Todos estamos orgullosos de algo, por ejemplo yo siempre me jacto de haberme criado en Chuchunco City sin luz, agua, alcantarillado y de haber pasado un par de años sin tener que comer cuando estudiaba los primeros años en la universidad.
Esta tarde, buscando papeles viejos, encontré esta carta de 1980 que me describe así " el caso es el de un muchacho al que conozco bastante ya que es hijo de la señora que cuidaba de mis niños en Arica, el cual ha logrado auto educarse a fuerza de inmensos sacrificios y aperturas constantes de cinturón y ahora que está por llegar a término se encuentra con que las tristes alternativas son dos: o lo ayudan a que pueda continuar sus estudios o la de dejarlos sin terminar por falta de recursos..."
La escribió don Guillermo Larraín a su amigo Lupercio Vasquez, que era vicerrector de la Universidad del Norte. Resulta que estaban a punto de botarme de esa universidad porque no tenía para pagar el arancel básico.
La verdad es que nunca llegué a hablar con el vicerrector ni llevarle la carta porque me dio verguenza, hay orgullos que matan y si leen el cuento El Vaso de Leche de Manuel Rojas entenderán como fue la cosa. A propósito les recomiendo ese cuento, es cortito y muy, muy bueno.
La cosa es que la carta me la guardé y me olvidé de ella hasta que la encontré hoy en la tarde, cuando me trajo buenos recuerdos de los años aquellos.
Lo que decía en esa carta no era muy exacto que digamos: yo no había hecho tan inmensos sacrificios -aparte de estudiar harto y no comer casi nada- pero eran cosas que no me costaban porque estaba bien acostumbrado a eso desde chico.
Igual estaba afligidísimo frente a la posibilidad que me echaran en tercer año.
Tampoco quise pedir una beca, porque detestaba a las asistentes sociales: en esos años decíamos que sus enfermedades profesionales eran las hemorroides y el cáncer porque se lo pasaban sentadas y fumando mintras le daban beca a los hijos de sus amigas.
Bueno, se preguntarán entonces cómo evité que me echaran: ese año me salvó mi amigo y ex compañero el Pablito Céspedes, que había dejado la carrera sin terminar, se hizo cargo del negocito de su papá y en un par de años ya era millonario...
¡Pero no faltaba más viejo! me dijo cuando le presenté el problema, fuimos enseguida a la notaría y me avaló las 6 letras de cambio que cubrían el arancel básico.
No las pagué nunca y él tampoco, esas letras quedaron como deuda del "Crédito Solidario" y hoy suman varios millones de pesos por conceptos de multa e intereses ¡son 44 años!
Más vale tener amigos que plata en el banco. La cosa es que me da mucho orgullo haber salido de la extrema pobreza y es una de las pocas cosas que me gusta andar ostentando cada vez que tengo la oportunidad, bueno, los regulares de este Templo del Ocio ya lo saben de sobra.
Supongo que es un orgullo más o menos inofensivo porque no ando atacando a nadie ni mirando a otros como inferiores -o al menos trato- pero hay otros orgullos que llegan a ser bastante tóxicos.
Si no me equivoco, la religión católica considera al orgullo como el peor de todos los pecados mortales, porque siempre tiene la connotación de creerse mejor que los demás. Según los curas el hombre cegado por el orgullo se cree mejor que Dios y -para ellos- ese si que es pecado.
Es verdad que el orgullo siempre implica creerse mejor que los demás en algún sentido, por la sencilla razón que casi todos nos sentimos mejores que otros en algunas cosas, sea esto cierto o no, la cosa es que sentirse mejor que los demás es una sensación muy agradable y satisfactoria.
Por mi está bien, siempre y cuando ese sentimiento de superioridad no se tome en serio, es solo una idea tonta de las muchas que tenemos.
El orgullo nacional por ejemplo lleva al patriotismo que está muy bien, pero también al nacionalismo y al chauvinismo que son actitudes ridículas y en general malas.
El problema no es tanto creernos mejores sino pensar que -como somos mejores- eso nos da el derecho para ser agresivos con los que consideramos nuestros inferiores. Es una actitud ridícula y puede llegar a ser muy dañina.
En fin, toda esta lata es solo para excusarme un poco de las tantas veces que he dado la lata con "miren lo bueno que soy, todo lo que he conseguido". No me hagan caso, aunque es realmente lo que pienso también me doy cuenta que objetivamente es una tontera. Pero de ilusiones también se vive ¿o no?
The reader, la película, un buen ejemplo de lo mismo.
