Etiquetas insultantes

De cartón
Ayer domingo este Templo del Ocio tuvo 333 visitantes únicos (alrededor de 500 visitas), es decir que volví -por un día- a los viejos tiempos, antes que Google me pusiera en el congelador, cuando recibía en promedio 600 visitas diarias.

¿Por qué me tendrá vetado Google? Es un misterio tan grande como por qué me echaron de Twitter sin ninguna explicación, en todo caso no es tan malo tener los mismos 100 amigos, más o menos, que me visitan cada día desde hace años, esto se ha convertido en una especie de club de amigos y creo que está lo más bien así.

La cosa es que tuve la idea -no se si buena o mala- de publiar un link a mi entrada Los Ariqueños son de cartón, en un grupo muy bueno de Facebook con recuerdos de Arica antiguo y eso me trajo una avalancha de visitas y más de una ofendida crítica. 

Supongo que no fue una buena idea porque el grupo no es para colocar críticas sino recuerdos de buena onda, pero en fin, eso es exactamente lo que pienso de mis queridos cotteráneos donde tengo a casi todos mis mejores amigos. Son de cartón y valen callampa, pero igual los quiero. Mis disculpas por el exabrupto, no volverá a repetirse.

En fin, ya todo volvió a la normalidad con las visitas, menos mal, así la cosa es mucho más manejable y quedamos los amigos de siempre.

Las etiquetas insultantes
A propósito de insultos en mi entrada de ayer comentaba sobre esas etiquetas inventadas por los copitos de nieve para ofender a la gente de derecha: "neo fascistas", "popullistas" o como quiera que se llame la palabreja de turno.

En un comienzo estos clichés son muy efectivos pero se gastan rapidito, perdiendo gran parte o todo su poder insultante. Un ejemplo claro es la palabra "momio" que fue un insulto grave cuando apareció en 1970 con la llegada de Salvador Allende al poder.

Hoy nadie se sentiría insultado si le dicen momio -forma hiriente de referirse a alguien que está momificado por sus ideas conservadoras- pero en su época era un insulto serio. He buscado quien inventó esa palabra, recordaba vagamente haberla escuchado por primera vez de un parlamentario de esa época.

Buscando y buscando me encontré que, al parecer, la primera referencia aparece en el diario "Puro Chile" que el 22 de noviembre de 1970 publicó "¿saben que más? Ustedes momios son unos hijos de perra". El insulto pegó enseguida y mantuvo por muchos años su valor peyorativo, mientras que los de derecha acuñaron "upelientos" para referirse a la gente del gobierno allendista.

Esos fueron de los pocos insultos políticos que se inventamos en Chile, la mayoría de los que aparecieron después -algunos se usan hasta ahora- han sido importados, principalmente desde España. Recuerden que Chile no es el Edén, sino la "**copia** feliz del Edén".

Hay insultos que nos vienen directo de la Madre Patria como ese de "facho pobre", cuya versión española era "este el más gilipollas que un pobre de derechas". La lógica de este insulto era que los pobres solo podían ser de izquierda, porque ellos eran los únicos que defendían sus intereses.

En Chile esto duró muy poco. Bastó con la experiencia de los gobiernos izquierdistas de Lagos, Bachelet y Boric para que "facho pobre" dejara de ser insulto, hoy nadie se siente ofendido con eso así es que fue una etiqueta de muy corta vida.

Otro insulto copiado de España fue el de fascista o facho (en la Madre Patria también dicen "facha"), eso viene de la Guerra Civil Española, cuando Franco ganó con la ayuda de Hitler, cuando aprovechó esa guerra como campo de pruebas para su aviación y sus tácticas. 

En la Guerra Civil Española ambos bandos fueron usados -por Berlin y Moscú- para provecho propio. Recuerden nomás el episodio de "el oro de Moscú".

La etiqueta de fascista ha durado más que la mayoría de los demás insultos en política, porque después de la Segunda Guerra Mundial las potencias que ganaron hicieron todo lo que estuvo en su mano para demonizar al fascismo. 

La demonización se basaba principalmente en las infames políticas de exterminio racial de Hitler, pero como en todas las etiquetas con esto se les pasó la mano y el abuso de un insulto a la larga lo termina desgastando.

La acusación de "fascista" tiene cada día menos fuerza. Cuando una gran mayoría de personas son tildadas de fascistas, la etiqueta deja de tener efectos. 

En la última elección en Chile por ejemplo, donde el Partido Republicano arrasó con los votos podríamos decir que la mayoría absoluta de nuestro electorado somos fachos ¿Y qué entonces? Ocurre que ahora ser facho dejó de ser un estigma y es más bien un orgullo.

En España estos intentos de cancelación cultural basados en la acusación de "fascistas" explican -creo yo- en buena parte el derrumbe electoral de Podemos y de toda la gente de izquierda que persiste en insultar con esto a todos los que no son de su pandilla.

Cuando alguien abusa de un insulto y este pierde su significado ofensivo, se produce un efecto de spin que se vuelve en contra de quien lo usa. 

Por eso empezaré a cuuidarme y moderar mis insultos, de lo bueno poco, según la sabiduría popular.