12 mayo 2019

Columnista invitada: Isaac Dinensen


Isaak Dinensen, nombre de pluma de la baronesa Karen Christence Blixen-Finecke, es la escritora más extraordinaria que conozco, nunca me he impresionado tanto ni me he encariñado con el personaje como después de leer sus "Memorias de África" (Out of Africa). Cuando escribí sobre ella en Mis Libros Favoritos, coloqué que Hemingway la miraba en menos por envidia. No era cierto, pura ignorancia mía, porque fue el primero en reclamar cuando no le dieron el premio Nobel de Literatura en 1962, mismo año de su muerte. Podría hablar mucho sobre esta extraordinaria escritora, pero mejor los dejo con esta pequeña obra maestra que se llama

El Zoologico Ambulante
Hace unos cien años un viajero danés en Hamburgo, el conde Schlimmelmann, se encontró con un pequeño zoológico ambulante y le gustó extraordinariamente. Mientras estuvo en Hamburgo diariamente lo visitaba, aunque le hubiera resultado difícil explicar cual era el atractivo real de las caravanas sucias y desvencijadas. La verdad era que el zoológico respondía a algo que estaba dentro de su mente. Afuera era invierno y hacía mucho frio. En el cobertizo el guardián había encendido la vieja estufa hasta que hubo un rosado esplendor en la sombra amarronada del corredor, junto a las jaulas de los animales, pero las corrientes continuaban y el aire cortante penetraba hasta los huesos.

El conde Schlimmelmann estaba absorto en la contemplación de la hiena cuando el propietario del zoológico ambulante llegó y le habló. El propietario era un pálido hombrecillo de naríz aplastada, que en el pasado había sido estudiante de Teología hasta que tuvo que dejar la Facultad por un escándalo y había ido cayendo, paso a paso, cada vez mas bajo.

-Su excelencia hace muy bien en mirar a las hienas -dijo-. Ha sido una gran cosa traer una hiena hasta Hamburgo, donde nunca había habido antes. Todas la hienas son hermafroditas y en Africa, de donde proceden, en las noches de luna llena se reúnen, se juntan en un círculo y copulan; cada animal toma el doble papel de macho y hembra. ¿Lo sabía usted?.

-No -dijo el conde Schlimmelmann con un ligero movimiento de disgusto.

-¿No cree su excelencia -dijo el empresario- que, a la vista de este hecho, debe ser más duro para la hiena que para otros animales estar encerada en una jaula? ¿Sentirá un doble deseo o estará, porque se reunen en ella las complementarias cualidades de la creación, satizfecha y en armonía? En otras palabras, ya que todos somos prisioneros en la vida ¿somos más felices o más desgraciados cuanto más talento poseemos?

-Es curioso -dijo el conde Schlimmelmann, que estaba absorto en sus propios pensamientos y no prestaba atención al empresario- comprobar que tantos cientos, hasta miles de hienas han vivido y han muerto para que podamos, finalmente, traer aquí a este espécimen, para que el pueblo de Hamburgo pueda saber lo que es una hiena y que los narturalistas puedan estudiarla.

Avanzaron para mirar las jirafas de la jaula vecina.

-Los animales salvajes -continuó el conde- que corren por las tierras salvajes no existen realmente. Este existe, le hemos dado un nombre, sabemos cómo es. Los otros pueden no haber existido; sin embargo, son la inmensa mayoría. La naturaleza es extravagante.

El empresario se echó hacia atrás su gorro forrado de piel, debajo del cual no había ya ni un cabello.

-Se ven mutuamente -dijo.

-Hasta eso se puede discutir -dijo el conde Schlimmelmann después de una corta pausa-. Esas jirafas, por ejemplo, tienen manchas cuadradas en la piel. Las jirafas mirándose entre sí, no saben lo que es un cuadrado y en consecuencia no lo ven. ¿Se puede decir de ellas que se ven unas a otras?

El empresario miró un momento a la jirafa, y luego dijo: -Dios las ve.

El conde Schlimmelmann sonrió.

