino el tráfico de humanos a gran escala gracias al cual la premiaron con el paracaídas dorado de "alta comisionada". Piñera, en una actitud eunuca, no fue capaz de enfrentar la situación y la dejó correr hasta el punto en que estamos ahora.

Bueno, ahí tienen la reacción que vimos ayer en Iquique, y fue poca cosa, yo estoy bastante seguro que es solo el comienzo. Esta vez solo quemaron las carpas, pero una turba bien puede quemarlas con gente adentro -niños incluidos- porque como escribió Maquiavelo "el hombre olvida primero el asesinato de su padre antes que el despojo de sus bienes". Y la invasión de ilegales es, más que nada, un despojo, que provoca a nuestras emociones más básicas.

Bueno, el problema es conocido. Nada de lo que pongo aquí es novedad ni vale mucho la pena que lo haya descrito, hay más y mejores descripciones. Pero hay algo que vale la pena discutir y es la posible

Solución del problema
He leído que se estima la cantidad de inmigrantes a partir de los instructivos de Bachelet en un millón y medio de personas y la cifra sigue creciendo. Antes de eso en Chile éramos unos 18 millones, es decir que podrían llegar a ser el 10% de la población total. 

Aquí es donde hay que discriminar entre los inmigrantes valiosos y productivos por un lado, y separarlos de los delincuentes y mendigos que serán una mochila permanente. ¿Cuántos serán los valiosos? Imposible saberlo, pero por tirar un número, podríamos estimarlos entre 500 mil y un millón de inmigrantes. El verdadero problema son el resto, que no solo nos ensucian a nosotros sino -sobre todo- a los inmigrantes que si son productivos y valiosos.

Porque la nacionalidad es como un uniforme que identifica a la persona. Después de los pelmazos venezolanos -incapaces e insolentes- que trataron de colocar el techo en mi casa, lo pensaré dos veces antes de hacer un trato con otro de esa nacionalidad. De ahora en adelante sólo trataré con chilenos o peruanos, que son los que conozco, si tienen obreros de la nacionalidad que sea me da lo mismo, pero es muy difícil que vuelva a hacer un trato con un maestro venezolano. La mala reputación se contagia.

Pero me estoy dando demasiadas vueltas, vamos de una vez a la solución. La gente opina muy livianamente que hay que expulsarlos, esa es una idea estúpida e imposible. Primero porque el país no tiene la capacidad física ni económica para expulsar a 500 mil o un millón de personas, incluso si existiera esa capacidad ¿adónde diablos los van a expulsar? No se pueden poner en la frontera de los países vecinos porque no los dejarían entrar y sería considerado un acto hostil. Tampoco se pueden devolver a su país de origen porque simplemente en Venezuela no van a dejar aterrizar un avión cargado de esa gente. Esas soluciones fáciles son solo idioteces.

Así es que estamos obligados a bancarlos, ya entraron y no hay nada que hacer para echarlos. Pero si se puede hacer mucho para que los que no aportan se vayan. Lo primero es cortarles todos los medios de vida a costillas de plata fiscal: cero beneficios, ni siquiera para los niños. Esto que parece tan terrible es exactamente lo que hacen todos los países de la civilizada Europa y también de Norteamérica: el que permanece de manera ilegal no tiene ni un solo derecho a ayuda, menos a beneficios.

Obviamente que los hipócritas: jesuitas, políticos y funcionarios internacionales pondrán el grito en el cielo, me parece perfecto, que reclamen hasta quedar roncos y que se vayan al diablo, como dice el gran Bolsonaro.

Porque son las ayudas estatales lo que ha convertido a Chile en el paraíso del lumpen, esa es la verdadera causa por la que no se quedan en Perú, Argentina ni ningún otro país, en Chile somos los únicos idiotas que permitimos que con el dinero de nuestros impuestos se les financie el sustento a mendigos y delincuentes.

¿Es usted inmigrante? Entre nomás, adelante y busque cómo ganarse la vida y cómo arreglárselas cuando se enferme y cuando tenga que mandar a sus niños al colegio. Todo eso cuesta plata y si no encuentra trabajo vaya a buscarlo a otro país. Todo esto tiene que ir de la mano con una fuerte represión a la delincuencia, que pasa por una profundísima reforma a nuestro corruptísimo sistema de justicia.

No es fácil pero me atrevería a decir que es la única solución factible que existe, y si no se implementa a tiempo, igual que con la delincuencia la gente empezará a hacer justicia con mano propia, donde pagarán muchos justos por pecadores. Yo estoy seguro que al final eso será lo que se va a implementar, tarde o temprano. Si es tarde pasaremos primero por Fuenteovejuna, donde las personas empezarán a hacer justicia por su propia mano.