Siempre se van a necesitar vendedores

He leído mucho sobre la automatización, los robots y la inteligencia artificial que probablemente van a eliminar para siempre muchos trabajos. Lo que me trae a la memoria a mi difunto suegro, operador de código morse de la compañía americana West Coast Co. Servicio que funcionó en nuestra ciudad mediante cable submarino desde poco antes de la Guerra del Pacífico hasta mediados de los sesenta.

Operar con precisión y rapidez un manipulador morse y ser capaz de traducir las rayas y puntos a palabras fue una profesión especializada y muy bien pagada durante más de un siglo. Hasta que, prácticamente de la noche a la mañana, se convirtió en una habilidad inútil. Excepto para rarísimos casos esa capacidad ya no tiene ningún valor. Mi suegro lo aprendió mientras hacía el servicio militar y le dio un trabajo prestigioso y bien pagado durante muchos años. Era en su momento la profesión del futuro.

Esas "profesiones del futuro" hay que tomarlas con pinzas. Yo fui un entusiasta aficionado a la electrónica cuando chico, en los años de tubos al vacío modificába radios con chassis de lata, cautin en mano me dedicaba a soldar y desoldar entre una maraña de cables. La electrónica fue la profesión del futuro por excelencia desde los años veinte del siglo pasado. Era lógico, todo se estaba haciendo electrónico y en el futuro habrían millones de aparatos ¡alguien tendría que repararlos cuando se echaran a perder! ¿Qué podía salir mal?

Y así fue durante unos años. Recuerdo que cuando estudié para técnico electrónico en 1974 había una demanda enorme y de las industrias de armaduría nos iban a ofrecer trabajo antes de terminar los estudios. El oficio detectivesco de buscar fallas y repararlas era altamente apreciado, sexy y bien pagado. Pero con la aparición de los transistores, los circuitos integrados y la baja de los costos en órdenes de magnitud impensados, de un día para otro no fue necesario reparar nada. Se cambiaban módulos completos o incluso todo el aparato cuando fallaba, a nadie le convenía mandarlo a reparar. 

Y así, muchos trabajos han ido desapareciendo por avances tecnológicos y parece que hay otros en lista de espera que están en peligro de desaparecer de un día para otro. Los choferes, muchos empleados bancarios, administrativos, porteros, en fin, un montón de profesiones y oficios que pueden tener la misma suerte que tuve yo como técnico electrónico o mi suegro como operador de código morse.

Claro que van a aparecer otros trabajos como los de Youtuber por ejemplo: todavía no es "respetable" pero ya hay médicos, abogados, ingenieros y otros de profesiones tradicionalmente muy rentables que han abierto su canal de Youtube donde ganan más plata y con mucho menos esfuerzo. Lo notable es que esas "profesiones muy rentables" están dejando de serlo a medida que la educación se masifica. Hoy hasta el gato de la casa tiene su diploma universitario. Ser youtuber es un trabajo que no existía pocos años atrás y en algunos casos -no todos obviamente- puede ser muy rentable.

Acabo de ver en Facebook el siguiente aviso "Hola buenas tardes, estoy buscando trabajo como paseador de perros. Tres mil pesos por perro la hora", son casi 4 dólares ¿quien diablos en Chile de los setentas habría pagado para que alguien le saque a pasear su perro? Se supone que eso lo hace el dueño, pero aparece Internet y alguien puede ofrecerlo a cientos de miles de personas, no sería raro si llega a ganarse la vida con eso.

Junto con desaparecer algunos trabajos van apareciendo otros. A mi me llegan avisos de Linkedin para que postule a un montón de trabajos remotos que ni imaginaba que existían: escritor fantasma, investigador de lavado de activos, creador de contenidos y otros todavía más estrafalarios, la mayoría son freelance. 

Pero todavía quedan trabajos tradicionales que supongo que gozarán de buena salud por muchos años más. De las habilidades laborales que no van a perder vigencia, una es la de los vendedores. Claro que Internet ha creado el comercio online, donde el vendedor de mostrador se está haciendo cada vez más innecesario. 

Pero eso solo sirve para las ventas fáciles, hace muchos años que los comerciantes se dieron cuenta de esto y se inventaron los autoservicios. De hecho sitios como eBay, Mercadolibre o Aliexpress han significado llevar la idea del autoservicio a Internet, donde el que nos vende es un algoritmo que por más ingenioso que sea siempre nos termina pareciendo un poco antipático. 

Yo creo que esas "sugerencias" publicitarias, basadas en analizar las búsquedas y nuestros patrones de compra, en poco tiempo se empezarán a desprestigiar. Yo al menos bloqueo o ignoro toda esa propaganda, que me resulta tan antipática como los correos de spam y las ventanitas publicitarias pop up que fueron tan populares hasta hace unos años. Es algo que causa rechazo y desagrado en la mayoría de las personas normales.

Sin embargo las habilidades de venta tienen un campo mucho más amplio. La venta se convierte en un arte a medida que se necesita persuadir a la gente y esto no solo se refiere a vender objetos comerciales, sino más que todo a vender ideas.

La política en todos sus niveles necesita de buenos vendedores; el negocio de la educación depende cada vez más de un trabajo de ventas; para conducir cualquier grupo, es decir en las funciones directivas es necesario tener refinadas habilidades de persuasión y la mayor parte de los cuentos que se ofrecen como "emprendimientos" están basados en vender un cuento chino, y así hay miles de ejemplos más.

Tal vez no andaban tan perdidos los antiguos griegos cuando decían que de todas las habilidades humanas, la más importante y útil de adquirir era la que enseñaban los sofistas: la persuasión. Se pueden acabar las piedras y volar los chanchos, pero nunca se terminará la necesidad de cuenteros y vendedores, para bien o para mal. Al menos eso creo yo.