17 febrero 2009

Durrell, Kavafis, Alejandría


Conocí la poesía de Kavafis gracias a El Cuarteto de Alejandría, novela de Laurence Durrell, que encontré por casualidad una vez que buscaba libros usados: me llamó la atención el título, pensé que era algo pornográfico así es que lo compré a ojos cerrados, en verdad el libro es bien depravado pero nada pornográfico. Me causó una gran impresión cuando lo terminé de leer, lo tuve conmigo muchos años y lo releía siempre, especialmente en los años que estuve viviendo en la casa rodante.

Una vez andaba en el Ministerio de Justicia en Santiago, en el viejo edificio del seguro obrero. El tipo con que tenía que hablar era la encarnación del burócrata bruto y gris, y en cuanto entré a su oficina, encima de una estufa ví la novela abierta en medio. No le comenté nada pero fue como reconocer al compañero de un club secreto o algo así, me imaginé que estaba frente al mismísimo Kavafis criollo. Otra vez una señora bien majadera, me comentó su admiración por el libro, como tengo la manía de sacar moralejas, mi moraleja fue que nadie es perfecto, ni siquiera los perfectos idiotas.

Durrell era un gran admirador de Kavafis y la obra de ambos está construída alrededor de la ciudad de Alejandría, no es muy original que una novela tenga como protagonista una ciudad, lo hizo Camus en La Peste y muchos más, pero el Cuarteto está endiabladamente bien escrito y es un festín para los críticos o comentaristas de libros. Yo no lo voy a comentar, solo quería contarles como lo conocí, es una serie de cuatro novelas y cualquiera se puede leer independiente como hice yo con Justine, la primera de ellas.

La ciudad

Dices: "Iré a otra tierra, hacia otro mar
y una ciudad mejor con certeza hallaré.
Pues cada esfuerzo mío está aquí condenado,
Y muere mi corazón
lo mismo que mis pensamientos en esta desolada languidez.
Donde vuelvo los ojos sólo veo
las oscuras ruinas de mi vida
y los muchos años que aquí pasé o destruí".

No hallarás otra tierra ni otro mar.
La ciudad irá en ti siempre. Volverás
a las mismas calles. Y en los mismos suburbios llegará tu vejez;
en la misma casa encanecerás.
Pues la ciudad es siempre la misma. Otra no busques -no la hay-
ni caminos ni barco para ti.
La vida que aquí perdiste
la has destruido en toda la tierra.
(K. Kavafis)

Es curioso el contraste entre la descripción que hace Durrell del viejo poeta y la personalidad real de Kavafis, un burócrata oscuro, homosexual al que probablemente nadie reconoció mucho en vida. Sin embargo escribía con una naturalidad, precisión y belleza que todo lo que hacía parecía fácil. Durrell también escribe mucho sobre Alejandría en El Cuarteto:

"La ciudad que se sirvió de nosotros como si fuéramos su flora, que nos envolvió en conflictos que eran suyos y creíamos equivocadamente nuestros, la amada Alejandría"

Que buenos escritores, no necesitaron idealizar nada, un amor genuino no cierra los ojos frente al lado oscuro, lo acepta como cuando quieres a un hijo tonto, sin condiciones. Seguro que así quisieron Kavafis y Durrell a Alejandría

"En esencia, ¿qué es esa ciudad, la nuestra? ¿Qué resume la palabra Alejandría? Evoco enseguida innumerables calles donde se arremolina el polvo. Hoy es de las moscas y los mendigos, y entre ambas especies de todos aquellos que llevan una existencia vicaria.

Cinco razas, cinco lenguas, una docena de religiones; el reflejo de cinco flotas en el agua grasienta, más allá de la escollera. Pero hay más de cinco sexos y sólo el griego del pueblo parece capaz de distinguirlos. La mercadería sexual al alcance de la mano es desconcertante por su variedad y profusión. Es imposible confundir a Alejandría con un lugar placentero. Los amantes simbólicos del mundo helénico son sustituidos por algo distinto, algo sutilmente andrógino, vuelto sobre sí mismo. Oriente no puede disfrutar de la dulce anarquía del cuerpo, pero ha ido más allá del cuerpo. Nessim dijo una vez, recuerdo —y creo que lo había leído en alguna parte—, que Alejandría es el más grande lagar del amor; escapan de él los enfermos, los solitarios, los profetas, es decir, todos los que han sido profundamente heridos en su sexo."

Y eso era, conocí la novela de Durrell por pura casualidad. Quien sabe cuantos libros buenos no los voy a conocer nunca, así es que comparto el secreto con ustedes, si tienen la oportunidad de leer El Cuarteto de Alejandría aprovéchenla y no se van a arrepentir.

Leer a Kavafis es mucho más fácil, Internet está lleno de sus poemas porque es una especie de icono para los gay, casi todo lo suyo debe estar disponible en Internet aunque -como Kafka- no publicó ni un solo libro en su vida. Bueno, Kafka publicó unos pocos pero ese es otro cuento. En fin los dejo con este, que es de los mejores:

El Camino a Ithaca

Cuando partas hacia Ithaca
pide que tu camino sea largo
y rico en aventuras y conocimiento.
A Lestrigones, Cíclopes
y furioso Poseidón no temas,
en tu camino no los encontrarás
mientras en alto mantengas tu pensamiento,
mientras una extraña sensación
invada tu espíritu y tu cuerpo.
A Lestrigones, Cíclopes
y fiero Poseidón no encontrarás
si no los llevas en tu alma,
si no es tu alma que ante ti los pone.

Pide que tu camino sea largo.
Que muchas mañanas de verano hayan en tu
/ruta
cuando con placer, con alegría
arribes a puertos nunca vistos.
Detente en los mercados fenicios
para comprar finos objetos:
madreperla y coral, ámbar y ébano,
sensuales perfumes, - tantos como puedas-
y visita numerosas ciudades egipcias
para aprender de sus sabios.

Lleva a Ithaca siempre en tu pensamiento,
llegar a ella es tu destino.
No apresures el viaje,
mejor que dure muchos años
y viejo seas cuando a ella llegues,
rico con lo que has ganado en el camino
sin esperar que Ithaca te recompense.

A Ithaca debes el maravilloso viaje.
Sin ella no habrías emprendido el camino
y ahora nada tiene para ofrecerte.
Si pobre la encuentras, Ithaca no te engañó.
Hoy que eres sabio, y en experiencias rico,
comprendes qué significan las Ithacas.
(K. Kavafis)

P.D. A todo esto hace exactamente 6 años y 1 día dejé de poner comentarios en mi página de actualizaciones y comencé a escribir en mi weblog de Blurty (16 febrero 2003), desde entonces llevo algunos miles de notas diarias sobre casi cualquier tontera que se me ocurra: sacar a mil, sacar a mil ¿quien dijo que el ocio no es fecundo? ¡Feliz cumpleaños weblog!

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