Hay cosas que no tienen precio

Tal como dice la propaganda de Mastercard, ayer me junté con unos ariqueños que viven en Venezuela desde mediados de los años 70 y me trajeron de regalo tres estupendos cigarros puros: un Cohiba, un Montecristo Magnum y un Romeo y Julieta Churchill. Desde los exquisitos Bolivar que me regaló Ingrid Wildi que no me daba ese gusto. Hay cosas que no tienen precio y una de esas son estos puros, aunque hubiese tenido la plata para comprarlos (ja-ja) en Arica no los habría podido encontrar porque son todos de la gama alta. Unas fotos pueden verlas AQUI.

El Magnum y el Churchill son grandes, creo que ese calibre se llama torpedo o doble robusto. el Romeo y Julieta lo voy a guardar para una celebración especial, viene en un tubo de aluminio forrado en madera de balsa y ya tengo un lugar oscuro y más o menos húmedo para dejarlo esperando: cuando llegue mi día de suerte me lo fumaré, o cuando me pase algo malo, para consolarme. Dicen que Churchill, que era gran aficionado, se podía fumar solo la mitad de ese calibre, lo que quedaba se lo regalaba a su afortunado jardinero, que aprovechaba de disfrutar del bueno.

Sin más trámite anoche prodcedí a encender el Cohiba, muy suave y lleno de aromas. Había probado la versión que viene en caja de cartón que es mucho más fuerte, esta me gustó más, ni siquiera mi querida suegra no se quejó esta vez, como suele hacer cuando enciendo un cigarro. Un buen tabaco se enciende de manera pareja, rara vez se apaga y deja una ceniza firme, tiene buen olor y deja buen sabor en la boca, claro que eso es muy relativo y depende del gusto de cada cual. Además a mi me deja mareado por el resto de la noche. En fin, hay cosas que no tienen precio, como dedicar una hora a fumarse un buen tabaco ¡chas gracias amigos!.

Pasamos un muy buen rato tomando un café en el centro y haciendo recuerdos de Arica de los setenta, cuando ellos vivieron acá, del desastre que hay por estos días en Venezuela y de las diferencias entre los chilenos y tropicales. En verdad hay diferencias enormes y como todas las cosas, en Chile tenemos nuestro lado oscuro del que solo nos damos cuenta cuando salimos o cuando conversamos con alguien que haya vivido afuera.

Me contaban mis amigos que encuentran al chileno apagado, reprimido, con terror al ridículo, sin esa amabilidad y alegría de vivir que se encuentra en el trópico. Les encuentro toda la razón y a lo que agregaría clasistas, arribistas y miradores en menos. Ese es nuestro lado B de una sociedad por otro lado ordenada y bastante homogenea. Toda moneda tiene dos caras.

Por ejemplo me contaban que en Venezuela el que llega a cualquier lado saluda, y todos le contestan. Adonde sea, bien estén entrando a un ascensor o subiendo a un bus. Me comentaban que en Santiago entraron a un ascensor y saludaron, todos se quedaron mirando como si estuviesen locos ¡hablar con desconocidos! ¡saludarlos!. Es parte de la alegría de vivir que a nosotros nos falta. Yo lo he visto cada vez que ando en el Perú.

También me decían que en el Paseo Ahumada de Santiago todos caminan apurados en línea recta, sin mirar a nadie. Si ellos cruzaban en diagonal y los miraban, dejaban a los demás molestos y descolocados.

Otro ejemplo es que nuestro país está repleto de reglas inútiles, algo que les chocaba mucho era la prohibición de beber alcohol en la vía pública. Me consta que esa es una tara de los chilenos y que el sentimiento de libertad cuando anduve en la amazonia y me tomé unas cervezas en la plaza de Mazuko fue inmenso ¡tomar cervezas en la calle sin que nadie nos diga una palabra!. En Venezuela me decían, si a alguien se le ocurre prohibir elalcohol en la calle, en la playa o en los estadios se armaría una revolución.

Lo más normal es que los jóvenes se junten en la calle a tomar, escuchar música y conversar en sus autos y nadie los molesta mientras no hagan escándalo o no estén borrachos. Así era Arica antes que a algún imbécil se le ocurriera imitar las leyes puritanas de USA y habían muchos menos accidentes que ahora, es sabido que no hay nada peor que prohibir o reprimir lo que es inevitable. Cuando tomábamos cervezas en el auto en el Cuchi-Cuchi o en la Isla del Alacrán frente a la policía todos nos cuidábamos de andar tranquilos, ahora los tipos se emborrachan como cuba en algún lugar escondido y salen a hacer carreras clandestinas por la calle ¡que estupidez más grande!

Estamos llenos de reglamentos y tenemos la tasa de accidentes más alta de América Latina, nos enorgullecemos de respetar las leyes, pero lo que en verdad respetamos son las formas, somos una sociedad llena de hipocresía. Es el precio de ser homogéneos, vivimos acomplejados y miedosos de hacer el ridículo ¿hay algo a lo que un chileno promedio le tenga más terror que a hacer el ridículo?. En fin, una tarde estupenda con buena conversación y buenos puros, no tiene precio.

Viendo las noticias de Ecuador uno se puede dar cuenta de la diferencia entre una revuelta y un golpe de estado. En este caso se trató de una rebelión popular de militares y policías, sin mando ni intenciones de tomar el poder. Como era lógico la revuelta se terminó pero eso no soluciona el problema de fondo, mucho menos la "depuración" que anunció Correa, se puede depurar cuando hay unos pocos cabecillas pero esta vez fue el grueso de la policía y Fuerzas Armadas que rodearon, golpearon y escupieron al presidente.

Eso pasa cuando un político no se da cuenta de lo fragil que es su poder personal, se ciegan de soberbia porque les dicen "excelencia" a cada rato, pero el trato puede cambiar de excelencia a excremencia con gran facilidad, basta con ser los suficientemente abusivo y autoritario. Por eso todos los presidentes con ambiciones autócratas deben tener claro que están sujetos al poder de sus fuerzas armadas, mientras más autócratas más dependientes, eso es lo que no entendió Allende cuando creyó que con unos pocos generales adictos podría hacer lo que se le antojara.

El General Pinochet lo tenía clarito y por eso tuvo que aguantar a Contreras y la DINA, "de poder a poder" dijo una vez refiriéndose a una carta que le mandó Manuel Contreras, Chavez y los Castro también lo tienen claro, no así los Kirchner ni Evo Morales. No hay nada más peligroso para un gobernante civil que ponerse arrogante o tratar de descabezar los mandos de sus Fuerzas Armadas. Aunque lo consigan -como pasó en Perú después de Fujimori- el país completo queda debilitado. La esencia del estado está en la fuerza, sin fuerza no hay estado.

¿Como quedará Correa ahora? cuando a un presidente lo escupen en la calle, dentro de su propio país y no tiene suficiente apoyo como para impedir que eso suceda, su situación es sumamente débil. El poder es siempre fragil, Shakespeare se festinaba escribiendo obras de teatro en torno a esa idea, los reyes sin poder que pasaban de un día para otro del Olimpo al desprecio. A Correa no le vendría mal darle un vistazo a Ricardo II: "Para pedir no he nacido, sino para ordenar", mala idea pues milord, mala idea. Antes de ponerse a ordenar vea si tiene espaldas. Hasta mañana.