Como lo hace el Perú

Un comentario de Uleschmidt sobre la increíble estabilidad económica del Perú, pese al desastre institucional y político, agudizado desde el gobierno de PPK hasta hoy y que ha empeorando con cada presidente, me lleva a escribir esta entrada ¿cómo lo hace el Perú?.

Aunque hubo tiempos peores antes de PPK. Yo viajé a Lima por primera vez en 1985, justo antes que comenzara el colapso bajo el primer gobierno de Alan García. Por esa misma época se fueron a trabajar allá mis amigos Daniel, Jorge y Nelson y hasta el día de hoy recordamos las historias de esos años cuando el terrorismo de Sendero tenía a Lima como una ciudad sitiada, iban a la oficina con custodios armados y habían grupos electrógenos en todas partes porque los atentados cortaban la luz a cada rato.

Hoy casi nadie en Perú recuerda esa época y si la recuerdan hacen como que la olvidaron. Los atentados con bombas eran cosa de todos los días y las matanzas masivas de campesinos al interior de la sierra, más el poder que iban ganando los terroristas día tras día, hacían pensar que el país ya estaba perdido sin remedio y que pronto se convertiría en un régimen loco y cruel como fue el Pol Pot en Cambodia.

En Lima existe una calle llamada Jirón Ocoña, que es donde tradicionalmente funcionan los cambistas y el dólar que se cotiza allí es prácticamente el valor oficial de esa moneda en el país, le llaman el "dólar Ocoña". Resulta que ni en los perores momentos de violencia y terrorismo, con una hiperinflación que en 1989 llegó a 3.399%, el dólar Ocoña se mantuvo bastante estable, pese a que el país estaba totalmente quebrado y su economía en el suelo por las decisiones de "caballo loco" García de no pagar la deuda externa y estatizar los bancos.

En esos años todo el mundo económico se tiraba los pelos tratando de entender este asunto tan extraordinario. Lo lógico es que si la economía de un país se derrumba el precio del dólar se vaya a las nubes, pero en Perú esto no ocurrió ni en el peor momento de inflación, quiebre del aparato productivo y terrorismo.

¿Cómo era posible algo así? A mi me costó muchos años entenderlo pero la explicación era muy sencilla: eran los años de máximo esplendor del trñafico de cocaína, por esos mismos años se inventó la pasta base, una droga más potente y barata que abrió nuevos mercados internos. Yo estaba en la universidad entonces y no recuerdo a ningún amigo que no fumara pasta (yo el primero).

Era un negocio gigantesco y genial porque no pagaba impuestos, su producción no estaba sujeta a las leyes del trabajo, su comercialización era sencillísima porque todavía no empezaba la histeria policial contra las drogas y los márgenes de utilidad -especialmente para los primeros eslabones de la cadena de producción- superaban a cualquier otro negocio.

Por esa sencilla razón el valor del dólar dependía mucho más del clima, que podía retrasar los vuelos en avioneta, que llevaban droga y traían dólares, que cualquier cosa que hiciera el gobierno o los políticos.

Entonces se produjo una emigración masiva desde la sierra hacia las ciudades de la costa. Resulta que las familias campesinas o eran cultivadores, traficantes o tenían parientes y amigos en el negocio que se vieron inundados repentinamente con fajos de 50 o 100 mil dólares cada mes. Había que hacer algo con esa plata.

El auge de la cocaína y la pasta base tuvo un efecto muy virtuoso en la economía del Perú, Bolivia y el Norte de Chile, porque en lugar de producirse carteles como en Colombia y en Mexico, los propios productores, que eran los primeros eslabones de la cadena, se dedicaron a lavar esas enormes ganancias a través del comercio.