-¿A las jirafas? -preguntó

-Oh, sí, excelencia -dijo el empresario- .Dios las ve y le gusta lo que hacen. Las ha hecho para complacerse. Está en la Biblia, excelencia -dijo el empresario- .Dios ama a las jirafas que ha creado. Dios ha inventado el cuadrado al igual que el círculo. El ha visto los cuadrados de su piel y todo lo demás que les concierne. Los animales salvajes, excelencia, son quizá una prueba de la existencia de Dios. Pero cuando vienen a Hamburgo -concluyó poniendose el gorro -el argumento se pone más problemático.

El conde Schlimmelmann, que había ordenado su vida según las ideas de otras personas, caminó en silencio para mirar las serpientes, que estaban junto a la estufa. El empresario, para divertirle, abrió la jaula donde estaban encerradas e intentó despertar a la serpiente que había dentro; por fin el reptil, lenta y soñolientamente, se enroscó en su brazo. El conde Schlimmelmann miró al grupo.

-Desde luego, mi buen Kannegieter -dijo con una risita desabrida-, si estuviera usted a mi servicio, o si yo fuera rey y usted ministro mío, lo cesaría en el acto.

El empresario lo miró nervioso.

-¿Por que, señor? -dijo y deslizó la serpiente en la jaula-. ¿Por qué, señor? Si es que puedo preguntarlo -añadió al cabo de un momento.

-Ah, Kannegieter, no es usted un hombre tan sencillo como pretende -dijo el conde-. ¿Por qué? Porque, amigo mio, la aversión hacia las serpientes es un profundo instinto humano, la gente que lo tiene se ha conservado viva. La serpiente es la más peligrosa entre los enemigos del hombre, ¿pero quien, salvo nuestro propio instinto de lo bueno y de lo malo puede decirnoslo? Las garras de los leones, el tamaño y los colmillos de los elefantes, los cuernos del búfalo saltan a la vista. Pero las serpientes son hermosos animales. Las serpientes son redondas y lisas, como las cosas que nos gustan en la vida, de exquisitos colores suaves, graciosas en sus movimientos. Solo para el hombre bueno esa belleza y esa gracia resultan repugnantes, huelen a perdición y le recuerdan la caída del hombre. Algo en su interior le hace apartarse de la serpiente como del diablo, y a eso se llama la voz de la conciencia. El hombre que acaricia a una serpiente lo puede hacer todo -el conde Schlimmelmann se rió un poco de sus propios pensamientos, se abotonó su rico gabán y se volvió para salir del cobertizo.

El empresario se quedó un momento sumido en profundos pensamientos.

-Su excelencia -dijo finalmente-, necesitáis amar a las serpientes. No hay vueltas que darle. Según mi experiencia en la vida os lo puedo decir y, por supuesto, es el mejor consejo que puedo daros; Amad a las serpientes. Tenedlo en cuenta excelencia, que casi cada vez que le pedimos al Señor un pescado nos da una serpiente."

(De "El Zoologico Ambulante", capítulo del libro "Memorias de África" de Isaac Dinensen)

P.D. encuentro de gigantes
Mailyn Monroe tmbién admiraba mucho a Isaak Dinensen y el año 1959 finalmente pudo conocerla en Nueva York. En la foto, Marilyn con su marido de entonces Arthur Miller e Isaak Dinensen, un encuentro de gigantes

9 comentarios:

  1. interesante, Tomás.
    Hago un recuento rápido y es llamativo reconocer cuán pocas autoras he leído. Jamás me propuse evitar féminas literatas pero es así.
    Ahora estoy tratando de leer algo de Ursula K Le Guin "la mano izquierda de la oscuridad" pero no creo que lo sostenga, porque las ficciones largas ya me cansan.
    En la ciencia ficción Joana Rus sí me había gustado.
    En libros de viajes Lina Beck Bernard, una autora local.
    De muy chico leí a Luisa M Alcott, claro.
    Y algunas más, pero igual son muy pocas. Uls

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  2. YO también he leído poquísimas escritoras, y tratndo d recordar, no encuentro ninguna más que me guste.

    A ver, a ver: Isabel Allende, leí la Casa de los Espíritus y alg´n otro que no recuerdo, productor de best sellers ue copia a García Marquez, insoportable de leer, aunque redacta muy bien es cer valor para mi gusto.

