El otro Kast

 

El de la foto no es José Antonio Kast, sino su hermano mayor Miguel Kast Rist. quien tuvo una historia extraordinaria muy poco conocida y creo que merece ser contada en este Templo del Ocio, aunque sea muy resumidamente. Vale la pena conocer lo que fue este extraordinario funcionario, aquí voy:

De una conversación con Lilian en Facebook, me entró la curiosidad de buscar algo sobre la historia de los Chicago Boys, de alí encontré dos lecturas muy interesantes, una de Cristian Larroulet llamado La huella de Miguel Kast, 30 años después y el otro una biografía contada en gran parte por el propio Kast cuando ya estaba a puertas de la muerte escrito por Joaquin Lavin, se llama Pasión de vivir y es en buena parte una autobiografía extraordinariamente franca de alguien que sabía que tenía sus días contados. El primero describe su carrera en el servicio público y el segundo es su historia personal, los leí de un tirón.

Miguel Kast nació en 1948 en un pueblo de Babaria y llegó de niño a Chile con sus padres, donde se establecieron en una parcela de 4 hectáreas en Paine, con una casa de adobe sin luz ni agua corriente. Sus inicios fueron muy pobres pero los padres resultaron buenos para los negocios, creciendo desde hacer cecinas artesanales y entregar sándwich a domicilio a lo que con los años llegaría a ser las rotiserías y restaurantes Bavaria, con locales en todo Chile.

De chico Miguel fue retraído y rebelde pero a los 14 años encontró que era bueno para los negocios y le gustaba mucho la plata, siendo prácticamente un niño, Kast compró con plata prestada por su padre su primera máquina trilladora móvil y en vacaciones, que era temporada de trilla, recorría los campos del sur de Chile hasta Osorno arrendando y operando sus servicios.

A los 17 años ya era rico, tenía muchas trilladoras, contrataba trabajadores y se había comprado una camioneta y una moto, cosa que en esos años muy pocos chilenos podían costear. A esa edad ya acumuló un patrimonio de 40 mil dólares, una fortuna para la época. Entonces empezó lo que después llamaría su "obsesión por el dinero", quería llegar a ser un gran empresario y para conseguirlo entró a estudiar administración de empresas en la Universidad Católica.

Pero en la universidad conoció a Jaime Guzmán y los primeros gremialistas, entonces su obsesión por el dinero cambió a un interés en el servicio público y temas de pobreza. La familia Kast siempre fue muy religiosa porque venían de Baviera, el bastión del catolicismo alemán, así es que desde esos años se comprometió a fondo con la iglesia y el Movimiento Schoenstadt. Era un tipo de misa diaria y eso lo conservó hasta su muerte.

Ganó una beca Ford para estudiar un master en economía en la Universidad de Chicago, destino casi natural para todos los alumnos top de la Universidad Católica de esos años. El triunfo de Allende lo pilló en Estados Unidos y cuando terminó el máster entró a trabajar a una empresa en Mexico en condiciones muy ventajosas. Poco después del golpe militar, sus profesores tenían mucha influencia en el aparato público y lo llamaron a trabajar a Odeplan (Oficina de Planificación Nacional) que estaba a cargo de la pobreza y los programas sociales. 

Dejó botado su trabajo en México y así llegó a Chile el inventor de una de las cosas más extraordinarias que hizo el Gobierno Militar: el Mapa de la extrema pobreza. Se trataba de una idea revolucionaria que no existía en ningún otro lugar del mundo: una encuesta gigantesca que cubre todo el país para contar y caracterizar a cada uno de los pobres. Me costó mucho encontrar el documento original, pero finalmente lo encontré y se puede ver en el link

Contar los pobres es una idea que parece sencilla, pero resulta extraordinariamente ambiciosa, con el tiempo evolucionó a la actual encuesta CASEN y hasta hoy es un modelo que puso a Chile como pionero en el mundo sobre políticas sociales. Es difícil imaginar la importancia que tuvo esto que, junto con las políticas públicas del doctor Monckenberg contra la mortalidad infantil, han sido los dos logros más extraordinarios en políticas sociales, tanto así que hasta hoy se usan de ejemplo en todo el mundo.

Miguel Kast ocupó muchos puestos en el Gobierno Militar, entre ellos director de ODEPLAN, ministro del trabajo y presidente del Banco Central. Se jugó por entero promoviendo la política de su profesor Sergio de Castro del cambio fijo de dólar a 39 pesos y entonces cayó sobre Chile la mega crisis de 1982, uno de los mayores quiebres que ha sufrido nuestra economía.

Cuando el gobierno militar decidió cambiar la política, primero subiendo el tipo de cambio y luego dejándolo flotar dentro de una banda, lo hizo sin siquiera avisarle a Kast que andaba fuera de Chile. Esa decisión estuvo probablemente muy influenciada por la opinión de Milton Friedman, que era muy contrario al tipo de cambio fijo. Se puede especular mucho sobre eso y Bardón sostuvo hasta su muerte que la medida había sido un error, sin embargo Friedman era considerado una especie de profeta iluminado en microeconomía así es que le hicieron caso.

Miguel Kast entonces tuvo que defender exactamente lo contrario de lo que había defendido con pasión días antes, esto lo dejó en una posición muy incómoda. Pero en lugar de renunciar reclamando, le puso el pecho a las balas y soportó el masivo desprestigio que se enfocó principalmente sobre su persona y su capacidad profesional. Finalmente tuvo que renunciar pero hasta en eso fue leal, se fue sin rencores y poniendo la imagen del estado sobre cualquier otra cosa.

Kast volvió a ser empresario, entrando al negocio de la reforestación, donde una vez más acumuló bastante plata y le hizo ganar a sus amigos, pero nunca abandonó su afinidad por el servicio público y la religiosidad profunda del catolicismo Schoenstatt.

Durante toda su vida fue un gran formador de profesionales como profesor, pero principalmente reclutando a personas jóvenes a los que convencía trabajar para el estado, en los años que eso significaba muchos más sacrificios que recompensas. Mi buen amigo Daniel Viera lo conoció en esos años, porque Kast se preocupaba mucho de las universidades católicas como la U. C. de Valparaíso y la U. C. del Norte, donde Viera tuvo su primer trabajo, lo recuerda con admiración y afecto.

Formó a muchos de los más brillantes economistas que tuvo Chile, en particular tuvo el ojo para promover al excéntrico Hernán Buchi cuando nadie daba mucho por él, ese es solo una caso de varias generaciones de economistas brillantes que fueron formados y promovidos por él.

En el año 1982 empezaron los síntomas de lo que después se revelaría como un cáncer de estómago extendido por todo el cuerpo. El 18 de septiembre de 1983 muere después de un doloroso proceso durante el cual creció mucho más su vocación religiosa.

La religión es una constante de la familia Kast: su hermana Bárbara, muerta muy joven, actualmente está en proceso de beatificación; su hermana Gabriela escribe libros religiosos para niños y su hermano Hans es cura, de hecho fue el primer sacerdote en acusar -como testigo- a Karadima dentro de la Iglesia y ante la justicia.

En las familias usualmente hay hermanos buenos y hermanos malos -seguramente ya saben a qué me refiero- pero en la familia Kast, de huasos alemanes, católicos de Baviera, parece que todos los hermanos salieron buenos. No salió ninguno fallado.