Desde la casa rodante

Por fin puedo escribir en el blog desde la casa rodante: tengo electricidad y wifi ¿que más puedo pedir? Playa, claro, entre otras cosas, pero desgraciadamente tener todo nunca ha estado dentro de mis posibilidades. Tal vez sea mejor así, siempre hay que tener algunos deseos insatisfechos para poder soñar despiertos ¡como sería si tuviera .....!. (llene la línea de puntos).

Me imagino que todo el mundo hará como yo, que paso soñando que me resultan bien las cosas, que consigo fama y fortuna. Entonces me entrevista en la tele una mujer espectacular y me dice -mirándome a los ojos con voz insinuante- ¿cual crees que ha sido el secreto de tu éxito?. Y yo me largo un discurso lleno de mentiras y falsa modestia que impresiona tanto a mi entrevistadora que llega a pensar "me gustaría acostarme con este tipo". Soñando despierto hasta puedo leer el pensamiento ajeno, que maravilla.

¿Y que me dicen de las conversaciones imaginarias?, cuando aprovecho de decirle unas cuantas verdades a alguien que me está jugando chueco, y me las arreglo para insultarlo y barrer el suelo con él, o cuando converso -en mi imaginación- con la Pilar o con alguien más cosas que no diría ni muerto en persona. Gracias a esas interminables conversaciones imaginarias. que normalmente terminan en una larga noche de insomnio me he evitado un montón de peleas y discusiones.

Hay gente que piensa que uno debe decir todo lo que siente, sin medir las consecuencias, yo creo que esa es una estupidez porque normalmente los sentimientos son equivocados, viscerales, imprudentes. Muchas cosas que uno siente son tremendos errores que -despues de pensar un poco- uno mismo se da cuenta y se arrepiente. Porque instintivamente somos malos, la bondad está en las capas más superficiales del pensamiento, debajo está la bestia. En una novela de Mario Vargas Llosa, se habla de "sacar a pasear a nuestro animal", es una imagen muy buena, hay que sacar a pasear al animal de vez en cuando, pero con cuidado, para que no se nos arranque.

En fin, cuando uno escribe en posición horizontal es distinto que sentado frente a un maldito escritorio, aunque pongamos los pies encima del escritorio no es lo mismo. Escribir acostado nos pone a divagar y pensar en las tonteras más incoherentes. Bueno, como no se me han dado muy bien las cosas ultimamente me voy a soñar despierto un rato, con su permiso, nos vemos.