La depresión del 2015

Amanecí con los monos
Y hoy me desperté con la más asquerosa de las depresiones. Como pasa siempre que amanezco con los monos, empecé a pensar en todas las cosas malas que me han pasado y que me pueden pasar. Estas depresiones grado 9 me producen el conocido dolor de estómago que no sentía desde la última vez que trabajé. ¿Por que habrá sido?.

Buscando la causa ¿viejo, pobre y pelado?
No creo que sea porque mi próximo cumpleaños, sesenta añitos en cuatro días más, justo me pilla medio mal parado. La decadencia de los años o la falta de plata nunca me han complicado. Estoy lejos de los problemas de don Gustav Von Ascherbach (por si leyeron La Muerte en Venecia) así es que no se preocupen: no se me va a dar vuelta el paraguas, ni me voy a poner un peluquín para tapar la inocultable pelada.

¿Que pasó entonces? tal vez me contagiaron mis amigos, casi todos dicen que el año 2014 fue nefasto y no ven muy esperanzados el 2015. Es muy comprensible, si yo tuviese un trabajo asalariado, así como van las cosas, también estaría durmiendo a saltitos. Pero no es mi caso ¿por que me deprimí entonces?.

El nefasto recuerdo de la pulga maldita
Sigo buscando la causa real, porque siempre hay causas aparentes y otra que es la de verdad. La causa aparente esta vez fue que al despertar, pensé que podría haberme equivocado en la compra del auto: que no lo miré bien, lo pude haber conseguido más barato, que podría empezar una seguidilla de fallas y gastos como me pasó con la pulga maldita o con la camioneta (dos de mis grandes equivocaciones), etc. etc. Allí me empecé a realimentar con una cadena de cosas malas que se me ocurrieron hasta que llegó el dolor de estómago.

¿La verdadera causa?
Tal vez la causa real de mi depresión fue cuando me puse a escribir sobre hacerse millonario, poniendo como ejemplo mi propio sistema financiero y entonces me di cuenta de un detalle. Resulta que tengo dos proyectos presentados en estos días, en uno no gano nada y me significará montón de trabajo mientras que el otro es por 165 millones de los que me deben quedar entre 30 y 40 en el bolsillo en 18 meses, ¿el trabajo? poco y muy agradable. Creo que -sin darme cuenta- me puse a pensar que me van a aprobar el que no gano ni uno y rechazarán el de los 165 millones, una historia que me ha pasado otras veces, vivo en el mundo de los casi-casi. La depresión empresarial es compañera inseparable de los negocios riesgosos.

Porque lo esperable es que la mayoría de las cosas riesgosas fallen, solo funciona una que otra en varios años, una de cada cien o tal vez menos. Eso debería tenerlo descontado hace tiempo aunque de vez en cuando, amanezco con los monos así es que mejor me voy a tomar hidroxido de aluminio nomás. Ya se me pasará. Lo curioso es que cuando las cosas me resultan no me pongo proporcionalmente contento, que cosa más rara.