¿Subir impuestos o crecer?

 Un interesante artículo de Michele Labbe dice:

"(...) producto de la reforma tributaria de 2014, la economía chilena perdió el impulso de inversión y, por lo tanto, capacidad de crecimiento, en un equivalente a 2,2% de crecimiento real promedio anual"

O sea subieron los impuestos y bajó el crecimiento. Como consecuencia directa bajaron los ingresos de las personas, todos nos empobrecimos, excepto los que gobiernan y sus amigos.

Lo que perdimos nosotros lo ganaron ellos.

"(...) de no haberse realizado la reforma tributaria el PIB hubiera crecido 2,2% más cada año, lo que implica que el PIB de Chile hubiera alcanzado US$364 mil millones el año 2022, en vez de los $301 mil millones que efectivamente alcanzó el año 2022, ambas medidas en dólares corrientes, lo que implica que durante el período 2014-2022 Chile perdió US$293 mil millones, o visto de otro modo, los chilenos seríamos US$293 mil millones más ricos de no haberse realizado la reforma tributaria"

Es difícil dimensionar estos números pero miren esto: 283 mil millones de dólares en 8 años son 35.4 mil millones por año. Si tomamos un presupuesto anual de la nación promedio de unos 70 mil millones por año, tenemos que durante esos 8 años perdimos la mitad de un presupuesto completo, cada año.

Bueno, resulta que el año 2012, Jorrat habló de su idea de reforma tributaria -que fue implementada por Bachelet dos años después- y yo escribí la entrada Ojalá fuera tan sencillo, donde explicaba por qué la idea planteada era estúpida y sería un fracaso. Tal como ocurrió.

En el año 2015 el gobierno de Bachelet estaba en una feroz campaña publicitaria defendiendo el "éxito" de la reforma, y el economista chileno Eduardo Engel, profesor de Yale, escribía un artículo laudatorio a la reforma. 

Entonces yo escribí otra entrada que se llamaba  El error de la reforma tributaria, donde explicaba que estaba resultando un gran fracaso pese a toda la propaganda del gobierno y su maquinaria.

Bueno, ocho años más tarde leo este artículo que confirma cada una de las cosas que escribí en esas dos entradas, y lo confirma con números porque la reforma de Bachelet, Jorrat y Arenas ha sido la más desastrosa desde que volvieron los políticos al poder en 1990. En esa reforma está el germen de nuestro actual fracaso económico.

Critiqué la idea antes que se implementara, y un año después de implementada mostré que los resultados estaban siendo pésimos para las finanzas del país. Lamentablemente y contra la opinión mayoritaria en ambas cosas tuve razón.

Lo que realmente me inquieta es el hecho que en 2012 y 2014 mi opinión era completamente minoritaria. A nadie parecía preocupar el asunto y si bien algunos regulares de este Templo del Ocio -que se caracterízan por tener la cabeza bien amoblada- estuvieron de acuerdo con lo que escribí, no leí a ningún político ni opinólogo preocupado por el asunto.

Esta costumbre de hacer reformas tributarias -léase subir los impuestos- viene en cada gobierno, desde Patricio Aylwin, que apenas llegado al gobierno partió por subir el IVA de 16% a 18%. Lo peor es que ha sido vista con apatía y hasta con cierta simpatía por la masa idiota de los que votan, pensando que "los impuestos los pagarán los ricos y nos beneficiarán a los pobres".

Si alguien todavía sigue creyendo eso, después de más de 30 años de subidas de impuestos -una tras otra- simplemente debe ser un subnormal. Afortunadamente la opinión contra las alzas de impuestos crece día a día y esto permitió que, por primera vez en nuestra historia reciente, al merluzo le rechazaron de plano su intento de reforma tributaria.

Pero los merluzos son porfiados y ya volvieron a la carga, espero que vuelvan a fracasar , y que fracasen en cada uno de sus intentos, hasta que llegue un gobierno decente que presente una reforma para bajar y eliminar impuestos. Eso es lo que se necesita con urgencia, porque sobrepasamos la Curca de Laffer hace nuchos años. Ojo que esta última entrada es aún más antigua, del año 2011.

Los pretextos para subir impuestos han sido mejorar la salud, educación, vivienda y otras numerosas promesas, falsas y pueriles, porque todas esas cosas siguen peor después de cada alza de impuestos.

Y si hay algo que si ha mejorado son los sueldos, honorarios, puestos de falso trabajo y proyectos millonarios hechos ex profeso para engordar los bolsillos de quienes controlan la chequera fiscal. Eso si que ha mejorado espectacularmente.

Me enfurece la facilidad con que tantos tontos cayeron en el engaño, yo me di cuenta enseguida y es algo que vengo repitiendo desde que estos gatos de campo llegaron a la política, en los años noventa. Si quisiera tirarme flores, copiaría algo que leí por ahí:

"un analista puede ser escuchado o no, pero si su trabajo es un producto de buena calidad, el tiempo se encargará de darle la razón".

Pero -pensándolo bien- no fue ninguna gracia darse cuenta de algo que era tan evidente. No es gran mérito ser un tuerto en el país de los ciegos. Ninguna gracia pero ocurrió tal cual.