26 abril 2024

Refrito del Sábado: Cuando vivía en Chuchunco City

"La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida ay Dios". Me encontré hace años un grupo de Facebook Los que vivimos en el pasaje 50.43.y44 de la Población Santiago donde están muchos de mis vecinos de esa época y otros que llegaron después, en fin, no se imaginan el alegrón enorme que tuve de saber de ellos.

Pero también encontré unas fotos de esos años subidas -creo- por la familia Shields, así es que me animé a ponerlas en esta página junto con otras cosas que recién recordaba. Les invito a visitar esa página. Pero bueno, no les doy más muela y vamos con este refrito:

Cuando vivía en Chuchunco City (publicado originalmente el  17 de octubre de 2019)
En la jerga chilena existe el dicho "eso queda en Chuchunco City" o "donde el diablo perdió el poncho" para referirse a un lugar sumamente alejado y de difícil acceso, bueno, resulta que leyendo el librito "Memoria Social de la Población Santiago (1965-2017)" me acabo de enterar que yo viví y pasé mis años más felices precisamente en Chuchunco, que era el nombre de la hacienda que antiguamente quedaba en los extramuros de la ciudad, con los años, parte de ella pasó a llamarse Población Santiago.

El librito no es bueno, en realidad es una especie de libelo donde los curas jesuitas se dedican a su actividad preferida, que es hablar maravillas acerca de si mismos, en este caso de la maravillosa obra que hicieron en la Población Santiago desde sus inicios. Yo tengo muy buena memoria de los cuatro años que vivimos allá, entre 1965 y 1968, recuerdo casi cada detalle, igual que de los cuatro años que viví en la Isla de Chiloé porque son los dos períodos que más me marcaron en mi vida y puedo decir con seguridad que jamás vi un solo cura en la población.

Si recuerdo a varios voluntarios del Cuerpo de Paz que vivían en la Población Nogales pero siempre llegaban a nuestra casa, pero ni un solo cura. Seguramente llegaron o se hicieron notar después del golpe militar de 1973, porque los jesuítas siempre tuvieron un especial olfato para llegar donde podían organizarse conflictos políticos. A propósito mi mamá era militante de la Democracia Cristiana y muchos políticos importantes llegaban a tomar el té a la casa y organizar sus reuniones, pero jamás vimos a un cura. Eso es extraño, porque lo curas estaban especialmente aliados a la Democracia Cristiana en esos años.

Como ya dije el libro es una fábula, típico de esos cuentos que arman los sociologos, historiadores y curas de izquierda para ganar fondos públicos y cierta notoriedad reescribiendo la historia de acuerdo a los intereses políticos del poder de turno. Pero me desvelé anoche leyendo cada una de las 144 páginas con la esperanza de rescatas algunos recuerdos de ese lugar tan lindo donde teníamos todo, menos plata.

Encontré muchas cosas interesantes, pude reconstruir las fechas y algunas cosas que pasaron en los primeros años de la pobla de la que me enorgullece haber sido de las familias fundadoras. Estuvimos allí desde el primer día, cuando no había nada de nada, el lugar era un terreno agrícola al que le habían pasado maquinaria pesada para dejarlo plano y marcado los sitios de unos 130 metros cada uno, marcados con estacas, una "media agua" consistente en dos piezas de madera en bruto con techo de cartón alquitranado (fonolitas) y un pozo séptico.

Cada dos o tres cuadras había un pilón donde íbamos a recoger en balde el agua potable. Eso era cuando llegamos y duró más o menos un año y medio en que vivimos en las "media-aguas" sin electricidad ni pavimento, lo que hizo un primer invierno especialmente duro. Cocina a parafina (kerosene) lo mismo que la iluminación, para calentarnos un brasero y en la noche se paseaban unas ratas del porte de gatos, que al principio me daban bastante miedo, pero pronto nos acostumbramos.

Esas condiciones que hoy parecen horribles era como se acostumbraba a vivir en el campo en Chile, y donde nos trasladamos era justamente campo, en los extramuros de la ciudad. Mi mamá siguió trabajando al principio, pero después de un tiempo lo mandó al diablo, porque el microbus, "Pila-Cementerio" llegaba a más de 10 cuadras de la casa y había que atravesar de noche la temible Población Nogales, al principio lo hacía escoltada por una amigo mío, "el Bistec" pero después lo metieron preso y mi mamá prefirió quedar cesante a ser cogoteda: "Dios proveerá" dijo y efectivamente, así fue.

