Pagar las cuentas

"Que a uno le vaya bien o mal con la plata depende fundamentalmente de la suerte, el más trabajador e inteligente se puede ir a pique por un golpe de mala suerte, también en más flojo y estúpido puede hacerse millonario, ejemplos hay, aunque poquitos, porque enriquecerse es por naturaleza mucho más improbable que empobrecerse.

Por eso yo creo que no hay que darle muchas vueltas al asunto de ganar plata, en verdad creo que de eso voy a escribir para mi entrada de mañana"

Esto lo coloqué recién en un comentario de la entrada de ayer y como se dijo se hizo, voy a escribir una entrada sobre ese asunto.

Ya estoy dando los últimos toques a los arreglos de la casa, ayer fuimos a un vivero de Cerro Sombrero a comprar plantas y a fines de semana vendrá el jardinero a instalarlas. 

Yo tengo muy mala mano para eso y hasta los cactus se me secan, es increíble, pero creo que con la asesoría de un jardinero y con un controlador de riego por goteo que compré en Aliexpress podré tener nuevamente una bonita jardinera, por mientras he colocado maceteros colgantes por todos lados, quedaron muy bien,

Creo que ya me puedo dar por satisfecho con todo lo que he conseguido: armar una casa sin deuda, amplia y medianamente buena ha sido lo más importante que he hecho en términos materiales, nunca me han interesado mucho esas cosas, pero tener un techo donde caerme muerto es una prioridad que tuve desde que era chico.

Ahora me siento como un puto millonario. Lo que durante muchos años fue una locura, un sueño imposible, poquito a poco terminó haciéndose realidad, gracias a sucesivos golpecitos de buena suerte y mucha paciencia. Falta mucho, claro, pero esa es la gracia. 

Una casa no debería terminarse nunca de construir. Me imagino que si hubiese tenido un montón de plata como para contratar a un arquitecto y una empresa, o para comprar una casa muy lujosa, nunca lo hubiese disfrutado como me he entretenido con esto, que es apenas el comienzo y me voy a morir sin verla terminada, afortunadamente.

Este sábado se juntarán mis amigos de la universidad que viajan todos los años desde Santiago a recordar esos gloriosos años ochenta en Arica, haremos un asado en mi casa y podré presumir un poco, porque la última vez que estuvieron por acá estaba horrible. No es que ahora sea un lugar de lujo, pero está incomparablemente mejor que antes... y todavía le falta.

Después quiero hacer un asado o algo de tijerales con mis amigos de tantos años: Daniel, el arquituerto, Tito Torres, Waldo, el Prati, cada vez quedamos menos, antes juntábamos a 30 o 40 en la Parcela del Pueblo de Daniel, hoy hace más de un año que no nos juntamos.

La decadencia es inexorable, todos más viejos, más pelados, arrugados, canosos y cada uno se jacta de sus enfermedades como si fueran gran cosa. Bah, nada de eso importa, la decadencia la tenemos desde el minuto que nacimos, lo que pasa es que se nota más a medida que se nos va acabando la cuerda.

Muchos amigos cuando envejecen y la vida les empieza a cobrar por cada una de sus equivocaciones, empiezan a desesperarse, hay una canción muy buena de Silvio Rodriguez, se llama "Paladar" y la letra dice así

Llego al club de los cincuenta
Y una mano trae la cuenta
Llama la atención la suma
Desde hoy hasta mi cuna

Cada fuego, cada empeño
Cada día, cada sueño
Viene con importe al lado
A pesar de lo pagado

Me pregunto qué negocio es éste
En que hasta el deseo es un consumo
¿Qué me haré cuando facture el sol?
Pero vuelvo siempre el rostro al este
Y me ordeno un nuevo desayuno
A pesar del costo del amor

Vengan deudas, inflaciones
Vales, multas, recesiones
Pruebe a arrancarme el ratero
El sabor de mi bolero

Sea quien sea el gerente
Me lo cobre diligente
Ya sabrá esa mano cruenta
Cuando le pase mi cuenta

Me pregunto ¿qué negocio es éste?
En que hasta el deseo es un consumo
¿Qué me haré cuando facture el sol?
Pero vuelvo siempre el rostro al este
Y me ordeno un nuevo desayuno
A pesar del costo del amor

Así es la cosa queridos amiguitos, así mismo como dice la canción. A medida que pasa el tiempo tenemos que empezar a pagar las cuentas por cada gustito y sobre todo por cada una de nuestras equivocaciones ¿Que hacer?

Nada pues, alzar los ojos al cielo y rascarse la cabeza, que otra cosa podemos hacer. Los hombres no lloran, los hombres no se quejan y nunca piden ayuda, salen solitos de sus cosas, al menos eso es lo que a mi me enseñaron desde chiquitito.Tomarlo con humor, buen ánimo y listo.