Los valientes y los valentones (publicado originalmente el 24 de mayo de 2008)
Leí una noticia curiosa sobre los toreros en España, que cada vez se toman menos tiempo para volver a torear luego de recibir una corneada. Apenas los suturan y pueden caminar ya se van a parar de nuevo delante de otro toro, para que no les falle el valor.
Pero lo más extraño es que mientras los toreros jóvenes no tienen problemas en colocarse la vacuna antitetánica, a medida que envejecen le van tomando miedo a las agujas, el que se convierte en verdadero terror en muchos toreros experimentados.
Decían que casi ningún torero de carrera se ponía la inyección antitetánica y recurrían a mil trucos para evitar este trámite obligatorio; se esconden, sobornan al enfermero, y cosas por el estilo.
Posiblemente ningún oficio requiere tanto valor físico como el toreo, como escribió Hemingway en Muerte en La Tarde, ellos deben decidir coscientemente cuanto peligro están dispuestos a correr, cuando trabajan cada vez más cerca del toro, arriesgandose a una muerte violenta y dolorosa.
Siempre he desconfiado de los que se jactan de ser valientes o de los que andan acusando a los demás de cobardía, el valor físico está más cercano a la estupidez de un gorila que a la real valentía.
Un adolescente que compite en carreras callejeras contra el tránsito tiene esa clase de valor físico del mono, simplemente no es capaz de imaginarse las consecuencias de lo que hace y mientras más idiota será más "valiente".
Por eso también los borrachos hacen muchos actos de valentía y por eso en las antiguas cargas de guerra a pie y a cuchillo se repartía agua ardiente a las tropas, para embrutecerlos.
Lo natural es ser cobarde y el verdadero valor es el del que hace lo que se propone a pesar de estar muerto de miedo.
Años atrás -por esas cosas raras de la vida- me tocó ir de Arica a Iquique en auto con un tipo que se dedicaba a una de las actividades más peligrosas que existen.
La cosa es que se suponía que debía ser una especie de Rambo por sus -no muy legales- actividades, además tenía -tiene- la reputación de persona peligrosa y decidida a todo.
Como yo conozco bien el camino y bajaba las quebradas muy rápido el amigo iba muerto de miedo y me decía a cada rato que por favor fuera más despacio, que no se quería matar.
Yo no soy ningún loco para manejar y le dije que conocía bien el camino, que no había problema, pero insistio tanto e iba tan asustado que finalmente tuve que seguir a paso de tortuga antes que se muriera de susto.
Le pregunté que como podia llevar una vida tan arriesgada siendo tan aprensivo, me dijo que de no ser tan cobarde estaría muerto hace años.
Con el tiempo conocí otras personas que también llevaban una vida peligrosa y todos eran exageradamente aprensivos en cosas que a cualquier persona normal ni siquiera le preocuparían.
Es curioso pero esa imagen de los héroes de película o de los terroristas o comandos que no le tienen miedo a nada es completamente falsa, los valientes no duran ni media hora en el mundo real.
Eso era, un pequeño comentario sobre la cobardía que rara vez se aprecia en su justo valor. Hasta mañana.
Los "valientes" lo son hasta que se despiertan y tienen que actuar. Para mí valiente es el médico en plena operación, el bombero en pleno incendio, el rescatista cargando personas, el hombre que limpia el desagüe de la ciudad, etc. Para ser valiente primero debes ser consciente de las cosas que haces. Muchos intrépidos creen serlo por hacer cualquier cosa borracho o dr0gado, hasta que les toca estar sobrios y su "valentía" queda colgada.
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Si, yo no aprecio mucho el valor físico, lo encuentro medio contra natura, por ejemplo creo que no daría mi vida por nadie, pero respeto mucho a los que así lo han hecho, también respeto a lo que se suicidan, nunca he creído que sean cobardes, yo que soy bien gallina creo que me costaría mucho suicidarme.
BorrarLos actos de valor físico casi siempre nacen de una situación inesperada o un impulso, creo que se hacen sin pensarlo mucho.
Admiro mucho más en cambio el valor moral: afrontar las consecuencias de ir contra la mayoría o contra todos por hacer algo que creemos correcto, eso si que es ser guapo y a esos los respeto mucho.
el valor físico es cada vez más raro, o simple inconciencia. Amén de que el mundo estaba cada vez más suavizado por la tecnología- "los valientes se terminaron cuando se inventó la pólvora"- y cosas así.
BorrarMe recordó unas líneas de Borges
El Puñal
En un cajón hay un puñal. Fue forjado en Toledo, a fines del siglo pasado; Luis
Melián Lafinur se lo dio a mi padre, que lo trajo del Uruguay; Evaristo Carriego lo
tuvo alguna vez en la mano.
Quienes lo ven tienen que jugar un rato con él; se advierte que hace mucho que lo
buscaban; la mano se apresura a apretar la empuñadura que la espera; la hoja
obediente y poderosa juega con precisión en la vaina.
Otra cosa quiere el puñal. Es más que una estructura hecha de metales; los hombres
lo pensaron y lo formaron para un fin muy preciso; es, de algún modo eterno, el
puñal que anoche mató un hombre en Tacuarembó y los puñales que mataron a
César. Quiere matar, quiere derramar brusca sangre.
En un cajón del escritorio, entre borradores y cartas, interminablemente sueña el
puñal con su sencillo sueño de tigre, y la mano se anima cuando lo rige porque el
metal se anima, el metal que presiente en cada contacto al homicida para quien lo
crearon los hombres.
A veces me da lástima. Tanta dureza, tanta fe, tan apacible o inocente soberbia, y
los años pasan, inútiles.
Borges tiene relatos espñçendidos sobre esas cosas, me acuerdo de uno que se llamaba "el duelo" o "el sur" no recuerdo bien, de un tipo que viene saliendo del sanatorio y se va a visitar la hacienda de su abuelo o algo así. Para en una taberna y lo empiezan a provocar, se ve envuelto en una pelea a cuchillo donde lo matan. Nunca se sabe si en verdad pasó el asunto o lo está soñando en el sanatorio.
BorrarMuchas veces nos vemos enredados en situaciones en que no podemos escaparnos del peligro y nos convertimos en héroes más o menos casuales.