Me entretuve mucho leyendo los recuerdos de otros fundadores y me doy cuenta de lo frágil que es la memoria de alguna gente. En el libro se habla de migraciones de gente muy pobre buscando casa, eso no es cierto, la población Santiago se construyó específicamente para dar casa a la mucha gente que nos quedamos en la calle después del terremoto de La Ligua el 28 de marzo de 1965.

Es el terremoto más violento que yo he estado y barrios completos de casas de adobe, que eran mayoría en Santiago, se derrumbaron completamente. Fueron miles de familias que nos quedamos sin casa y en la calle "Juarez Larga" de Recoleta, que haciendo honor a su nombre era casi un kilómetro de fachadas continuas, no quedó una sola casa en pie. Entonces para capear la emergencia, el gobierno de Eduardo Frei Montalva ideó la "Operación Sitio" y así se trasladaron barrios completos al nuevo lugar.

Lo más bonito es que las "visitadoras sociales", que en esos años si trabajaban bien, tuvieron el tino de ubicarnos en exactamente el mismo orden en que vivíamos en as casas antiguas, sabiendo que íbamos a pasar un par e inviernos muy duros, pensaron -con razón- que lo mejor sería que los antiguos vecinos lo siguieran siendo en el nuevo lugar. Así en mi cuadra, que tenía solo cuatro casas, quedó la casa de don Orlando que era carnicero, luego la casa nuestra, al lado la de don Mario Soto y en la esquina la de nuestros mejores amigos, la familia Merino Grey.

Dicen algunos antiguos pobladores, en sus recuerdos, que "ocuparon las media-agua antes para evitar que otros se tomaran los terrenos", yo no lo recuerdo así y creo que están en un error. Lo que si es real es que en esos años se puso de moda tomarse terrenos y secuestrar aviones, dos cosas que se pudieron hacer durante u tiempo con completa impunidad y en el primer invierno hubo un intento de toma en las chacras donde todavía no se había expropiado.

Lo que yo recuerdo es que un día esos terrenos aparecieron con gente asentada levantando banderas chilenas en la chacra, que -si mal no recuerdo- era todavía de particulares y se plantaban hortalizas. Según recuerdo bien, fueron los carabineros del "grupo móvil" ayudados por los propios vecinos quienes sacaron a patadas y palos a los ocupantes.

Las "tomas de terreno" eran instigadas y organizadas por el Partido Comunista, igual que hoy y la mayoría de la gente no los quería cerca por indeseables y malvivientes. Hay que notar que los que llegamos allá, aunque vivíamos en condiciones miserables, no éramos de la extrema pobreza ni el lumpen que muchas veces llegaba a las tomas, sino gente de clase media baja, que nos habíamos quedado en la calle por el accidente del terremoto.

Recuerdo que apenas llegamos se empezó a instalar la empresa constructora INGAS y entonces nos dieron a elegir por sector si aceptábamos la casa construida por la empresa o si las hacíamos por auto construcción, cada cual a su gusto con ayuda del gobierno. Nuestro sector, que estaba en el núcleo, eligió las casas de la empresa y los sectores del perímetro optaron mayoritariamente por la auto construcción, esas decisiones colectivas se hacían fáciles porque los sectores se tenían gran amistad y confianza, por haber sido vecinos en los barrios antiguos y por pasar el primer invierno en condiciones muy duras.

Lo que mejor recuerdo era la amistad y el sentimiento de unión que había entre todos los vecinos, obviamente que había discusiones, pero lo habíamos pasado demasiado difícil como para romper la unión entre nosotros, era un poco asunto de supervivencia. Los recuerdos del primer invierno son un mar de barro y cuando dejaba de llover y salía el sol, el techo de cartón alquitranado "lloraba" gotas de alquitrán. Dormíamos y tapábamos todo con plástico en la noche, por si acaso. Pero en realidad lo único malo de ese invierno fue que se murió nuestro fiel y loco perro "Beppy", que nos había acompañado desde que yo tenía 5 años, "el muerto al hoyo y el vivo al bollo" dijo alegremente mi mamá. Y sin más o fuimos a tirar al canal del Zanjón de la Aguada, que quedaba a unos pocos metros de la casa

La construcción de las casas, con armazón de madera e internit de (yeso-cartón por dentro asbesto por fuera) fue increíblemente rápida, en un año o tal vez menos habíamos pasado desde una choza a un palacio, al menos a mi me parecía un verdadero palacio esa casa, absolutamente nueva y con lujos asiáticos como electricidad y llaves de agua en la cocina y el baño. Llegó la felicidad de un día para otro, el primer año fue duro pero valió la pena. En esos años llegaron mis primos, primero Camilo que venía de una gran aventura en Argentina y después Mario que se arrancó de la casa y llegó donde nosotros. Mi felicidad fue completa.