    Gabriel Mistral,detestable. Sor Juana Inés de la Cruz, interesante pero es un modelo de poesía muy limitado, lleno de sonsonete, no es para quedarse leyendo.

    Voy a decir un par de heejías: Virginia Wof y Jane austen, no las pude erminar y algien tiene que escribir muy mal para que yo no termineun libro, me pasó lo mismo que con Bolaño, artificiosas, aburridas.

    María Luisa Bombal, nunc enganché, igual muy poco natural. Ayn Rand, me leí Atlas Srugged de un tirón y me mantuve en suspensos las más de 2000 páginas, pero su escritura militante y novela de ideas... bueno, interesante pero nunca volví a releerla.

    Pienso y pienso y no se me ocurre otra. Como persona me impatiza y admiro a Isabel Allende, aunque como escritora es malísima, excepto sus crónicas y reportajes, que eran eniales.

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  3. Ahora que lo pienso tampoco he leído a muchas autoras, cuatro por lo menos y sólo dos me han gustado. Curiosamente una corresponde al primer primerísimo libro que leí, el Jajilé Azul de Ursula Wolfel. Era el primer libro que debía leer para el colegio en segundo básico pero me lo leí el mismo día que lo empecé antes de siquiera entrar a clases.

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  4. No cnozco a ninguna de las dos. A Luisa María Alcott la leí cuando chico, pero no debe haberme gustado mucho porqu no recuerdo una sola palabra de ella.VOy a buscar a las autoras que mencionan, en una de esas me engancho

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  5. Igual era una novela infantil para niños de ocho años y tampoco recuerdo detalladamente la trama, pero de lo que me acuerdo es que la temática era algo similar a la del Patito feo.

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  6. Mary Shelley, claro ! Leí el libro - ahora sería un tanto gótico - y está a la altura del mito de Frankenstein.
    Agatha Cristie, sus policiales, bastante buenos sí.
    Anais Nim, autora erótica o directamente porno. Una auténtica vieja degenerada, sí señor.
    Siguen siendo muy pocos títulos en relación a lo que uno leyó.

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  7. Mary Shelley no está mal. ¡Agatha Cristhie muy ntretenida! leí una de sus novelas ambientada en Egipto antiguo, la época de los faraones, excelente. Hércules Poirot, gran personaje igual. se me había pasado.
    "La Ratonera" se da todas las noches a taberovuelto desde los años 50 sin interrupción, en el Testro San angel de Londres. Muy entretenida escritora.

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  8. ¿Harper Lee?

    Toda la razón con la Isabel Allende, muy ágil para escribir, se puede leer de un tirón. A mi me gustó mucho en mi juventud La Casa de Los Espíritus, pero no había leído Cien Años de Soledad, por lo que me gustó por lo "original". Después de leer a García Márquez me quedó con gusto amargo y nunca más he leído nada de ella.

    Agata Christie es muy mecánica para mi gusto (también me pasa con Stephen King).

    Atlas Shrugged me pareció intragable, era como que me estaban tratando de vender algo. Forzadísimo, a pesar de que concuerdo con las ideas que hay detrás.

    Mujercitas y Hombrecitos me parecieron excelentes, claro que los leí antes de los 10 años :-)

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  9. Harper Lee de Alabama, fue amiga de niñez con Truman Capote y escribión una sola novela maravillosa "Matar un Ruiseñor", buenísima, después hicieron una película que anduvo muy bien, creo que no escribió casi nada más: one hit wonder, como Salinger.

    El género del "suspense" es muy mecánico, sigue una fórmula pero Chrietie lo manejaba muy bien, de Stephen King leí una novela enorme sobre una peste, estaba en inglés y la entendí sin problema, o sea al menos escribe claro. También lo encontré entretenido. Hay dos autores policiales que se salen de lo mecánico, al menos de los que yo he leído: COnan DOyle (un poco9 y el extraordinario Simenon ¡que peazo de escritor! no e para el Nobel pero escribe sumamente bien.

    YO me entretuve con la trama de Ayn Rand, claro que es un panfleto de principio a fin, pero a mi me pescó la historia, pese a que detesto las "novelas de ideas".

    Mujercitas, Hombrecitos, claro, lectura obligada cuando éramos chicos: ñaca, ñaca se me cae la placa

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