Un día perfecto

Un martes feliz, por esas cosas de la vida justo tuve que ir a Tacna el martes y por supuesto que aproveché de juntarme con mis amigos Fernando y el arquituerto La Torre con quienes teníamos que ver un negocito. Iba muy entusiasmado con la idea de juntarme con mis grandes amigos de nuevo así es que llegamos al hotel Camino Real a las 11:30 AM y enseguida llamé a Fernando para ponernos de acuerdo, quedamos de juntarnos a las 12.

Tenía media hora que gastar así es que partí al frente de la Plaza de Armas a comprar un queso helado arequipeño, bien espolvoreado con canela que me puse a comer ahí mismo en la calle. Y ahí estaba comiendo y viendo pasar a la gente cuando miro para el lado y me topo, justo al lado, con el arquituerto Edgar La Torre, que estaba en lo mismo que yo: cazando moscas con la boca abierta y mirando pasar las minas.  ¡Ese si que fue encuentro cinematográfico, que manera de reirnos! ahí estábamos parados como tontos, lado a lado sin darnos cuenta.

De allí nos fuimos a la reunión en el hotel que fue rapidita y yo le dije a mi amigo Viera, con quien había ido "si no vuelvo no me esperen", llevaba la botella de Something Special que tenía guardada desde el año nuevo en el maletín del notebook, así es que partimos con Edgar y Fernando a almorzar, como en los viejos tiempos. Todo a la peruana, no nos decidíamos por ningún lugar donde almorzar así es que terminamos en el A Todo Vapor, un restaurante de pescados y mariscos muy antiguo que se llena de chilenos. Yo pedí una trucha asada con papas fritas y ensalada, Fernando una corvina a la chorrillana y el arquituerto un arroz con mariscos.

Por supuesto que pedimos una Coca-Cola grande con harrrto hielo y yo coloqué la botella de scotch bajo la mesa, todo pasando. Nos tomamos como media botella al almuerzo, le sacamos el cuero a todos los amigos ausentes y contamos como nos estaba yendo, la conversación cada vez más animada y la comida más rica a medida que la botella se iba vaciando. Luego Fernando se tuvo que ir a trabajar así es que nos fuimos para la casa de Edgar con otra Coca-Cola y unos manies salados, para que la cosa no pareciera borrachera.

Y así le dimos el bajo a la botella y arreglábamos todos los problemas del mundo mientras Edgar me reclamaba lo infelices que somos los chilenos y yo le decía que se dejara de esos mitos absurdos de que el pisco y el suspiro limeño son peruanos. Hicimos muchos planes para el futuro, contamos la plata que íbamos a ganar y la gastamos en nuestra imaginación. En fin, un día absolutamente perfecto. Las dos grandes satisfacciones de la vida son la salud y los amigos, por eso es que me gusta tanto decir ¡Salud Amigos!.

A la noche apareció Fernando en un jeep con unos amigos porque se venía a Arica, así es que yo no me demoré un minuto en embarcarme, antes que me tentara y me quedara allá hasta la otra semana. Cuando llego a la frontera me doy cuenta que el chofer del taxi se había quedado con mi carnet, estaba frito y no podía pasar. Pero en Perú nada es imposible así es que pasé con la licencia de conducir, total, como me vieron medio borracho seguramente pensaron que el carnet de identidad se me había caído en las Cucardas o algo así.

En fin, un día perfecto, nos habíamos dejado de ver hace solo un par de meses pero a mi me pareció un montón de tiempo, tendré que activar algo por allá para que nos juntemos más seguido. Estaba esperando que Edgar me mandara las fotos porque a mi se me quedó la cámara en Arica, pero le ganó la tecnología, si sigo esperando no voy a postear hasta fin de año.

Más rato tengo una presentación así es que hay que preparar el cuento, hasta mañana.