Teníamos una excelente casa, yo tenía en mis primos a dos hermanos mayores y mejores amigos, el círculo de la perfección se cerró cuando llegó, no se de donde, un gato negro y feo como el diablo, ya teníamos reemplazo para el Beppy, mi mamá lo bautizó como "Marat-Sade" por una obra de teatro que era muy popular en esos años, era un nombre muy ad-hoc porque cuadraba perfectamente con el aspecto y la personalidad del bicho.

Los mejores años fueron 1967 y 1968, yo cambié el Liceo Valentín Letelier por la Escuela Nº 67 en Diagonal Santiago, a pasos de mi casa: cruzábamos la calle y llegábamos a la escuela, mi mamá se hizo amiga del director que vivía con su familia en la misma escuela ¡y tenía un televisor! Así pasábamos las tardes viendo "Cine del recuerdo" argentino" y en la noche "Batman", "El show de Luis Dimas", "Viaje a las estrellas", "¿Quien soy yo?" o las divertidísimas "Mister Ed, el caballo que habla", "Perdidos en el espacio", "La isla de Gilligan" y tantas otras. En fin, los que disfrutaron de esos programas sabrán de lo que hablo.

Hasta que en 1968 se acabó la buena suerte. Se murió el gato y todo empezó a ir de mal en peor, culpa de nadie, simplemente se fueron encadenando malos eventos uno tras otro. Pero tengo el recuerdo de esos cuatro años y todavía quedan muchos de mis amigos de entonces, mis primos, claro, Valeria, Jimmy, Osvaldo, vecinos y mejores amigos. Han pasado tantos años que ya no tenemos mucho de que hablar, las historias de cada uno han tomado su propio camino, pero eso no importa porque estamos conectados por el recuerdo de los años maravillosos, no necesitamos conversarlo porque lo vivimos y sabemos como fue.

Los buenos recuerdos no son solo para sentirnos bien o ponernos sentimentales, también tienen una utilidad práctica de limpiarnos de la cabeza el pesimismo. Cuando la cosa se pone mala, como me está pasando ahora me acuerdo de ese invierno que pasamos en 1966, demás podría volver a repetirlo, no me asusta para nada. Los problemas de plata no son problemas reales, los crea la imaginación para meternos miedo.

6 comentarios:

  1. "Hasta que en 1968 se acabó la buena suerte. Se murió el gato y todo empezó a ir de mal en peor, culpa de nadie, simplemente se fueron encadenando malos eventos uno tras otro. "

    Hace tiempo que uno ha aprendido a no subestimar el poder que tienen los felinos, que llevan consigo en las garras o con la suerte que traen.

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    1. Y eso que le hicimos un funeral de estado, con todos los honores, pompa y circunstancia. No hubo caso...

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  2. Que lindos recuerdos, Tomás. Tiempos más simples y sencillos, pero no exentos de dificultades.

    Mis mejores recuerdos de niño fueron en la Poblacion Simon Bolivar de Quinta Normal. y lo unico que tengo como recuerdo fue un par de fotos que nos sacamos los 4 hermanos en el pasaje Colo Colo. hace poco fui para allá y como dice la canción "todo ha cambiado, todo es distinto".

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    1. Los años de la pobla, los cue crecimos en poblaciones así apreciamos más las cosas: el que no tiene techo sueña con que tiene una mediagua, todo es relativo, especialmente la pobreza

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  3. Como comentario al margen, Chuchunco es lo que hoy conocemos como Estación Central. Literalmente se llamaba así, por el fundo San José de Chuchunco, pero en esos años (antes de que se construyera la estación, así que estamos hablando de unos 200 años atrás al menos) eran las afueras de la ciudad, y por eso decir que ibas a Chuchunco significaba que el viaje era largo.

    Saludos,
    El Triministro.

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    1. Claro, tengo entendidp que a San Jose de Chicunco se entrana por Estación Central (Alameda) y comprendía toda esa zina hasta el Zanjón de la Aguada por el sur. Estanan allí todo el Nario Estación Central, Villa Francia, el ex vertedero Lo Errázuriz, la Población Nogales, La Población Santiago y otras de alrededor

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