Inflación legislativa y agenda valórica

Inflación Legislativa
Entre las rarezas chilenas una de las más curiosas que podemos encontrar es el frenesí legislativo. Se muere una niñita atropellada y la multitud exige la "Ley Emilia"; se muere un animador de matinales de una rara enfermedad y salen todos a exigir la "Ley Ricarte Soto"; asesinan a un pobre homosexual y furiosos hacen aprobar la "Ley Zamudio", la cosa llega al absurdo que matan a un perrito y en un para de semanas la chusma exige la aprobación de la "Ley Cholito".

Alguien de otro país creería que hablo en broma, pero los chilenos sabemos que es completamente en serio y esas leyes son reales, no solo eso, sino que muchos chilenos viven convencidos que son útiles, pese a que la realidad muestra que los atropellos a niños, las enfermedades raras, los crímenes a homosexuales y el maltrato a animales siguen como si nada, pese a las flamantes leyes que tenemos.

Como los chilenos somos ridículamente legalistas estamos convencidos que las cosas se resuelven aumentando las prohibiciones. Lo divertido es que tenemos tantas leyes que nadie conoce ni el 1% de lo que dicen esas leyes (debemos ir alrededor de la 25.000 ¿quien se las va a leer?) y para rematar el absurdo, las leyes se presumen conocidas desde que se publican: nadie puede alegar desconocimiento de la ley. Yo al menos no se una palabra de lo que dice la ley Emilia, Ricarte, Zamudio o Cholito, ni me interesa saberlo.

Agenda Valórica
Cuando llegó Bachelet a la presidencia, con su centro de madres y su séquito de parásitos, muchos grupos de interés de peso insignificante en política, que normalmente se agrupan alrededor de los comunistas, vieron su oportunidad de sacar algún beneficio parea sus causas, así fue como el frenesí legislativo se extendió a lo que por definición debería ser cosas personales -nada más personal que los valores- para dictar leyes que prohíban lo que no les gusta y obliguen a lo que a ellos les gusta, usando el aparato coercitivo del estado para beneficiarse.

Así, los homosexuales militantes intentan que en las escuelas se promueva la homosexualidad como algo normal y deseable,  lo mismo las feministas, animalistas, ecologistas, veganos, saltimbanquis y toda la manga de chiflados han visto su oportunidad de oro parta que legislen "a favor" de ellos.

Pero eso es una pura ilusión, como siempre en Chile somos copiones, estas cosas ya se hicieron en Europa hace años y fracasaron. Ni los homosexuales van a dejar de ser objeto de burla y rechazo por lo que diga una ley, ni las feministas ni el resto de los chiflados, por el contrario, vemos que en Alemania, la cuna de la corrección política impuesta a punta de leyes, los neonazis y los conservadores tienen más gente que nunca, las leyes no cambian la realidad, ni las creencias, ni menos los valores personales.

Mis valores
Por eso a mi no me preocupa el lobby de Rolando Jimenez o de otros por el estilo, siempre serán bichos raros aunque aprueben mil leyes y supuestos derechos, existe la sabiduría convencional que está muy por encima de cualquier ley. La agenda valórica, que es el intento de imponer leyes que cambien los valores de las personas es una estupidez sin ningún destino.

Yo creo que las preferencias sexuales son cosa de cada cual. Creo que no hay problema con el aborto mientras no se haya desarrollado el sistema nerviosos central, de allí en adelante es un asesinato. Me parece que es patético que los homosexuales exijan "casarse", en realidad me da lo mismo si lo hacen, pero es un acto ridículo que no pone ni quita nada a su condición. Creo que la homosexualidad, como cualquier otra conducta sexual bizarra, es una anormalidad que no tiene nada de bueno ni de malo, ¿como puede alguien sentirse orgulloso de ser homosexual? No veo ningún motivo de orgullo.

Muchas cosas como la "Ley de identidad de género" son discusiones inútiles y bizantinas. Si un hombre quiere cambiarse el nombre y vestirse como mujer o viceversa, allá el, en cierto modo lo compadezco porque muchos sentiremos una cierta repugnancia a priori por su rareza, pero eso es asunto de cada cual. La mente tiene infinitos vericuetos y siempre ha existido un pequeñísimo porcentaje de gente que quiere o necesita que los consideren de un sexo distinto al que tienen, cosa que les traerá problemas en la vida aunque aprueben diez mil leyes. Ninguna ley puede obligar a nadie a quererlos, ni siquiera a respetarlos porque el respeto no es gratis, debe ganarse.

En resumen, mis valores son mis preferencias personales y nada más, me da lo mismo si alguien las comparten o no, en verdad nadie tendría por que compartirlas. Como vivimos en sociedad acepto que haya personas que tenga otras creencias y preferencias, aunque en mi fuero interno las encuentre ridículas.

En resumen los que promueven la agenda valórica son, a mi modo de ver, palurdos tan ignorantes e intolerantes, como los fanáticos religiosos que combaten, son todavía peores porque pretenden someter con leyes a los que no compartimos su chifladura, en nombre de la "tolerancia".

La gente joven hoy es ignorante, creen que el mundo nació con ellos y que las estupideces que creen representan "el progreso", la verdad es que todas estas discusiones valóricas son viejísimas, existenm desde que las personas empezaron a vivir en sociedad y no son otra cosa que la pelea de un grupo sobre otro por imponer sus preferencias.

De manera ignorante creen que ser homosexual -o cualquier otra cosa rara- antes era peor que ahora. No tienen idea, todas estas leyes, supuestamente para prohibir la discriminación, no han hecho otra cosa que  exacerbar la burla y el desprecio. Antes, me refiero hasta la década de los ochentas más o menos, los raros tenían una vida mucho más fácil y tranquila que ahora, no han ganado absolutamente nada con toda esta histeria para tratar de validarse y hacer que los respeten a la fuerza.