La nueva frenología

Una de las decisiones más inciertas que la gente toma en su vida, es la de escoger pareja. No es raro que después de varios años de casados, las personas empiecen a encontrar características que ni sospechaban en su media naranja, lo que puede ser bien traumático cuando -de un día para otro- alguien se encuentra con un pastelazo en quien creía conocer "como un libro abierto". Tengo amigos que se han separado y vuelto a casar varias veces por esta razón, pensando una y otra vez que esta si que es la definitiva.

Pero nadie es un libro abierto, la gente ante diferentes situaciones se comportan como personas distintas y eso no tiene nada de raro. No existen las personas buenas o malas, leales o traicioneras, somos un poco de todo según el momento y la ocasión. Yo, que he pasado por momentos realmente apurados, conozco bien esa especie de instinto judío (que me perdonen mis amigos rabinos) que nos lleva, en cierto punto de necesidad, a cometer las canalladas más grandes cuando lo estimamos necesario.

Y esto que vale para las parejas tiene muchos otros campos de aplicación, por ejemplo para los amigos. No existe nada más ilusorio que esperar lealtad incondicional de un amigo y es mucho más realista pensar que serán leales mientras puedan y sobre todo mientras no les cueste mucho, al final siempre hay un asunto de costo y beneficio en medio. Es muy inocente pensar en amor, amistad o lealtad eterna porque al final del día es el amor propio y la lealtad consigo mismo lo que manda.

Yo creo que la gran mayoría somos básicamente buenas personas -en promedio- nunca he conocido a alguien realmente malvado -24x7- y mucho menos alguien completamente bueno, me parece que todos somos más o menos buenas personas en tanto no nos cueste y que algunos -como yo, que soy casi un santo- nos comportemos mejor que otros es porque no hemos tenido suficiente necesidad de ponernos malos.

Curiosamente todos estos lugares comunes se me ocurrieron a propósito del artículo de Ron Backer Personality Tests: Modern-Day Phrenology, donde critica el uso de los test de personalidad para contratar personal, promoverlos en su trabajo, fomentar el trabajo en equipo y cosas por el estilo.

Dice Backer en su artículo que son dos test los que se usan mayoritariamente en las principales mepresas del mundo: el Myers-Briggs Type Indicator (MBTI), creado por Isabel Myers, una ama de casa de Pensilvania y el Minnesota Multiphase Personality Inventory (MMPI) desarrollado en 1946 para clasificar a los pacientes mentales en diferentes categorías y que luego fue expandido en un intento de describir a personas normales.

La crítica, según Backer, es que confunden etiquetar la personalidad con entenderla. Dice que juntar a las personas en torno a una tabla de Huija tendría más o menos la misma validez científica y daría resultados similares, "si quieres realmente conocer a una persona, cásate o trabaja con ella". Yo diría que ni eso.

La personalidad y el comportamiento humano a futuro es imposible de pronosticar, por eso me parece tan absurdo eso de las expectativas racionales o su absurda contraparte, los animal spirits keynesianos, las personas no tienen un solo molde de comportamiento y reaccionan de muy distinta manera en diferentes ocasiones, por eso hay que estar siempre preparados para lo peor de los demás, y de nosotros mismos.

Muchos años atrás, en los ochentas me mandaron a abrir un negocio comercial en Santiago, eran tiempos de crisis económica y para dos puestos de vendedor me llegaron casi trescientos currículum, me pasé dos dias completos pasando el filtro y seleccionando una y otra vez hasta que llegué al señor perfecto: tenía exactamente todas las características que yo buscaba. En la entrevista personal fue mejor todavía.

Al segundo día de trabajo llego golpeado como saco de papas, diciendo que lo habían asaltado. Pocos días después llegó a trabajar casi al mediodía borracho como cuba y agresivo, bueno, a mi pesar hubo que echarlo y varios años después, cuando fue el asesinato de Jaime Guzman, apareció implicado, era un delincuente internacional que tenía un prontuario más largo que la Carretera Panamericana. Caras vemos, pensamientos no sabemos.