Así fue como apareció el fenómeno de las ferias en el Perú, que deben ser únicas en el mundo por su tamaño y su organización tan particular. Las ferias comenzaron con la electrónica que se compraba en la Zona Franca de Iquique, se pasaba de contrabando hacia Tacna y desde allí se distribuía para todo el Perú, cuya economía estaba cerrada a las importaciones. Eso produjo la edad del oro de la Zofri.

Yo tuve la suerte de trabajar en Zofri en esos años y nuestra empresa llegó a ser uno de los principales clientes de Casio Computer en el mundo, yo ponía compras todos los meses superiores a un millón de dólares, lo que era un mogollón de plata en esos años. Los japs de la Casio me prendían velitas y hasta me invitaron a Tokio, all inclusive, allá bromeando, me decía que les estaba costando una pequeña fortuna la invitación.

Cuando me echaron de esa empresa, entre a otra que trabajaba con la línea Apple, pero mi trabajo era mucho más turbio porque estaba directamente relacionado con el contrabando, conocí muy bien el sistema y a los clientes peruanos, muchos que apenas sabían leer pero manejaban varios millones de dólares. Además de cuando en cuando se fundían con un millón o dos, porque trabajaban mucho con crédito.

Con el tiempo los negocios fueron evolucionando, de la electrónica pasaron a los licores y cigarrillos importados, otro gran negocio, a la ropa usada, otro negocio que yo manejé personalmente para Perú y Bolivia, los autos usados, los motores y repuestos, perfumes finos, en fin, solo nombren un negocio y para cada cosa que se nos ocura había un sector en las gigantescas ferias, que tampoco se preocupaban de cosas tan viles como llevar contabilidad o pagar impuestos.

Ese sistema perfecto de economía informal empujada por los ingresos de la droga, lo describió muy bien Hernando de Soto en su libro "El Otro Sendero", pero como buen pituco, De Soto solo vio la superficie y terminó diciendo que lo que el gobierno debía hacer era formalizarlos, pobre tonto, nunca se dio cuenta de la verdadera naturaleza del asunto. Es algo que formalizado deja de existir en un día.

Nadie ha escrito todavía un buen libro sobre la economía paralela, ese genial invento aimara que permite al Perú y Bolivia funcionar y prosperar incluso en las peores condiciones políticas. Los gobiernos pueden hacer las estupideces que quieran, los presidentes y sus amigos pueden robarse hasta el gato pero eso no tiene ningún efecto porque la verdadera economía no pasa por el gobierno.

La ausencia del gobierno y los bancos en todo esto es lo que explica el éxito extraordinario de la economía informal, que la mayoría de los pitucos ni siquiera sospechan que existe. Así es como se siguió desarrollando y perfeccionando con el correr de los años.

Un paseo por el Jirón Gamarra nos entrega otra muestra de esto. Todo empezó con pequeños talleres que falisicaban ropa de marca -como los jeans Levis que estoy usando ahora mismo y que me costaron 6 lucas. Este barrio empezó a crecer y crecer, ahora es un área enorme con modernos edificios, uno al lado de otro, que en sus primeros dos o tres pisos son centros comerciales y los siguientes quince son talleres.

Para que hablamos del oro,  Perú llegó a ser el cuarto productor mundial y el 2021 cayó al noveno puesto, pero esa es la producción legal que se contabiliza. Otra cosa sería si contaran la producción real que es tres o cuatro veces superior y se saca de contrabando por Puno y nuestro altiplano hacia La Paz y de allí directo hasta Estados Unidos, donde diligentes comerciantes judíos se encargan de exportarlo hacia Suiza. Estados Unidos figura hoy como el mayor productor de oro del mundo, lo que pocos saben es que buena parte de las 180 toneladas que "producen" son de Perú y otras partes, previo blanqueo.

¿Cómo sería la economía mundial si se pudiese mantener la rapiña del estado fuera? Bastaría que alguien haga un estudio serio de los beneficios que tiene la economía informal de Perú y Bolivia, se llevarían una tremenda sorpresa. En suma, así es cómo lo hace el Perú.