Discutirle a un doctor: riesgo y decisiones

Pocos días atrás acompañé a mi amigo Tom McDonnell al doctor, porque en los 10 años que lleva en Arica todavía no habla una palabra de español, le habían mandado hacer varios exámenes, incluso una ecografía y todo parecía bien "para ser tan saludable es increíble que me sienta tan malditamente enfermo" bromeaba. La cosa es que el doctor estaba perplejo, se quedó pensando un rato y dijo "le voy a dar una orden para que se haga una colonoscopia".

Cuando ya nos íbamos, se me ocurrió preguntarle "oiga doctor ¿usted cree que valga la pena una colonoscopia a los 78 años?", me contestó "buena pregunta, el asunto tiene sus riesgos especialmente con la edad, yo le diría que mejor lo consulte con la almohada". Si no le hubiese preguntado seguramente a esta hora estarían afilando los cuchillos -mejor dicho las mangueras- para tratar de ver que diablos tiene.

El doctor tenía unos 70 años, tal vez más, y claramente es un gastroenterólogo de mucha experiencia, no un chico haciendo su práctica, sin embargo estaba tan a ciegas como cualquiera de nosotros. Me dijo que podía tener una colitis ulcerosa, cáncer o una enfermedad de Coll. También existía la posibilidad que desapareciera sola, como pasa a veces. Que la colonoscopía tal vez podría encontrar la causa pero era un procedimiento riesgoso en su caso. En suma, no tenía idea que había que hacer, eran riesgos y posibles beneficios muy difíciles de estimar.

Que vivimos en un mundo incierto y lleno de riesgos es algo que deberíamos haber aprendido desde niños, pero la mayoría de la gente común y corriente nunca llega a darse cuenta de algo tan evidente, jamás llega a entender que somos juguetes del azar y viven en la falsa ilusión de que existen las buenas y las malas decisiones, que el mundo es como un relojito y si sabemos apretar el resorte justo, obtendremos con seguridad una respuesta que deseamos. Pero el mundo no funciona así.

La gente común, ante una situación parecida, presiona al médico "¡pero dígame doctor!, ¿que debo hacer?" y el médico, presionado, probablemente dirá lo primero que se le ocurra, porque no tiene manera de saber qué diablos se "debe" hacer en un caso así. No es su culpa, sino de la gente ignorante que cree que el médico es una especie de adivino. Y algunos doctores -con "ojo clínico"- a veces adivinan efectivamente... y otras veces fallan, no hay forma de saberlo. 

¿Habrá algún médico que nunca ha dado un diagnóstico equivocado en su vida? Lo dudo, y así como hay doctores con "ojo clínico" que muy a menudo aciertan, otros con ojo anticlínico se equivocan de manera consistente al diagnosticar, tal como algunos tienen buena suerte en la ruleta y otros mala suerte. No estoy hablando de conocimientos o ignorancia, de error al interpretar los síntomas o una placa de imagen, que también son posibles, nada de eso, sino de los casos donde el diagnóstico es completamente incierto y solo tenemos probabilidades.

Y eso pasa con la mayoría de las enfermedades importantes, el cuerpo humano no es un motor ni un mecanismo de reloj y reacciona de manera impredecible. La medicina basa gran parte de sus decisiones en las probabilidades y la estadística, cuando las probabilidades son sobre el 70% casi nadie discute la conveniencia de tomar cierto tratamiento ¿pero si está en el 30% y el tratamiento lo mata?

El manejo del riesgo lo hacemos todos los días, al conducir de manera un poco imprudente, encaramarnos en el techo a arreglar algo, al cruzar la calle distraídos, siempre estamos en riesgo de matarnos. Incluso si no hacemos nada riesgoso, creemos estar tranquilos y seguros en nuestra casa, pero viene un terremoto, se no cae el techo encima y nos aplasta. O algún inmigrante por equivocación nos pega un tiro en la calle, como ha pasado tantas veces ultimamente.

Arriesgamos la vida miles de veces, a cada rato, a veces sin darnos cuenta y otras veces a sabiendas. Mucha gente arriesga su vida por plata, haciendo trabajos peligrosos en la construcción, la minería o las chicas de la noche que por un sobreprecio aceptan dar sus servicios sin condón ¿son estupideces? Claro que no, cada cual hace sus propios cálculos de riesgo y beneficios.

Años atrás, en mi entrada El valor de una vida estadística comentaba el artículo de unos profesores de Berkeley, que mostraban algo que yo había visto antes en la selva peruana: bajo ciertas circunstancias las personas ponen precio a su vida y la arriesgan sin problemas si estiman que el beneficio vale la pena.  

Nadie debería poder forzarnos en un cálculo de riesgos, ni siquiera en nombre de la salud pública, del bien común (que no existe) ni de ninguna de las entelequias con que los políticos nos manipulan a su gusto. Cada uno de nosotros debe decidir, por si mismo y libremnente cuanto riesgo está dispuesto a correr, es criminal que venga otro a decirnos que riesgos debemos correr y cuales no.

Si alguien está aterrorizado con la posibilidad de contraer el Covid-19 y cree que lo mejor es quedarse encerrado en su casa para evitar toda clase de contacto humano, bien por él ¡que lo haga!. Si cree que vale la pena colocarse una vacuna con pruebas clínicas incompletas pero que promete "un 90% de efectividad" (aun sin entender que significa esa "efectividad") muy bien por él, que se vacune, en una de esas le sirve para algo, quien lo sabe. Cree que se está asegurando, pero en realidad está tomando un riesgo.

Otros en cambio podemos pensar que después de un año de confinamiento jamás se ha visto "aplanar la curva" como pronetían, y que los contagios son prácticamente los mismos con y sin confinamientos, y que el Covid-19 es menos letal que la mayoría de las enfermedades graves, podemos creer que no vale la pena encerrarnos ¿por qué un tercero va a tomar esa decisión de riesgo por nosotros? ¿Sólo porque es un médico, un "infectólogo" o lo que diablos sea?

Déjenme decirles que ni el premio Nobel más brillante, ni el científico más calificado del mundo ni el doctor más maravilloso puede pronosticar que es lo qué me conviene a mi en específico, tal vez pueda asegurar lo que le conviene al 60%, 70% o al 90% de las personas, pero yo puedo estar perfectamente en el otro 40%, 30% o 10% ¿quien es él para decidir por mi en algo que me afecta de vida o muerte? Es fundamental que yo nunca pierda esa capacidad de decidir sobre cosas riesgosas que afectan mi propia vida.

Los chilenos somos mansos, lo he dicho muchas veces acá mismo. Tenemos un respeto casi religioso por la autoridad, hasta los anarquistas más furiosos son mansos corderitos respecto de sus propias figuras de autoridad, todos aceptan sin chistar lo que dice alguien con un cargo o un título, incluso lo obedecen en cosas donde no tiene ningún sentido hacerles caso, parece que está en nuestro ADN nacional. 

Pero acuérdense que el toro manso, cuando explota, es el más peligroso.