ResponderBorrarSaludos
AAM
No la he visto, la voy a buscar!
BorrarMuchos creen que el dinero te da toda la seguridad, pero estoy seguro que si se volvieran millonarios tendrían otros problemas. A fin de cuentas, el hombre casi nunca está satisfecho.
ResponderBorrarAnticaviar
Es muy difícil estar sarisfecho: cuando consigues una cosa quieres otra más! La plata puede solucionar problemas pero también produce otros nuevos
BorrarTuve un conocido que fue invitado a almorzar a la casa de un japonés multimillonario, en un momento llega un mayordomo con un teléfono, inalámbrico, por los años 80 y algo, y este señor comienza a hablar en inglés, descuidadamente, mi conocido que habla inglés a la perfección puso carita de pudú y paró la oreja, el japonés daba disculpas diciendo que solucionaría ese problema económico a la brevedad. Mi amigo siempre dice que el japonés más rico del mundo tiene problemas económicos!!
BorrarClaro, tu amigo lo vio en primera persona: todo el mundo tiene problemas económicos y los billonarios tienen más problemas que nadie, porque la plata no se cuida sola
BorrarEse cuento me lo leí muchas veces y es el claro ejemplo de que muchas veces por orgullo y no reconocer que estamos mal, terminamos peor.
ResponderBorrarPor orgullo muchas veces no reconocemos que estamos equivocados y que siempre hay alguien con una vision distinta a lo que sabemos o abordamos un problema.
Por orgullo y verguenza a no admitir que ya no podemos sostenernos por nosotros mismos, pero más bien por el temor a que nos pongan la pata encima y nos humillen más de lo que ya estamos, no pedimos ayuda.
Por orgullo, no reconocemos que perdimos en algo y no aprendemos de la derrota.
En resumen, está bien sentirse orgullosos de nuestros logros, de eso no hay duda, es natural, pero es bueno siempre y cuando dejemos en claro que no fue para superar al otro o ser mejor que el otro o tener más que el otro, sino más bien para demostrar que nos superamos a nosotros mismos y ser mejores cada día.
Saludos.
El cuento es buenísimo y el orgullo nos puede causar muchos problemas. Pero que diablos... somos como somos noimás
BorrarCongratulations por el esfuerzo desplegado, Tomás. Usted no sería usted sin ese logro. Seguramente tenía el beneficio de saber, por su familia, que la educación superior era algo que no tenía que perderse, pero el esfuerzo nadie lo quita. En cuanto al orgullo que debe vencerse a veces: Al menos pidió la carta, aunque la guardó como último recurso y al final no la usó. No estuvo mal. Ulschmidt
ResponderBorrarUlschmidt, mientras más lo pienso menos claro veo el "logro". Si hubiese sido realmente esforzado y deseoso de ayudar a mi familia me habría puesto de cabeza a trabajar, cosa a la que siempre me negué. Estoy seguro que de haberlo hecho hoy estaría forrado en plata..
BorrarLa historia de la carta esa es curiosa porque se la pidió mi mamá a su antiguo jefe, cuando yo andaba todo cagado, así y todo me dio verguenza entregarla.
Claro que el orgullo debe vencerse a veces, no tengo duda de eso, pero es algo del carácter: es más fácil decirlo que hacerlo.
Lo que no puedo negar es que he tenido una suerte tremenda y la tengo que agradecer a cada rato mientras me dure, tengo amigos mucho más capaces que terminaron muy mal.
Para mi mo estuvo mal, tal como dices, gracias al Pulento, a mi chanchito de la buena suerte o quien sabe a quien, pero que he tenido suerte, no puedo desconocerlo.
“(…) siempre y cuando ese sentimiento de superioridad no se tome en serio, es solo una idea tonta de las muchas que tenemos”.
ResponderBorrarQué buena frase, y me interpreta completamente. Yo también suelo creerme mejor que otros, y me gusta imaginarme situaciones en las que hago, digo o logro cosas que sé que es casi imposible que pasen en la realidad, pero nunca se me olvida que son fantasías y hay que tratarlas como tales.
En la realidad, me comporto como el cabro chico buena gente que (creo) nunca he dejado de ser y jamás-jamás soy desconsiderado con nadie. Simplemente no me sale… casi nunca.
Saludos,
El Triministro.
Así es Triministro, es lo más natural creerse la muerte y a veces quebrarse un poco con esto o aquello, pero la verdad es que esas cosas son puras fantasías: somos juguetes de la suerte nomás, no hay que olvidarse nunca de eso... especialmente cuando hemos tenido muy buena suerte
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