¡Dinero mágico, que maravilla!

 
Bien por la AFP Habitat que está ayudando a despertar a los ignorantes, que hablan y reclaman sin tener idea de lo que están diciendo, es increíble como profesionales y hasta profesores universitarios repiten convencidos las tonteras más grandes, lo que muestra el empobrecimiento intelectual generalizado que estamos sufriendo en Chile.

Cosas que son básicas y que todo el mundo debiera saber, como por ejemplo que no existe en el mundo el riesgo cero, que a mayor riesgo debe haber mayor rentabilidad y viceversa, la importancia de comenzar temprano cuando ahorramos y otras por el estilo quedan bien explicadas en este video.

Obviamente que hay cosas que por ser políticamente incorrectas no se mencionan, como por ejemplo la responsabilidad del gobierno y el impacto de la macroeconomía en los resultados, lo que hace que las pensiones no sean siempre la mejor solución al jubilarse

Distintas personas tienen situaciones y necesidades muy diferentes, por lo que cada uno debería poder decidir libremente sobre el destino de sus ahorros al momento de jubilarse, porque la situación actual se parece mucho al antiguo pago con fichas, que solo podían canjearse en la pulpería en la época de las oficinas salitreras. Esas cosas no las dicen las AFP ni las aseguradoras, porque perderían el jugoso monopolio del que hoy disfrutan. Tampoco las reclama la gente de izquierda, porque quieren ser ellos -como servidores públicos- los que den el zarpazo para admnistrar la plata. Dios nos libre.

Pero quería comentar otra cosa, que probablemente está en la base de todos los reclamos de esta gente tonta que sale a marchar exigiendo "No más AFP". Me parece que hay una raíz histórica en este fenómeno, que trataré de explicar con un ejemplo tan real como la vida misma.

Todo empezó cuando llegaron las tarjetas de crédito a Chile, debe haber sido a fines de los 80 que se popularizaron, nosotros recién habíamos terminado la universidad y como la economía estaba bien, la mayoría estaba trabajando. Casi todos mis amigos, junto con recibir sus primeros sueldos sacaron talonario de cheques y tarjeta de crédito, como mi trabajo fue independiente desde el principio, tuve la suerte de quedar al margen durante varios años, hasta que fuí realmente solvente.

Recuerdo un amigo en particular que reventó su tarjeta de crédito en dos meses. La mayoría duraba poco más de un año pero este era más vivo que el resto y fue el primero en darse cuenta que como no tenía bienes, al no pagar la deuda no le iba a pasar absolutamente nada. Apenas tuvo su trajeta de crédito se compró un auto y no pagó un puto peso, para decirlo usando las palabras del presidente de Codelco.

¡Dinero mágico, que maravilla! Decía otro amigo que lo apodaban "la muerte", mientras hacía un raid por los cajeros automáticos sacando todos los avances en efectivo que le permitían los sistemas, imperfectos todavía.

Antes de que llegaran las tarjetas de crédito, al no pagar un préstamo había que enfrentar a los agentes del banco o quienes habían prestado, pasear por los tribunales y todo eso. El que pedía plata prestada y no pagaba era un rufián y pocos tenían cara para enfrentarlo.

Todo cambió con la llegada de la banca moderna: antes la gente se vestía de traje y corbata para ir al banco y hablar con el agente era un raro honor, pocas veces concedido a la gente normal. Con el tiempo la gente empezó a relajarse, perdieron el miedo de ir en short y hasta fundirse con el pago de la deuda pasó a ser algo normal, cosa que aprovecharon los políticos oportunistas para "denunciar" como el consumismo había "esclavizado" a la pobre gente. De rufianes pasaron a víctimas y el que pagaba sus cuentas pasó a ser un tonto que no entendía el sistema.

Esta creencia en el dinero mágico la importamos desde los Estados Unidos, donde en los años 50 los bancos comenzaron a parecerse a los almacenes, apareció en Citybank el banco del pueblo que atendía a granjeros y pequeños comerciantes basado en modelos de negocio más riesgosos. La diferencia con Chile es que allá no existía esa necesidad demagógica de justificar al perdedor y satanizar al que gana: el famoso chaqueteo.

Don Tomás Moulian, gran intelectual chileno y profundamente equivocado en muchas cosas, escribió "El consumo me consume" un libro que podría ser considerado como el Canon del Chaquetero: endeudarse y no pagar ya no era culpa de los tontos y sinverguenzas, la culpa la tenian esos astutos demonios, los malditos neoliberales capitalistas que habían engañado a toda esa pobre gente.

¿Como incluso gente con educación universitaria, profesores y todo eso, pueden caer en una idea tan burda? Creo que es un estupendo ejemplo de como el ambiente puede llevar a que gente normal se comporte de manera estúpida, por contagio.

Tenemos por ejemplo al propio gobierno. La presidente Bachelet y su gobierno, desde que llegaron al poder se han dedicado a hacer exactamente lo mismo que "la muerte": vaciar el tesoro público convencidos que existe el dinero mágico. Como no son capaces de producir se han ido endeudando más y más, convencidos que las deudas no se pagan ¡igualito que la muerte! Entonces si el gobierno lo hace, debe estar bien piensan muchos que pueden tener mucha educación formal pero muy poca capacidad para pensar por si mismos. Así es como se produce el contagio.

Y lo que empezó como discursos de un grupito de sinverguenzas en la academia, tratando de pasarse de listos, luego se tradujo en demandas populares de una turba de mocosos empoderados: educación gratis, salud gratis, pensiones gratis, altos sueldos gratis, viviendas gratis ¡todo gratis! ¡ahora ya! Lo que está pasando ahora en Chile se llama contagio emocional, donde los débiles de carcter y cerebro se dejan arrastrar por una turba que grita y hace destrozos.

Creo que no necesito decir que mi amigo que reventó la tarjeta de crédito en un mes y el que pasaba sacando avances por todos los cajeros para después fundirse terminaron en la ruina, tal como van a terminar todos los tontos que salen a exigir todo gratis ahora ya, porque esas cosas pueden resultar una o dos veces en el corto plazo, pero a la larga es garantía de fracaso seguro. El dinero mágico no existe, so giles.