Somos primera generación en varias cosas, muchos crecimos antes de las computadoras, algunos vejetes incluso conocimos la vida antes de la televisión, pero hay un cambio que casi nadie se da cuenta y es el de nuestra relación con la cadena alimenticia, hemos pasado de comer animales semi salvajes o de granja a animales de fábrica, producidos en masa con métodos intensivos.
Cuando yo era chico hijitos (ñaca-ñaca) el pollo era un plato de lujo, se vendían junto con los huevos de color y de dos yemas, que costaban un ojo de la cara, el pollo se comía para la pascua, año nuevo o fiestas patrias. Un restaurante famoso de Santiago se llamaba "El Pollo Dorado" y su plato estrella era un pollo frito en canasta con papas fritas, el mismo que hoy es comida chatarra o comida de pobres. ¿Por qué era tan caro el pollo? porque se criaba en granjas de manera artesanal, el campesino tenía 20 pollitos que alimentaba por largo tiempo para después venderlos, y no podían ser baratos por el tiempo, esfuerzo y alimento que tomaba criarlos.
Hoy los pollos de fábrica tardan apenas 50 días o menos desde que nacen para llegar a su peso, así es que son baratísimos, alimentados con harina de pescado y acelerados con químicos y un stress artificial, por eso el pollo es actualmente el alimento del pobre.
Lo mismo está pasando con casi todos los demás alimentos. Hoy el salmón de granja es más barato que un congrio, la carne congelada de Brasil vale una fracción de lo que valía antes, el cerdo es lo más barato que podemos encontrar si es que queremos comer carne. Todos alimentos producidos industrialmente. Con frutas y verduras pasa más o menos lo mismo, ya no vienen de pequeñas chacras como antes sino de agro industrias, que usan abonos, insecticidas y semillas mejoradas en abundancia. El antiguo campesino hoy es un obrero agrícola que trabaja con botas, delantal y mascarilla.
Sin darnos cuenta, probablemente seremos la última generación que se alimentó de manera rutinaria con animales y vegetales más o menos silvestres, lujo que en el futuro será carísimo y solo disponible a muy pocos privilegiados. Las ostras pequeñas y salvajes, el caviar beluga, las trufas son todos lujos que comparten la característica que no pueden ser industrializados. La última frontera que todavía nos está quedando para comer animales salvajes es el pescado. Gran parte del pescado que comemos no viene de granjas ni criaderos sino que del mar abierto, son seguramente los últimos animales salvajes que servirán de alimento.
Me pasaron el dato del extraordinario sitio web de Albert Araldsson, uno de los grandes capitanes pesqueros de nuestro tiempo, donde relata como el número de peces está disminuyendo en todo el mundo y los caladeros, donde los peces se juntaban con el tiempo se han ido vaciando por efectos de una pesca cada vez más intensiva y eficiente. Tal vez también seamos la última generación en disfrutar de un buen congrio o una reineta salvaje.
Muchas acciones del hombre han ido cortando el ciclo reproductivo de los peces impidiendo su reposición y cortando la cadena alimenticia, varias de estas cosas son sorprendentemente contra intuitivas y se alejan mucho de los discursos ambientalistas. Consideremos por ejemplo las focas y lobos marinos, que han crecido desproporcionadamente alrededor de la industria pesquera y que causan tanto o más daño que el hombre en la reproducción de las especies. Sin embargo por campañas ambientalistas está prohibido cazarlas.
Las ballenas son otro competidor fuerte del pescador y al parecer comen más peces que el hombre como puede verse en este artículo. Mientras Greenpeace se dedica a protestar por la explotación de las ballenas, los peces seguramente estarían bien felices cada vez que cazan a una. La polución de las aguas causada por la exploración petrolera también hace lo suyo. Finalmente la pesca pirata y las regulaciones locales depredadoras, para defender intereses creados terminan de completar un cuadro que es mucho más complicado de lo que la propaganda ambientalista puede mostrar.
Ecología es preocuparse de estudiar causas y efectos de manera técnica y práctica, mientras que ambientalismo es sacar provecho político o económico a costillas de los ingenuos que buscan una causa noble en que enrolarse, se trata de dos cosas muy distintas.
Y bueno ahora paso a despedirme con un dicho navegante que aprendí en mis años de chilote, dice así:
Si da el verde con el verde
y el colorado con su igual
entonces nada se pierde
siga el rumbo cada cual
Adivinen para que sirve (marineros abstenerse). Hasta mañana.
Siempre me han parecido detestables los manipuladores: curas, politiqueros, sindicalistas,pero al menos su juego en favor de sus intereses es claro, salvo para los ciegos. Los ambientalistas, ecolesos en mi jerga, ocupan un lugar especial en el infierno pues habitualmente ni siquiera tienen claro si algo es consistente con sus objetivos o es solo moda.
ResponderBorrarCreo recordar que el verso se usa en aviones tambien.
“La pobreza es la peor forma de contaminación” proclamó Indira Gandhi ante la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Humano en Estocolmo en 1972. Esto es algo que se les olvida a los ambientalistas que creen que la gente vive de la contemplación de paisajes prístinos e impolutos.
ResponderBorrarMuchas de las expresiones y postulados de los ambientalistas son sólo sutiles formas de terrorismo.
Wilson, Claudio, de eso se trata: manipulación especialmente los que están en las cúpulas del ambientalismo y manejan a un montón de giles en su propio provecho. Son tipos ambiciosos que buscan poder político o económico a costillas de los giles idealistas que salen detrás de ellos.
ResponderBorrarDe veras que los aviones también tienen esas luces ;D
ahora me entro la duda sobre cuan viejo estoy, pq yo tambien me acuerdo aquellos tiempos en que comer pollo, cuando sabia realmente a pollo y no a pescado como ahora, era un lujo que se daba en determinadas fechas del año. De hecho, los ultimos huevos, que realmente sabian a huevos, los comi en el 98 en Pto. Varas, de gallinas criadas "caseramente."
ResponderBorrarAhora, producir comida en cantidades industriales con el lindo proposito de proveer alimento al alcance de todo bolsillo podria ser noble, pero la calidad de las porquerias que comemos deja mucho que desear. Fijese en las muchachitas por ejemplo. Antes, una pendejita de 12 parecia niña, pero ahora echan cuerpo y parecen como de 17. Las de 15 ya parecen de 20, y hasta ahora nadie se ha quejado formal y/o publicamente. Porque?
La cosa es que siempre que resolvemos un problema creamos otro. Que es peor?
¡Somos de las últimas generaciones! nuestros nietos comerán como gourmet el jurel al que ahora le hacemos asco, mientras que los pobletes comerán salmón de granja.
ResponderBorrarA todo esto los pollos con hormonas son los grandes contribuyentes a la pedofilia ¡es cuestión de ir a darse una vuelta a la playa nomás!
Qué envidia con los jóvenes que andan alrededor de los veinte. Si fuera 30 años más joven andaría al igual que ellos disfrutando de tan nefastas externalidades negativas producidas por el pollo moderno. A mi me tocó alimentarme con pollos y lolas pegadas al hueso. Siempre es mejor el progreso.
ResponderBorrarBue, el problema es cuando las lolitas sobrecargadas de hormonas pasan los 30...uhhhhh
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